Revista América Latina
Nora Ramírez sonríe con facilidad. Tiene una cara luminosa que destaca en la oscuridad de su choza. Esa sonrisa y la tranquilidad que desprendía me llamaron la atención cuando la vi por primera vez, durante la reunión de las mujeres de la comunidad de Quebrada Seca. Ella vivía en la cabañita que estaba más próxima a la reunión, y fue allí donde decidimos subir a hablar con ella y preguntarle sobre sus precarias condiciones de vida y sobre la difícil situación alimentaria por la que pasa actualmente.
Estábamos haciendo una visita a las comunidades para comprobar de primera mano los resultados de la Evaluación de Seguridad Alimentaria que habíamos llevado a cabo hace un mes en 5 municipios del Corredor Seco, muestreando 1600 familias y más de 1200 niños[1]. Los resultados del informe son terroríficos, con datos de desnutrición aguda para ciertas comunidades por encima del 12%, lo que triplica la media de Guatemala, pérdidas de las cosechas de frijol y maíz del 70% y del 60% respectivamente, y con reservas de granos básicos que no llegan, en el mejor de los casos, más allá de Enero. Este año ha sido particularmente seco en esta zona semi-árida del trópico, donde llueve de media menos de 500 l/m2 al año. Y es que el fenómeno del El Niño está afectando mucho el régimen de lluvias, y el Niño seguirá activo hasta mediados del 2010. Esto se une a los altos precios de los alimentos básicos que ha dejado la crisis alimentaria del 2007 y 2008. A pesar de haber bajado los precios en el mercado internacional, éstos se han mantenido altos en la mayoría de los países en desarrollo. El frijol está en Guatemala un 50% más caro que hace tres años, justo antes del boom del precio de los alimentos, y el maíz blanco un 60% más caro.
Posiblemente, las Navidades de estas familias de etnia Ch´orti´, uno de los grupos descendientes de los Mayas que siguen viviendo en Guatemala y que tienen una lengua propia, serán muy diferentes de las que tenga un hogar medio español. Por supuesto que no habrá plato principal (pavo o besugo), pero tampoco entrantes (gambas o consomé), ni postres (turrón o polvorones), ni uvas, ni cualquier cosa que se les pase por la mente. El menú de Navidad de la familia de Nora Ramirez será el siguiente: 12 tortillas de maíz, café aguado, sal y frijoles. No creo que haya pollo para alegrar la cena, porque actualmente Francisco, el cabeza de familia, no tiene trabajo, ni expectativas, ni pedazo de tierra para cultivar, ni futuro ni ganas de nada. Francisco ha perdido las ganas de trabajar o vivir, y se abandona al destino, que le lleva a beber más veces de las deseables. El trabajo como temporero escasea este año, debido a que la sequía ha afectado también a los cultivos que demandan mano de obra: el café y la caña de azúcar. Claro está que la crisis mundial, que ha golpeado fuerte a Guatemala, tiene también una buena parte de la culpa. Pero Francisco no sabe en qué consiste esa crisis ni por qué le afecta a él y a su familia. Sólo sabe que cuesta más comprar el maíz necesario para llegar a las 12 tortillas.
Esas 12 tortillas, no más grandes que una mano, se las han de repartir los cinco miembros de la familia: el padre y la madre se toman tres cada uno (creo que Nora cederá una de las suyas seguro), y los tres hijos dos tortillas por cabeza. Julián tiene 10 años, es el mayor aunque no lo parece, pues es muy bajito, y delgado, y tímido, y desnutrido… Su altura y su edad delatan que padece una clara desnutrición crónica, por haber comido mal toda su vida. La desnutrición crónica no te mata, pero te sentencia de por vida a no crecer de un modo adecuado ni física ni mentalmente, y a no poder romper el círculo de la pobreza. Los niños desnutridos son menos listos, despiertos, graciosos, innovadores y amigables que los demás, y eso les dificultará conseguir mejores trabajos y ganar más dinero cuando sean mayores. Es decir, que nunca dejarán de ser pobres y hambrientos. Y sus hijos también. La alimentación adecuada es un derecho de todas las personas, y así viene recogido en la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Guatemala, aprobada en Mayo de 2005. Sin embargo, sus efectos y disposiciones no han llegado todavía a la familia de Nora. Para ella este derecho no existe, y no se cumple. Lo más probable es que ni sepa que ella tiene ese derecho.
