La región suroccidental de Norteamérica incluye los actuales estados estadounidenses de Arizona, Nuevo México, Colorado y el sur de Utah. Entre los siglos III a.C. y XV d.C., allí se desarrollaron tres culturas agrícolas diferentes: los hohokam, los mogollón y los anasazi.
Aunque gran parte de la región suroccidental es desierto, se producen en ella las suficientes lluvias como para poder cultivar en algunas zonas; las culturas hohokam, mogollón y anasazi se basaban en el cultivo del maíz.
Las tres culturas prosperaron y se expendieron entre los años 700 y 1200 d.C., coincidiendo con un periodo de buenas lluvias en toda la región. No obstante, en el siglo XIV la mayoría de sus poblados y ciudades habían sido abandonados. La explicación más probable es que se trató de una combinación de sequía prolongada, malas cosechas y enfrentamiento por los escasos recursos. Si bien esas culturas prehistóricas desaparecieron, sus descendientes -la cultura Pueblo- continúan viviendo en la región en número de 50.000.
Cultura Hohokam
La cultura hohokam apareció por primera vez en los valles de los ríos Salí y Gila, en el sur de Arizona, en torno a 300 a.C. Los primeros hohokam (300 a.C.-500 d.C.) vivían en casas de cañas recubiertas de barro, colocadas en cuevas poco profundas excavadas en la arena para mantenerlas frescas. Dado que el desierto era muy seco, excavaron canales desde los ríos para irrigar sus campos. La caza y la recolección les proporcionaban un suplemento alimenticio.
Entre los años 500 y 1100 d.C., los hohokam se extendieron hacia el sur y establecieron lazos con México. Prueba de ello es el descubrimiento de patios para el juego de pelota (similares a los utilizados por los mayas) y de objetos poco habituales como espejos de pirita (un mineral brillante de color amarillento) y conchas. Comenzaron a cultivar algodón y maíz y excavaron una amplia red de canales, lo que requirió una amplia colaboración entre poblados. Esto permitió a los hohokam conseguir dos cosechas anuales -una en primavera y la otra en verano- y mantener a una creciente población.
Entre los años 1100 y 1400, los hohokam comenzaron a incorporar aspectos del estilo anasazi a su arquitectura. Construyeron asentamientos compactos rodeados por gruesos muros de adobes hechos de piedra, arcilla y arena. Dentro de esos recintos construyeron grandes casas comunales de varios pisos. Snaketown, el principal asentamiento hohokam, ocupa más de 120 hectáreas y posee más de 100 kivas (habitaciones subterráneas utilizadas para reuniones y ceremonias religiosas). Cuando los valles fueron finalmente abandonados, los hohokam dejaron atrás una compleja red de canales que testimonian sus habilidades como ingenieros; sólo en el valle del río Salt había más de 240 kilómetros de canales.
Cultura Mogollón
La cultura Mogollón apareció en las montañas Mogollón de Arizona y Nuevo México (al este de los hoho-kam) en torno a 200 a.C. Al igual que los hohokam, los mogollón vivían en pequeños poblados de casas semi-enterradas; pero en vez de irrigar la tierra con canales, dependían en la lluvia y la crecida de los ríos para regar sus tierras. Fueron los primeros en fabricar cerámica en la región, probablemente tras haber importado su conocimiento desde México. Los primeros objetos fueron marrones, pero luego se les añadió una decoración sencilla.
Después de 700 d.C., los mogollón comenzaron a construir casas-cueva rectangulares de piedra, con habitaciones subterráneas separadas. En torno a 1050 d.C., los anasazi se extendieron por la región y comenzaron a convivir pacíficamente con los mogollón. Éstos abandonaron sus casas-cueva en favor de las nuevas construcciones de varios pisos de los recién llegados.
Asentados en la región «Four Corners» («las cuatro esquinas»), en donde se encuentran las modernas fronteras de Arizona, Nuevo México, Colorado y Utah, los anasazi -en ocasiones llamados «los antiguos»- fueron la más avanzada de las tres culturas suroccidentales. Los arqueólogos dividen la cultura anasazi en varios periodos que van desde el año 100 d.C. hasta el presente.
Cultura Anasazi
Su historia comienza con la cultura basketmaker («fabrica cestas») (100-500 d.C.) del valle del río Grande. “Vivían en cuevas y bastos refugios de adobe. Reciben su nombre de las delicadas cestas que fabricaban con hojas de yuca, tan fuertemente tejidas que podían contener agua. Calabazas y maíz eran un suplemento a los alimentos conseguidos mediante la caza (ciervos y conejos) y la recolección. La comida se almacenaba en cuevas subterráneas.
