Revista Cultura y Ocio

Cultura generosamente compartida

Publicado el 18 diciembre 2011 por Elboletin

Cultura generosamente compartida
La Literatura, y por añadidura la Cultura, se comparten de muchas maneras. Se puede admirar un cuadro, se puede hablar sobre géneros y libros y se puede leer con y para otros. Son tres ejemplos que simbolizan Quica Ripoll, animadora cultural desde siempre y, en la actualidad, ciccerone de ciudadanos de corta edad; la Asociación Cultural Tiramisú entre libros, que habla de novedades editoriales en torno a un pastel y los padres y madres que disfrutan con sus hijos de alguno de los magníficos álbumes ilustrados que se publican cada año en España. Pasen y vean, mejor dicho: lean.
Cultura generosamente compartida Sentados en el suelo, un grupo de niños, rompen la seriedad que se le supone a un museo, antiguamente lugares en los que reinaban las voces amortiguadas de los murmullos de los visitantes. Hoy, es normal encontrarse con una visita de escolares, algunos muy pequeños, que contemplan un cuadro y hacen todo tipo de preguntas e interpretaciones.
El protagonista de hoy es el grupo que visita el Reina Sofía, en Madrid, vigilados discretamente por sus tutoras, y con una guía que es casi una maestra, Quica Ripoll, una mujer que cuando se jubiló fue incapaz de quedarse en casa y quiso seguir trabajando, ya de manera voluntaria. Colaboradora de la Confederación Española de Aulas de la Tercera Edad, una gestora que distribuye el tiempo de sus asociados entre los centros culturales más importantes de España y cuyo auditorio serán siempre escolares de diferentes edades para no entrar en competencia con los guías profesionales.
Ripoll se toma muy en serio sus visitas guiadas y ha elegido para la ocasión cinco cuadros: dos Miró, un Dalí y un Ángeles Santos Torroella, además de la guinda del pastel: el Guernica de Pablo Picasso. Y los niños que contemplan trazos, figuras distorsionadas, paletas de colores curiosamente mezcladas o tonalidades de grises que simbolizan el horror de la guerra, son capaces de distinguir personas, situaciones y, casi, hasta sentimientos, los que los autores quisieron plasmar en sus obras inmortales.
No es una visita de trascendencia, solo son pequeños de 6 años, que apenas han estado en contacto directo con el Arte, con mayúsculas, y sin embargo, ante las explicaciones de Quica Ripoll cuando dice de Miró que fue “reduciendo, reduciendo tanto que solo pintó lo esencial” o cuando les habla, ante el Ángelus de Dalí, que el pintor “y su padre se llevaban un poco mal”, más de un adulto que está cerca hace un disimulado esfuerzo por seguir sus comentarios. La que toma nota de todo es Juana Campo, profesora jubilada y voluntaria en prácticas que está aprendiendo de algunos de los guías voluntarios, para, en breve, ser ella misma otra más.
Y llega el postre: el Guernica y Ripoll les dice: “¿Lo conocéis? Y la respuesta es unánime, un sí que si no se controla se convierte en una algarabía pero que termina en un grito quedo. Sus profesoras les han hablado ya de la obra del malagueño. No saben qué es, no saben qué significa pero sí son conscientes de que es importante y su guía, una afable mujer de pelo blanco y mucha sabiduría, les confirma: “Hay gente que viaja a España solo para ver este cuadro y vosotros tenéis la suerte, hoy, de ver el original. No es una copia, no. Es ¡el auténtico!”. 
Cultura generosamente compartida
El clima está creado y los niños, en parejas y en rigurosa fila, se dirigen a la sala más visitada del Reina Sofía. Dos guardias de seguridad, acostumbrados a las visitas de escolares, les contemplan entre divertidos y sabedores de lo que pasará y Quica desgrana alguno de los significados de la obra, que si hubo una guerra, que si aquí hay una mujer, y aquello, en aquella esquina ¿qué os parece que es? y las cabecitas van girando todas a un tiempo siguiendo las palabras de su particular profesora.
Ha pasado ya una hora y cuarto y uno dice: “¿Cuándo comemos?” La visita toca a su fin, los pequeños han aguantado más tiempo del que aguanta más de un adulto. Caminan alegres camino de los ascensores, atractivos porque van al aire, recorriendo la columna invisible del museo madrileño que se convierten en una montaña rusa improvisada para los pequeños. El grupo con el que monto tiene la suerte de que una visitante, ajena a nuestra visita, nos conduzca a una planta superior. Y sonríen divertidos ante la expectativa de bajar, como escaladores en burbujas de cristal, desde lo más arriba del edificio.
