La Cultura Arabe se ubicó en Arabia, una península situada entre el Mar Rojo y el Golfo Pérsico, al suroeste de Asia. Por su clima árido, Arabia es un desierto donde la agricultura sólo es posible en algunos lugares de la costa y en los oasis del interior.
Hasta el siglo VII, la Península de Arabia estuvo apartada de los grandes centros históricos: sólo era un lugar de paso de las rutas de caravanas que venían de Oriente trayendo especias, sedas y otras mercancías.
Los árabes que habitaban la península era de raza semita. La mayoría eran beduinos: nómades dedicados al pastoreo de cabras y camellos. Por eso existían pocas ciudades en Arabia: Yatrib y la meca eran los centros comerciales más importantes.
Organizados en tribus rivales, los árabes no formaban un país. Cada tribu tenía sus propios intereses y sus propias creencias; algunos era fetichistas; otros, en cambio, politeístas. Sin embargo, la mayoría le rendía culto a una misteriosa piedra: la Piedra Negra, en el santuario de la Kaaba, en la Meca. Este rudo pueblo estuvo destinado a difundir una brillante civilización desde que fue unido por una religión común predicada por un profeta: Mahoma.
El nacimiento del Islam
En el año 570 d.C. nació en la Meca Mahoma. Huérfano a temprana edad, Mahoma trabajó de joven en una empresa de caravanas que le pertenecía a una rica viuda llamada Jadicha, con la que luego se casó.
Reflexivo y buen conocedor del judaísmo y del cristianismo, Mahoma comenzó a predicar a partir del año 610, una nueva religión. Esta religión reconocía la existencia de un único dios: Alá.
En un principio, los habitantes de la Meca estuvieron en contra de la doctrina de Mahoma. Por eso, el año 622 lo obligaron a huir a la ciudad de Yatrib, que luego se llamó Medina. A esta huida se le conoce como la Hégira y con ella se inició la era islámica: los años árabes se cuentan a partir de esa fecha.
Poco tiempo después, Mahoma reclutó un ejercito y conquistó la Meca (año 630). Entonces, la mayor parte de los ciudadanos abrazaron el islamismo. Dos años más tarde Mahoma murió; sin embargo, toda Arabia quedó unida por su doctrina.
La doctrina predicada por Mahoma es el Islam, que en árabe quiere decir sumisión a Dios, y sus seguidores se llaman musulmanes. El Islam es una doctrina sencilla, cuyo dogma principal es la fe en un solo Dios, del que Mahoma es su profeta. En el libro sagrado de los musulmanes, el Corán, se establecieron los preceptos básicos de esta religión:
- La limosna al hermano necesitado.
- La oración, que debe hacerse cinco veces al día.
- El ayuno durante el mes del Ramadán.
- La peregrinación a la Meca, al menos una vez en la vida.
- La Guerra Santa contra el infiel, para defender el Islam.
Alá y el Corán
Aunque la tradición le ha atribuido a Mahoma una piedad devota desde muy joven, Mahoma no tuvo una decisiva inspiración religiosa hasta los 40 años. A esa edad, cuenta la tradición que el arcángel Gabriel le comunicó las revelaciones de Alá. Estas revelaciones le fueron hechas en prosa rimada y en intervalos hasta su muerte. Luego, reunidas todas, recibieron el nombre de Corán. El Corán, que es el libro sagrado de los musulmanes, esta dividido en 114 capítulos, llamados suras o azoras. Contienen los dogmas que deben aceptar creyentes y las leyes que constituyen la base del derecho islámico. Entre otras cosas el Corán prohibe tomar bebidas alcohólicas, comer carne de cerdo, el juego de azar y el uso de imágenes.
La Guerra Santa
El Corán estableció la Guerra Santa como difusión del Islam. La expansión del Islam se produjo en un breve lapso: en poco más de cien años, las conquistas de Mahoma se extendieron por gran parte de Asia, norte de África y la Península Ibérica, a la que los musulmanes llegaron el año 711 d.C.
Camino a la Meca
En un cruce de caminos, en las proximidades de un rico manantial, los árabes levantaron una pequeña ciudad: la Meca. En esta ciudad se venera hasta la actualidad a una piedra negra en la que se apoyó el padre de todos los árabes: Ismael, hijo de Abraham. Cuenta la historia que esta piedra se encuentra en una construcción llamada la Kaaba, que significa la casa cuadrada. Antiguamente, era costumbre que todos los árabes hicieran una peregrinación anual a la Meca para visitar la Kaaba. En la actualidad, todo árabe que se aprecie acude al menos una vez en su vida a este santuario.
