CUESTIONES TRANSGÉNICAS. Publicado en Levante 6 de enero de 2012
Coincido en parte con el Sr. Ribó que ha recibido algunas críticas, en mi opinión, algo injustas, acerca de los llamados “transgénicos”. Quizá porque, de sus declaraciones, se ha cogido el rábano por las hojas, atribuyendo de modo unívoco o equívoco lo que, en mi opinión, decía de modo analógico. Y así, es difícil hacerse entender. Considero que lo que deseaba manifestar no es, ni más ni menos, que una intuición que compartimos algunos biólogos.
La cuestión de los transgénicos es compleja. Con múltiples intereses, y no me refiero solamente al aspecto comercial, que también. No se puede poner puertas al campo, nunca mejor dicho. Pero esto no obsta para que haya una sensibilidad ecológica y lo que menciona Joan Ribó: el principio de precaución. Habría que ver y estudiar, en efecto, uno a uno, como señala el Sr. Gómez Mondragón, qué transgénicos se pueden incorporar a la cadena alimentaria y, en general, trófica; y comprobar que los efectos son proporcionales a los riesgos que se asumen. Porque riesgos, haberlos ‘haylos’, por mucho que a algunos se les antojen remotos.
En primer lugar, habría que señalar, siguiendo el principio de precaución, que realmente el transgénico concreto suponga una mejora productiva considerable, respecto a la variedad no transgénica: si no, ni siquiera vale la pena intentarlo. Esto, lógicamente, se supone, pero hay que demostrarlo en concreto.
Segundo, que la mejora no suponga una merma de la biodiversidad, lo que se me antoja bastante difícil, teniendo en cuenta que el agricultor se dejará llevar por el principio de máximo rendimiento económico y le resultará difícil sustraerse a ese “valor”, en consideración a un elemento más o menos “bucólico” de “biodiversidad”.
Tercero, habría que comprobar qué genes son los transferidos, porque no es lo mismo un gen de una variedad de la misma especie o una especie similar, que un gen que se incorpora de una especie filogenéticamente lejana desde el punto de vista evolutivo.
Cuarto, estamos asistiendo a un aumento de las enfermedades llamadas del desarrollo (enfermedades raras, epigenéticas, inflamatorias, etc.) y a un alza considerable de las alergias alimentarias, polínicas, etc. que, en los últimos quince años, han duplicado su incidencia en la población, especialmente urbana, por lo que la cuestión no es baladí, ni mucho menos. El tema de las alergias es, de por sí, muy complicado, entre otras cosas, porque no sabemos a ciencia cierta qué tipo de haptenos (factores multiplicadores de alergia), ni tampoco conocemos cómo funciona el sistema inmune ni la reacción ante tantos elementos dispares que inciden, porque nos falta saber aspectos importantes del propio funcionamiento del sistema inmune: cómo madura en los primeros años de edad, la influencia del tipo de vida, el factor higiénico, el carácter hereditario, los aspectos de los mecanismos moleculares implicados, o las sustancias que “echamos” en el medio ambiente, alimentos, etc. Lo que deja un amplio margen de suposiciones que habrá que desentrañar, pues, en la actualidad, la lucha contra ese tipo de enfermedades es aún bastante precaria y el arsenal terapéutico indigente.
Quinto y, de momento, último aspecto de este sucinto análisis, hay que verificar la capacidad de lucha contra las plagas, pues todos conocemos que una sola variedad de cultivo está expuesta, más o menos pronto, a sufrir un colapso si algún competidor y, sobre todo, parásito pudiera campear y enseñorearse de ese cultivo. Los efectos bien pudieran ser devastadores. Es una suposición, pero hay que ponerse en los escenarios posibles. La naturaleza es viva y reacciona. El principio evolutivo así lo supone. Y hemos comprobado ya muchas resistencias.
Por tanto, y en resumidas cuentas, es necesario evaluar todos estos factores y luego, de acuerdo con este principio de precaución, ser consecuentes. Nos podemos equivocar, en un sentido o en otro, pero eso no impide la necesidad de evaluar a priori los riesgos/ventajas que se asumen.
Pedro López. Biólogo
Grupo de Estudios de Actualidad