Una excursión cultural en toda regla, divertida y diferente que puede completarse con algunos de los muchos títulos que sobre arte hay para primeros lectores como 16 pintores muy, muy importantes ilustrado por Violeta Monreal y reciente premio CCEI Isabel Niño, de la editorial Bruño, Juega con el arte (en la editorial SM), Goya y el dos de Mayo de Fernando Marías (Anaya), o Arte, mi primer libro publicado por Everest.
De compartir también saben los miembros de Tiramisú entre libros. Hace poco más de un año, un grupo de blogueros, reseñadores, autores y buenos aficionados a la Literatura se reunieron en torno a la página web Anika entre libros y al tiramisú, que después institucionalizó Elena Martínez. De ahí a decidir  formalizar sus encuentros solo hubo un paso, eso sí, siempre en torno al pastel que convertía las citas literarias en meriendas.
Y como no solo querían hablar de libros entre amigos, se lanzaron y les propusieron a los autores que querían escucharles acudir a sus reuniones para presentar sus últimos trabajos. Así han celebrado jornadas de terror, con ese elemento como temática literaria, de ciencia ficción, juveniles e infantiles... Y por sus reuniones han pasado autores como Santiago García-Clairac, Antonio J. Cuevas, Rafael Estrada, Javier Ruescas, Judith Bosch, José Antonio Cotrina, Antonio Martín Morales, Francisco de Paula, Juande Garduño, José Luis Zapatero y Miguel Aguerralde, entre otros.
Cultura generosamente compartida
Y lo que en un principio era un grupo de amigos que se conocieron porque coincidieron en un sitio web escribiendo sobre libros, con el paso del tiempo y el esfuerzo empleado tanto en darse a conocer como en ganarse la confianza de algunas librerías como Fnac o Liberespacio se ha transformado en una Asociación Cultural que sigue teniendo el tiramisú como hilo conductor, más bien como pastel a compartir mientras se comentan las últimas lecturas y se anticipan las siguientes. En un tono, ante todo, dulce.
Y no hay lectura, y cultura, más generosa que la que un adulto comparte con un niño. Estudiosos y especialistas aconsejan a los padres que acostumbren a sus hijos a convivir con los libros para que tarde o temprano sean ellos mismos los que los busquen. Y los álbumes ilustrados son los mejores aliados para crear la afición a la lectura.
Cultura generosamente compartida Este año que termina han llegado nuevos tesoros editoriales a los escaparates de las librerías. Tal vez el más espectacular sea la versión que Rébecca Dautremmer ha hecho de Alicia en el país de las maravillas, editado por Edelvives. Un libro de coleccionista, que es tanto regalo para niños como para adultos enamorados de la buena ilustración y la de la autora francesa roza la excelencia. Esta misma editorial ha publicado también la obra de un discípulo de la ilustradora gala, Blancanieves de Benjamin Lacombe, con un dibujo que recuerda mucho al de su maestra.
Y es que la editorial aragonesa ha publicado este año, como en anteriores, auténticas joyas editadas con mimo. Un ejemplo es Te quiero un montón de Alain Serres y Olivier Tallec, una historia de amor narrada de forma tan poética que puede convencer al más escéptico de la existencia del sentimiento más puro. Un niño se enamora de su vecina, a la que contempla desde su ventana, y un día se decide a escribirle una carta. Esa misiva recorre el planeta y tarda años en hacerlo, los mismos que pasan por ellos, cada uno en su ventana, día tras día, mientras se hacen ancianos. Hasta que un día, ella le devuelve una sonrisa enmarcada en un pelo totalmente blanco, la sonrisa que él siempre había esperado. Para saber el motivo lo mejor es leer el álbum.
Igual de detallista es Besos que fueron y no fueron de Roger Olmos y David Aceituno, en la editorial Lumen Un volumen grande que habla de los besos de cuento y lo que significan, de los besos futuristas que es capaz de fabricar una máquina expendedora, de los besos de las sirenas, de las formas de pedir un beso, de los de las grandes historias de amor como los de Romeo y Julieta, de los que tienen superpoderes, de los tímidos y de los perfectos. Si el lector, después de tener este libro en sus manos, no siente ganas de besar a alguien...
Y de sentimientos habla también Quién tiene miedo, de Pere Vilà y Sergio Mora (Editorial LaGalera), aunque esta vez el tema gira en torno a los terrores nocturnos de los niños. Su lectura, en  formato apaisado, ayuda a explicar el miedo a la oscuridad que sienten los más pequeños una vez que la luz se apaga y llega la hora de dormir. Una didáctica historia que tiene respuesta para cada una de las situaciones que plantea Pablo, de cinco años, que asegura convivir con monstruos ruidosos que se cuelan en su habitación cada noche.
