El repartidor
Cuando hablaba se le notaba en seguida que no era de aquí. Pero consiguió trabajo como repartidor de butano, y pronto aprendió las maneras propias de la profesión. Aprendió a aporrear las bombonas unas contra otras, a cortarse las mangas del uniforme a la altura de los hombros y a usar el portero electrónico llamando a todos los pisos a la vez. Pero cuando los vecinos le contestaban, empezaban los problemas:-¿Sí?-Señora, pláceme anunciarle la llegada del repartidor de butano, vuestro humilde servidor.-¿Qué?-¿Tendría vuesa merced a bien indicarme si desea que le sea entregada en aquesta hora una bombona del preciado gas?-¿Quién es?-Viendo imposible el entendimiento, señora, despídome sin más molestar, por no enfadalla.-¿Pero qué dice? …Y así todos los días.
La merienda
En una de mis visitas a la casa de Nina, la niña salió a saludarme con su entusiasmo habitual.Me cogió de la mano y me dijo:-Ven a mi habitación. He invitado a merendar a unas amigas.Me pareció muy gracioso que una niña de cinco años hubiera organizado una merienda con amigas, así que, gustoso, la acompañé a la habitación.Al entrar vi, con cierta decepción, que había cuatro muñecas sentadas alrededor de una mesita, y sobre esta, unas tacitas de plástico y unas madalenas de plastilina.-Ah -dije-, es de mentira.-No -dijo Nina-. Son juguetes de verdad.