Esta mañana Lucía y Blanca han ido disfrazadas al colegio. Y claro con esto de la conciliación pues hay que dejarlo todo preparado del día antes, porque después nos levantamos a lo justo…
Preparando las cosas me llevé una sorpresa ante la reacción de Lucía. Bajó a la cocina y me dice, “Mamá, ¿dónde está el disfraz de la S.W.A.T? Y le contesto, ¿qué te vas a disfrazar de policía? Si mamá.
Pero si ese disfraz es grande, y te va a quedar enorme. Si aún no has estrenado el que los Reyes te trajeron de Campanilla. Si pero es que no me quiero disfrazar de Campanilla mamá. ¿Y eso? Pues porque me quiero disfrazar de policía.
Pues no lo entiendo la verdad, le pides a los Reyes el disfraz de Campanilla, lo reservas para estrenarlo el día de la fiesta de carnaval del cole, y ahora que, ¿lo vas a dejar ahí colgado con la etiqueta hasta que le quede bueno a Blanca? Pobrecitos los Reyes Magos que se van a poner muy tristes, porque dirán que como es posible que ahora no te guste el disfraz de Campanilla.
Si me gusta, pero es que me quiero disfrazar de policía. ¿En serio? Mira Lucía no cuela, ¿Puedes explicarme por qué no te quieres disfrazar de Campanilla? Mamá, es que…., no nada, nada. A ver Lucía quiero que me expliques este cambio tan repentino, no no tengo nada que explicar mamá, iré mañana con la ropa de deporte al colegio y punto.
Fui a buscar a mi marido, que se encontraba en el sofá en ese momento cromosoma Y, es decir, abstraído del mundanal ruido, y en vez de conseguir ayuda, me encontré con: “mira niña te vas a poner el disfraz porque yo lo digo y punto”, y en ese momento me sentí como “no se para que te digo nada hijo….”, pero bastante tenía ya con intentar saber que le pasaba a Lucía como para perder mi escaso tiempo en discutir con él y decirle que era todo un apoyo…. en sentido peyorativo claro está.
Así que me fui al salón en busca de Ana, que estaba con Juanjo estudiando, Ana hija tu hermana dice que no se quiere vestir de Campanilla. Ana se quedó con la misma cara que yo, ¿Cómo mamá? ¿Qué Lucía no se quiere vestir de Campanilla? Pero si lo pidió expresamente en Reyes, además del hada y la muñequita de Campanilla bebé, eran sus regalos más deseados. Si pero parece que ahora ha cambiado de opinión.
En ese momento Lucía rompió a llorar, ¡Si me quiero vestir! Pero es que se van a meter conmigo y me van a llamar niña pequeña. Y ahí ya me di cuenta de lo que ocurría.
Lucía tiene 10 años y estamos entramos en esa fase de que empieza a importarles el que dirán sus amigos, y me acordé de las palabras de Don Justo el curso pasado. Así que me puse a pensar como podía hacer que cambiara de opinión y no renunciara a ser ella misma por miedo al que dirán. Si no ganaba esa batalla, si no reforzaba su forma de ser y sus gustos, ¿qué puede pasar más adelante? ¿insultará a una compañera o le faltará el respeto por miedo a que no la acepten o se metan con ella?¿Hará algo de lo que se arrepienta el día de mañana temiendo no ser aceptada? ¿Cambiará su forma de ser para buscarse un hueco en la vida? Todos tenemos cosas que cambiar, pero debemos de cambiar nuestros defectos, donde fallamos, pero nunca debemos de anularnos como personas por las presiones de nadie.
Así que tras meditar mucho mis palabras, le pregunté:
Cariño, si un niño o niña te pide que robes en una tienda una bolsa de chuches, ¿qué vas a hacer robarla para que no se metan contigo?
Ella me contestó, mamá por Dios.
¿Y si te piden que insultes a alguien? ¿Lo insultarías para que no se metan contigo?
Claro que no mamá.
¿Y si te piden que faltes el respeto a un profesor o compañero? Mamá como voy a hacer eso.
Vale, pues ahora contestame a otra cosa.
¿A ti te gustaría disfrazarte de Campanilla? Quiero que seas muy sincera, porque si a ti no te gusta, ahora mismo subimos y buscamos todos los accesorios del disfraz de policía o de cualquier otro, el que tu me digas.
Mami, y se puso a llorar, ¡Es que yo quiero disfrazarme de Campanilla! Pues si tu quieres disfrazarte de Campanilla, te disfrazas y punto, las personas tenemos que tener gustos y personalidad propios, y si a ti te gustan las hadas, pues como a quien le gusta Pokemon, Batman o Superman, da lo mismo, cada persona es distinta y especial por ello, y tu eres mi pequeña hada de mi casa, y si algún día decides no vestirte de Campanilla, que sea porque tu lo has decidido no porque nadie te obligó a vestirte ni no vestirte, porque si realmente alguien se ha metido contigo porque te gusten las hadas y ves que tu le haces caso, mañana te presionará con otra cosa y te mostrarás como una persona débil y sin personalidad, ahora, si tu tienes claro lo que te gusta, lo que quieres y lo que debes de hacer, las personas que te rodean te respetarán y te querrán por quien eres.
No se trata de imponer tus criterios a nadie, tampoco se trata de no aceptar un consejo cuando sabemos que quien nos los da, lo hace de corazón, pero lo que no se puede aceptar es que por el miedo dejemos de hacer cosas que nos gustan o hagamos cosas que no nos gustan por agradar.
Tu eres mi niña, eres especial, y es normal que con 10 años te guste Campanilla, y te guste disfrazarte de ella, al igual que si mañana tienes 30 años y decides volver a disfrazarte de Campanilla, es más a mi me encantaría disfrazarme de la princesa Mérida con mi arco y mis flechas, lo que pasa es que no he encontrado el disfraz y soy una cuarentona y soy mamá.
Dicho esto, la animamos a probarse el disfraz, y cuando se lo puso, estaba guapísima, y su cara estaba feliz, y de repente volvió Lucía, esa brillante hadita que Dios me regaló un 30 de diciembre de 2004.