Cultura generosamente compartida Y siguiendo con algunas de las criaturas que más miedo pueden inspirar en los cuentos infantiles, hay dos apuestas arriesgadas de otros tantos autores originales siempre en sus planteamientos. La primera, una versión de Caperucita Roja del ilustrador Adolfo Serra (Editorial Narval) que revisita la historia, armándose solo de ilustraciones, el lector no encontrará ni una sola palabra en todo el álbum, con una visión que a un adulto puede parecerle fuerte y que, sin embargo, los niños le demostraron que interiorizaban con absoluta normalidad y lo hicieron en las presentaciones que el autor celebró este año en diferentes librerías. Como en anteriores títulos, lo mejor es echarle un vistazo al libro porque no es tan fiero el lobo como lo pintan, al menos a los niños no se lo parece. Y del mismo animal va Un cuento lleno de lobos de Roberto Aliaga y Roger Olmos publicado por la editorial OQO. En el que hay lobos por todas partes y en cada una de las páginas que pasa el lector imaginario del que se habla en el libro. Lobos tragones, avispados, hambrientos, de oído agudo, de mejor olfato... con un final tan soprendente como tranquilizador.
Merece la pena rescatar otros dos títulos más, que no son de este año pero siguen todavía a la venta. La asombrosa y verdaderahistoria de un ratón llamado Pérez de Ana Cristina Herreros y VioletaLópiz, publicado por la editorial Siruela. Ana Cristina, además de editora, es una inquieta cuentacuentos, vivaracha y tremendamente comunicativa. Gran estudiosa de las eternas historias que se transmiten de generación en generación, ha viajado por diferentes países fijándose siempre en ese tipo de historias y era cuestión de tiempo que se centrara en el ratón más famoso de todos los tiempos, con permiso de Mr Mickey Mouse. Y como en todo buen cuento, su lectura conduce irremediablemente a una bonita moraleja.
Y para finalizar, nada mejor que el humor y nada mejor que una editorial como La Galera para transformar en libro, a mitad de camino entre el cómic y el álbum ilustrado, la idea que se le ocurrió a Rafael Ordoñez, que se acompañó de las ilustraciones de Moni Pérez. Iolanda Batallé, directora de la editorial catalana La Galera, ha ido creando un fantástico catálogo, igual que lo han hecho y hacen, sellos como Kalandraka, Narval, Hotel Papel, OQO, Libros del zorro rojo, junto al trabajo que vienen haciendo las más veteranas, entre otras: SM, Edelvives, Siruela o Lumen
Y el libro, Cuentitis, no podría parecer más “irreverente” a primera vista porque caricaturizaba todos y cada uno de los cuentos populares más famosos de la historia, no dejaba personaje sin someter a su fina ironía o situación a la que sacar fuera de contexto y el resultado es un hilarante libro porque quién no sonríe con diálogos en el que un apesadumbrado ogro acude al médico y se encuentra con una recomendación tipo: “Pues sí. Tres niños al día como mucho, y olvídese de los gorditos, que le sube mucho el colesterol” o el que mantiene la bruja con su espejo: -Va, porfi... -Que no, dice el espejo. Con un nuevo ruego, para finalmente obtener como respuesta un categórico: “Mira, sobre belleza lo que quieras, pero los números de la loto no te los digo”. Solo dos ejemplos de los muchos que aparecen en este título: como el repaso a Hansel y su sentido de la orientación, los despistes de un hada que calza a Cenicienta con unas botas y al gato con unos zapatitos de cristal o la princesa que le reclama tantas cualidades al sapo (guapo, rico, alto, listo, galante, bailarín...) que éste desiste y le asegura que solo le gastaba una broma cuando le pedía un beso para transformarse en príncipe.
Cultura generosamente compartida Por último, es imprescindible destacar un libro: Canciones de Navidad del País de Nunca Jamás de Santiago A. López Navia, publicado por Ediciones La Discreta. Un poemario ilustrado, cuyos protagonistas se inspiran en los personajes de Peter Pan y proponen una fiestas navideñas comprometidas, profundas, alejándose de los tópicos. Toda la recaudación procedente de su venta (15 euros) va destinada íntegramente a la ONG Acción Alegra que recoge y educa “niños perdidos” en Togo.
Presentaciones:
Dia 23- Hoyo de Manzanares (Madrid), espectáculo literario y musical inspirado en el libro, a las 20h, en el teatro municipal.
Día 29- Soto del Real (Madrid), recital poético y charla con el autor en la biblioteca municipal. A las 18h.
Merche Rodríguez (texto y fotos)

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