Kaaba
Formación del Imperio Árabe, Islámico
El Islam unió al pueblo árabe y lo lanzó a una rápida expansión militar entre los siglos VII y VIII.
A la muerte de Mahoma, la dirección del Islam fue ejercida por los califas o sucesores de Mahoma. Los primeros califas, denominados ortodoxos, fueron elegidos entre los parientes del profeta. Bajo su mandato la capital fue la ciudad de Medina y los musulmanes se apoderaron del norte de África, Siria, Palestina y el Imperio Persa.
Tras la muerte del califa Alí (año 661), la familia de los Omeya se apoderó del califato y convirtió a Damasco en su capital. En esta época, los musulmanes conquistaron Marruecos y la Península Ibérica. Por el este se extendieron hasta el río Indo y el Turquestán.
A mediados del siglo VIII, después de cruentas luchas, la familia de los Abasidas desplazó a los Omeyas y traslado la capital del califato a Bagdad.
A partir del siglo X, el Islam sufrió un proceso de desintegración político debido a conflictos religiosos, al surgimiento de dinastías regionales independientes en España, en Marruecos y en Egipto y a las invasiones de turcos y mongoles.
La Economía de la Cultura Árabe
El comercio fue el principal factor de unidad que vinculó al Imperio árabe. A partir del siglo VIII, los musulmanes dominaron las rutas marítimas del Mediterráneo y del océano Índico, con su prolongación al Mar Rojo y al Golfo Pérsico. También controlaron las principales rutas terrestres de África y de Asia.
De esta manera, los árabes acapararon las mercancías más preciadas: las especies de Asia oriental, las piedras preciosas de la India, la seda de la China y el oro y el marfil de Sudán. Disponían, además, de la mejor flota de su época y de los puertos más activos.
El uso de una moneda propia, el dinar de oro, independizó a los árabes de la economía bizantina. Por otra parte, para evitar llevar numerosos sacos de moneda, los musulmanes idearon dos nuevas formas de pago: la letra de cambio y el cheque.
A pesar de la gran importancia de las actividades comerciales, la agricultura fue el principal recurso de la Cultura Árabe y alcanzó un notable desarrollo entre los siglos VIII al X.
La agricultura se desarrolló, sobre todo, en las zonas occidentales del Mediterráneo, pues ahí los árabes introdujeron nuevas técnicas de regadío: acequias y norias, entre muchas otras.
También introdujeron nuevos cultivos, como la caña de azúcar, el albaricoque, el algodón y el azafrán.
La administración de un Imperio
Al frente del enorme Imperio Islámico o Árabe se encontraba el califa, que era el sucesor de Mahoma y el representante de Alá.
El Corán encomendaba al califa ordenar bien y prohibir el mal. Su autoridad era total en el aspecto religioso y también en el político.
El cargo de califa fue electivo en un principio: luego, los Omeyas lo hicieron hereditario.
La gran extensión del imperio hizo necesario crear una amplia administración, que se inspiró en modelos bizantinos y persas:
- En las provincias, los gobernadores, llamados valies o emires, tuvieron la autoridad civil y con le tiempo, incluso militar.
- La administración central, los visires o ministros eran los encargados de la dirección de los principales servicios y colaboraban con el califa. En España existió, entre el califa y el visir, una figura intermedia, la del hayib o primer ministro.
- Para la administración de justicia, los califas nombraron jueces o cadíes en todas las ciudades del imperio.
El ejército aseguró las grandes conquistas: gozaban de una organización excelente, en la que la caballería era el principal contingente. Con los Omeyas se reclutó estrictamente entre los árabes. Los califas Abasidas introdujeron ya en él a extranjeros y, a partir del siglo X, a soldados mercenarios.
Las ciudades árabes
Luego de la religión, la segunda característica de la cultura árabe fue su enorme desarrollo urbano. Pese a su origen nómade, los árabes se acostumbraron rápidamente a la vida urbana. Por eso, en contraste con los que ocurrió con la Europa cristiana, en la cultura árabe las ciudades florecieron por todas partes. Las ciudades árabes fueron fundamentalmente centros mercantiles. S u vida giraba alrededor de la mezquita, que era el lugar donde se oraba, y del zoco o mercado. Cerca de la mezquita se hallaba la alcaicería, donde se almacenaban los productos preciosos del exterior, y en las ciudades más importantes se encontraba la casa de la moneda y el mercado de cambios. Alrededor de este núcleo se entrecruzaban las coloridas y laberínticas calles comerciales y también las viviendas.
