Por último, en esta serie de posts dedicados a nuestro propio cuidado vamos a exponer que sería hablar de una baja autoestima.
Podríamos definir la baja autoestima cuando no se gusta a uno mismo, se rechaza. No es algo que nos hagan sentir los demás, aunque a veces hayan colaborado en cierta medida, sino algo que se debe a uno mismo y que por lo tanto, es nuestra propia responsabilidad, al menos cuando somos adultos. El fondo del problema no está en tener la nariz grande, exceso de peso, mal humor, el fondo es la actitud que se toma ante ello. Se magnifica esa cuestión hasta el punto de que en la mente de esa persona con baja autoestima llega a tapar, e incluso a ocultar aquellos otros aspectos suyos que son positivos. Se acaba, por tanto, confundiendo la parte con el todo; algo así como si uno se dijera “si tengo una nariz fea, soy feo” pudiendo ignorar, por ejemplo el bonito color de sus ojos. Dicho de otro modo, sobrevalorar los aspectos negativos, minimizando sus aspectos positivos.
Por lo tanto, debajo de una persona con baja autoestima, se esconde un esquema cognitivo distorsionado, donde se observan ideas irracionales de perfeccionismo, que les lleva a tener unas expectativas muy elevadas de ellos mismos, a autoexigirse demasiado y a ser muy críticas. Con un estilo de pensamiento dicotómico “todo-nada” no es difícil llegar a la conclusión a la que llegan estas personas; es como si se dijeran “ si no soy perfecto, no valgo nada”. Esta característica las hace estar continuamente valorándose y comparándose con otros y con su prototipo ideal, prototipo que, dada su necesidad de perfeccionismo y rigidez, es prácticamente inalcanzable, en la mayoría de las ocasiones.
Por estas ideas, su conducta se caracteriza por un tremendo miedo a cometer errores, lo que condiciona sus comportamientos; por un lado, pueden llegar a evitar determinadas situaciones en las que no están seguros de salir airosos y por otro, el simple hecho de tener un fallo les hace sentirse fracasados. Por otra parte, suelen tener una intensa necesidad de aprobación de los demás, lo que les hace ser muy vulnerables a las críticas que reciben. En ocasiones, dan por validas, sin más, esas críticas, como si el simple hecho de que alguien dijera algo convirtiese ese algo en cierto y real. Otras veces, van todavía más allá y malinterpretan las palabras de otras personas en función de lo que ellos piensan de sí mismos.
El trabajo de autoestima supone un cambio de actitud: ser más tolerantes con nosotros mismos, permitirse fallos y defectos, fijarse metas realistas, no estar constantemente valorándose ni conceder tanta importancia a la opinión de los demás. Aunque tenemos que tener claro que este es un trabajo largo, de fondo y con un gran esfuerzo personal.
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