Una tarde de este verano unos amigos y yo fuimos hasta una cueva que conocemos en Sepúlveda (Sg), la "Cueva de la paja".
Es una antigua cantera de la que se extraería, en su día, la famosa roca caliza rosada de Sepúlveda. No he podido encontrar documentación sobre esta cueva, pero pienso que ha pasado por ella mucha gente y cada uno de ellos con un fin distinto.
Los primeros los canteros, que fueron los que hicieron la cueva en si, poco a poco irían picando y extrayendo esta preciada roca para la construcción de casas de gente pudiente, palacetes, etc, no todo el mundo podía permitirse una construcción de piedra.
Es posible que también haya estado habitada, hay una especie de bancos tallados, pequeñas pilas (posiblemente para almacenar agua o alimentos). Las primeras huellas humanas datadas son del primer cuarto del siglo XIX.
Desde posibles habitantes de la cueva, pasando por pastores o, porque no, parejas de enamorados que encontraron en esta cueva la protección, la soledad o la intimidad que necesitaban dejaron su huella en las paredes. Algunas marcas talladas otras a lapicero, allí quedan para encontrármelas y quedarme mirándolas imaginando quién serían todas estás personas.
Nos vamos ya, queda todo como lo hemos encontrado, solo nos llevamos unas fotografías y solo dejamos nuestras huellas. En realidad la visita a la cueva no fue para ver los bancos tallados, ni las firmas de la gente sino, como no, para ver "bichos", qué podemos ver en una cueva... los quirópteros, esos pequeños mamíferos voladores comúnmente llamados murciélagos. En la próxima entrada os los presento.