Bagdad
Los Abasidas trasladaron la capital a Bagdad. A partir de ese momento, Bagdad se convirtió en la ciudad más esplendorosa y poblada de Imperio Árabe, solo comparable a la capital del Imperio Bizantino, Constantinopla. Bagdad, actual capital de Iraq, está a orillas del río Trigris, en una zona muy fértil en la que se cruzaban las grandes rutas comerciales de Asia. Era, en ese entonces, un importante puerto fluvial. Bagdad poseía dos murallas y estaba defendida por 28 torres. Se accedía a ella por cuatro puertas situadas en los cuatro puntos cardinales.
Cultura Árabe una Cultura de síntesis
La cultura Árabe asimiló distintas culturas, de los pueblos sometidos. Crearon de esta forma una cultura propia,síntesis de valores orientales (persas, indios, chinos) y clásicos-helenísticos (recogidos de Bizancio)
La cultura Árabe aportó a esa síntesis su propia mentalidad, impregnada por su religión y su lengua, que se convirtió en la expresión universal de su civilización, pues todos los países conquistados adoptaron el árabe.
Las obras más importantes de los pensadores orientales y griegos se tradujeron al árabe. Sobre esa base, los sabios musulmanes llevaron a cabo sus propias creaciones en escuelas y centros de estudio establecidos en las grandes ciudades como, por ejemplo, Bagdad, Damasco y Córdoba.
Gracias a las traducciones de los árabes, los europeos volvieron a encontrarse con las viejas raíces de su civilización, pero también se beneficiaron con los nuevos aportes que traían los musulmanes.
Así ocurrió con el uso de la pólvora, el papel y la brújula, que habían aprendido de los chinos. Apasionados por la alquimia, los científicos musulmanes descubrieron el alcohol, la potasa y el ácido sulfúrico entre otros materiales más.
Médicos como Rhazes y Avicena impulsaron notablemente esta ciencia. Lo mismo ocurrió con la geografía y la astronomía. Los árabes aportaron a la matemática el sistema de numeración basado en el cero, y el álgebra.
Esencial fue también, el desarrollo que los pensadores como Averroes dieron a la filosofía, y la difusión del pensamiento de Aristóteles, que fue el autor más leído por los árabes.
Por otro lado, su literatura fue brillante. Influidos por la lndia, cultivaron con entusiasmo la narración corta y los cuentos. Un excelente ejemplo de esto son los relatos de las Las mil y una noches, escritos en prosa y basados en historias y leyendas de origen persa o hindú.
Médicos de la Cultura Arabe
El arte Árabe
Entre otras cosas, el Corán prohibió el uso de imágenes religiosas. Y aunque no todos los califas cumplieron con esta prohibición, el arte árabe se redujo, mayoritariamente, al campo de la arquitectura.
La necesidad de realizar la oración común los viernes, ordenada por Mahoma, originó el monumento clave: la mezquita, que era el lugar donde se realizaba la plegaria comunitaria.
En todas las mezquitas árabes predomina la anchura sobre la longitud y abundan las columnas, pero no existe unidad de estilos en los elementos empleados (arcos, capiteles, decoración), que varían en cada país.
Sobresalen sin embargo, ciertas características:
- El uso de la cúpula, aprendida de Bizancio.
- El empleo del arco de herradura, usado por persas y visigodos.
- El predominio de los elementos decorativos que se aplicaban a los muros: placas de piedra, tableros de yeso o cerámica vidriada.
Las Mezquitas
En árabe mezquita se dice masdchid, que significa lugar de adoración. Y es que a diferencia de los templos cristianos, los santuarios musulmanes son centros de oración, y no la casa de Dios. La mezquita ordinaria era un simple patio, en el que se señalaba un muro llamado quibla orientado a la Meca, con un pequeño ábside, el mihrab, que indicaba dicha dirección. Luego, se cubrió parte de este patio y se añadieron el minbar, que es el púlpito para el imán, encargado de dirigir la oración; y el minarete, una torre desde la cual el almuédano, sacerdote musulmán, convoca a la oración. Para evitar las idolatrías, el Islam prohibe cualquier representación humana o animal en las mezquitas.
Mezquita de la Roca
El monumento más antiguo que se conserva del Islam, es la mezquita de Omar, en Jerusalén. Construida en el siglo VII por el califa Omar, sucesor de Mahoma, es conocida también con el nombre de Mezquita de la Roca. Esto se debe a que en su interior se venera una roca que la tradición lo relaciona con el lugar de sacrificio de Isaac, el hijo de Abraham, honrado por igual por cristianos, judíos y musulmanes. A lo largo de los siglos era, también, aquella desde la cual el profeta Mahoma había efectuado su milagrosa ascensión al cielo.
Mezquita de la Roca