Hay que ver lo poco que contribuye la enseñanza pública a eliminar prejuicios en relación a algunas cuestiones que tienen que ver, mayoritariamente, con el cuerpo. En concreto, con esas partes que están relacionadas con el pis y la caca y, por qué no decirlo, con el 'ñaca-ñaca'.
Esta semana, mi hija mayor, que ya se ha iniciado oficialmente en el sesudo estudio escolar de la fisonomía humana, ha traído del cole una de esas fichas en las que aparece dibujado un niño de espaldas y del que salen una serie de flechas indicando que la mano es, efectivamente y sin lugar a dudas, la mano. ¡Ma-no!. Y que eso que está encima de los hombros no puede ser más que la cabeza. ¡Ca-be-za!. Por no hablar de esos bonitos apéndices que nos llevan _de una forma más o menos peluda_ a todos lados denominados piernas. ¡Pierrrr-nas!.
Pues bien... Si la mano es la mano, la cabeza es la cabeza y las piernas son las piernas, no sé a santo de qué el culo de toda la vida, el culo patrio, ese que viene en el diccionario de la RAE y hasta en el María Moliner y sobre el cual todo Cristo reposa su santo peso cada vez se sienta es, según indica la ficha de mi hija, el culete. Así. ¡Cu-le-te!.
Imagino que no es de recibo que a tan temprana edad, en los libros escolares aparezcan vocablos tan rudos y malsonantes como culo, por lo que deduzco _ ya que la ficha de mi hija se titula 'Niño y Niña'_ que, cuando la profe se meta en mayores lides y tenga que explicar aquello del pene, la vulva y la vagina, no tendrá reparo de ningún tipo en aprestarse (con la venia de la E.S.O y el subterfugio del diminutivo) a nombrarlos como 'pitilín' o 'chochete'. Órganos ambos que, ya se sabe, no están ahí para ser, mayoritariamente, fuente de placer, sino para asegurar que la especie humana se perpetúa in aeternam y que el futuro de la misma queda garantizado cada vez que a papá le da el arrebato hortofrutícola y panspérmico de poner semillitas dentro de mamá.
La cosa, que aparentemente es inocua si no fuera porque yo soy una jodida quisquillosa que se empeña en ver gigantes allí donde solo hay molinos, tiene algún bemol más si añado que la niña y el niño que aparecen en la ficha de mi hija no son niños sino muñecos. Rubio el uno y morena la otra, eso sí. No vaya a ser que la cosa racial no quede democráticamente contemplada. Muñecos puros y duros, señores, tiesos como la mojama, con sus bracitos almidonados muy bien colocados al lado del cuerpo y con cara de haber salido de la factoría Famosa hace tan solo un momento.
Supongo, puestos a elucubrar, que mostrar en la susodicha ficha a un niño y a una niña tal cual son, con sus cuerpos y sus genitalidades reales, con su cabezas, su brazos y sus culos como son en verdad constituye una ordinariez y, si me da por rizar el rizo, un atentado contra los derechos del niño al exponer a ojos de cualquier degenerado _padres y profesores incluidos_ la anatomía infantil.
Sea como fuere, a mí esto del culete y los muñecos me parece que no lleva a ninguna parte más que a perpetuar la visión pecaminosa y peyorativa de nuestra corporalidad, perfecta, precisa y bella como ninguna otra, a enseñarles a los niños que hay determinadas partes de su cuerpo dignas de ser nombradas con todas las letras y otras, sencillamente, que deben ser mencionadas en diminutivo, no vaya a ser que si decimos ¡CU-LO! tiemble el Misterio y se desplome la reserva de la decencia en Occidente.
En relación a todo esto, que evidentemente es más una percepción de madre que una constatación de hija, a mi primogénita se la trae al pairo lo del culete de los muñecos. Ella, harta como está de ver el de su madre cada vez que entra y sale de la ducha, bien sabe que un culo es un culo aquí y en Pernambuco. Y que esa parte de su anatomía _y la de todos_ dista mucho de ser la geografía muerta, púdica e hierática de la ficha que acaba de traer del cole.
A ella, como digo, la deja indiferente el culete oficial de las respetabilísimas editoriales y el Ministerio de Educación. Como bien me dijo ayer por la noche mientras veíamos bailar a Shakira en un vídeo de Youtube, ella lo que quiere es un culo de gitana.
Y no voy a ser yo quien se lo niegue.