Luego tenemos a Evelyn, que también tiene una amplia sonrisa como su madre, y ya tiene 8 años, y es igual de alta que mi hija de 3 años. Eso les puede dar una idea del impacto que me causó cuando me lo dijo. Otro caso claro de desnutrición crónica. Por ahora, vamos dos de dos. La estadística es demoledora. Y finalmente llegamos al benjamín, que se llama Ludwig y tiene un año. Es grande, todavía toma pecho de la madre, y parece bien alimentado. Ahí se ve la importancia de la lactancia materna, y el seguro de vida y de la alimentación de Ludwig. Mientras siga con el pecho, estará bien nutrido; cuando empiece con los alimentos, comenzará su calvario.
El problema de la desnutrición crónica es que no produce imágenes espeluznantes y no hace, por tanto, portada de periódicos, no llama mucho la atención a no ser que sepas verla, y se desarrolla a lo largo de varios años. No tiene cabida en la sociedad visual, de noticias de usar y tirar, y de problemas de crecimiento, desarrollo y tratamiento veloz. La desnutrición crónica es el principal problema de América Latina, la mayor prioridad de desarrollo de Guatemala, y el lastre principal de los modelos de cohesión social, desarrollo rural, democracias participativas y construcción de ciudadanía de la región. ¿Qué democracias consolidadas puede haber en una región con más de 53 millones de hambrientos y casi la mitad de pobres? Las democracias más exitosas (Chile o Costa Rica) han sido también las más exitosas en el combate al hambre y la desnutrición. Guatemala es un bello país que, sin embargo, se desangra por la violencia y el narcotráfico y se debilita por la desnutrición: tiene más de la mitad de sus niños desnutridos, con el mayor porcentaje de la América Latina y el quinto del mundo, tras los peores países africanos.
Volviendo a la familia de Nora, se me olvidó comentar el proceso de alimentación de su menguada dieta. Esas 12 tortillas se reparten a lo largo del día, por lo que alargan el desayuno hasta poco antes del mediodía, en el que mojan la tortilla en el café, y le ponen sal para que “tenga sabor”. Luego pasan directamente a la cena, donde dan cuenta del resto de tortillas (1 o 2 que quedan) y de algo de frijoles que tengan. Claro, el almuerzo se lo saltan ya que estamos en un periodo del año difícil y sólo se puede comer en dos tiempos. Es que las reservas de Nora y su familia son un par de kilos de maíz desgranado, que les llegó a través del programa de asistencia alimentaria del MAGA (Ministerio de Agricultura), y algunos quetzales que les quedan del programa de “Mi Familia Progresa” de la Secretaría de la Primera Dama. Esos programas han sido muy criticados por asistencialistas, populistas y con orientación política, pero a Nora le sirven para seguir mal-alimentando a su familia, y comprar algunas cosas como sal, fósforos, alguna medicina básica o frijoles.
Cuando estábamos con Nora en su choza (uso la palabra con todo su significado, porque Nora vive en una habitáculo de barro, cañas y hojas de palma de una sola habitación), nos relataba pausadamente sus penurias, como para que las entendiéramos bien, pero sin pedir nada, ni echarse a llorar, aunque motivos tiene de sobra. Daba la apariencia de estar acostumbrada a vivir en este límite de la supervivencia. Sin embargo, en mi caso, se me vino a la mente el ya archiconocido “Cuento de Navidad” de Dickens. Pensaba que si a Nora se le aparecían los tres fantasmas del cuento, el de las “Navidades Pasadas”, el de la “Navidad Presente” y el de las “Navidades Futuras”, y la llevaban a ver cómo fueron sus Navidades, cómo son y cómo serán, va a encontrar poca diferencia: las Navidades siempre han sido, son y serán pobres, con poca alegría y mucha tristeza, por no poder darle más comida, más regalos, más ropa, mejor casa o mejor escuela a sus hijos.
Acción contra el Hambre está trabajando en Guatemala para que esto suceda. Les deseo a todos una Feliz Navidad y un Feliz 2011, y sólo les pido una cosa: cuando estén cenando con sus familias, acuérdense un instante de aquellos que no tienen apenas para comer ni nada que celebrar en Navidad. Y luego, actúen en consecuencia.