Revista Psicología

Cuidar al que cuida: Síndrome del Cuidador

Por Centro Psiconet

¿Quién cuida?

Generalmente, los cuidados que precisa un enfermo crónico están a cargo de una mujer de entre los 45 y 60 años y a la que le unen al paciente lazos familiares.

Quien se convierte en cuidador contrae un gran carga física y psíquica:

  • Se responsabiliza de la vida del enfermo: medicación, higiene, cuidados, alimentación, etc.
  • Va perdiendo paulatinamente su independencia, ya que los cuidados van absorbiendo cada vez más.
  • Se desatiende a sí mismo: No tienen el tiempo libre necesario para su vida personal y ociosa, abandonan sus aficiones, descuidan su vida social y acaban paralizando  su proyecto vital personal.

Todo esto suelen acabar causando importantes trastornos psicológicos en el cuidador principal, siendo los más evidentes:

  • Irritabilidad o agresividad constante contra los demás
  • Aislamiento progresivo y tendencia a encerrarse en uno mismo
  • Depresión, cansancio, ansiedad…

Cuidar al que cuida: Síndrome del Cuidador

¿Qué podemos hacer?

Todos tenemos una función importante para mejorar esta situación, tanto si somos el cuidador principal como si se trata de los cuidadores auxiliares o el entorno cercano.

  • Aunque parezca paradójico, suele ser más fácil para el entorno detectar las consecuencias perjudiciales que aparecen en el cuidador que la propia persona que lo está sufriendo, por eso es muy importante detectar y actuar en cuanto nos demos cuenta de lo que está ocurriendo.
  • Pedir toda la información necesaria al personal médico y enfermería sobre el procedimiento y los cuidados que tendrán que llevarse a cabo desde ese momento.
  • El cuidador principal, además de salir y ponerse en contacto con otras personas que están en su misma situación, también necesitará llegado el momento asistencia médica y psicológica, especialmente para aceptar y aprender a manejar las emociones que sienten (muchas de ellas rechazadas y reprimidas por la culpa, por creer que son malas personas al sentirse frustrados, hartos, o incluso aliviados cuando ocurre el fallecimiento del enfermo).

Son muchas (y contradictorias) las emociones que se experimentan como consecuencia de convivir, atender y querer a un familiar enfermo que nos necesita. El cuidador principal a menudo está abrumado y el apoyo de su entorno a veces no es suficiente.

  • Intentar descansar diariamente, por difícil o breve que sea a veces.
  • No desatender nuestra propia salud.  Acudir al médico periódicamente y explicarle la situación personal. Muchas veces el cuidador debe medicarse por prescripción médica, para evitar el insomnio, por ejemplo. También es frecuente la aparición de lesiones musculares, dolores de espalda, cervicales por el esfuerzo de mover a la persona dependiente.
  • Mantener alguna de las actividades que más nos gustan y distraen (deporte, cine, paseos, salir a cenar…), derivando durante esas horas la atención del paciente a un cuidador auxiliar. También son necesarias las vacaciones, ya que por cortas que tengan que ser, son imprescindibles para tomar perspectiva y recargar pilas para la situación tan compleja y sacrificada que tenemos por delante.

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