En torno al año 600 d.C., los basketmaker se hicieron más sedentarios y comenzaron a cultivar judías y criar pavos. Las cuevas subterráneas de almacenamiento se transformaron en casas rehundidas con habitaciones conectadas y estancias ceremoniales.
El cambio de la cultura basketmaker a la cultura Pueblo se produjo en torno al año 700 d.C. Por esas fechas los edificios de piedra comenzaron a sustituir a los refugios de adobe, las casas empezaron a construirse sobre el suelo y a hacerse más grandes. Floreció la agricultura y la creciente población no tardó en expandirse hacia el Utah, Colorado y Nuevo México. Los Pueblo vivían en pequeños poblados de unos cien personas. Comenzaron a comerciar con México, intercambiando turquesa por conchas, plumas de guacamayo y campanas de cobre.
El cañon del chaco
El periodo Pueblo Clásico (1050-1300 d.C.) vio el zenit y el declive de la cultura anasazi. Los asentamientos del norte fueron abandonados, lo que produjo la concentración de una población de hasta 30.000 personas en vastos pueblos (de ahí su nombre) en terrazas. Entre ellos se encuentran Pueblo Bonito, en el cañón del Chaco, que contaba con una población de 1.200 personas, y Cliff Palace, en Mesa Verde.
Los pueblos del cañón del Chaco controlaban más de 150 poblados anasazi, y todos ellos formaban una red que se extendía a lo largo de cerca de 400 kilómetros de norte a sur. Esta red era importante porque en el cañón del Chaco sólo se podía cultivar alimento para la mitad de esa población, de modo que una gran cantidad de comida había de importarse. Pueblo Bonito (900-1200 d.C.) fue el mayor de los pueblos chaco y probablemente fuera un centro administrativo y religioso. Diseñado con una característica forma de D, con la parte recta pegada a la pared del cañón, tenía tres pisos de terrazas con cerca de 800 habitaciones interconectadas y 40 kivas distribuidas en semicírculo en torno a una amplia plaza central. El tejado de cada piso proporcionaba una terraza para cocinar y para las labores artesanas. No había puertas, de modo que el acceso a las habitaciones se realizaba mediante una escalera desde el tejado.
Una de las características más sorprendentes de la zona del Chaco es su red de «carreteras». Tienen 9 metros de anchura, siguen un recorrido rectilíneo, alcanzan una extensión de más de 320 kilómetros y comunican los pueblos del extrarradio con Pueblo Bonito. Sin vehículos de ruedas o animales de tiro, no parece haber buenas razones para construirlas, pues necesitaron de una gran cantidad de trabajo y organización.
Cuando la cultura del cañón del Chaco se derrumbó, en el año 1150 d.C., los anasazi se trasladaron, agrupándose en pueblos más pequeños. Unos 1.250 pueblos a nivel del suelo fueron abandonados en favor de emplazamientos más fuertemente protegidos, en la cima de acantilados, pues una mala cosecha que afectó a amplias zonas llevó a un enfrentamiento por los recursos que quedaban. Al mismo tiempo, muchos anasazi se trasladaron hacia el este, hacia las montañas Rocosas. Puede que se vieran atraídos por una nueva religión: la religión kachina, que todavía se practica en los poblados actuales y que implica elaboradas danzas rituales. Las ceremonias a gran escala de esta religión proporcionaban un punto focal a la vida comunitaria y pueden haber enseñado a los descendientes de los anasazi a vivir de nuevo juntos en grandes pueblos.
La cerámica mimbreña
La cerámica más delicada de todo el suroeste la fabricaron los mimbreños -grupos mogollón que vivía junto a los ríos Mimbres y Gila- entre los años 1000 y 1130 d.C.. Sus cuencos bajos poseen unos característicos dibujos geométricos y figurativos, con personas, animales y seres míticos, blancos y negros o de color naranja-rojo. Están bellamente pintados y revelan un sentido del diseño y del movimiento sin par en ninguna otra cerámica del periodo. El significado de muchos de los dibujos se desconoce, pero algunos de ellos representan peces de especies que se encuentran en el golfo de California, que se encuentra a cientos de kilómetros de distancia. Muchos de los cuencos encontrados en enterramientos poseen agujeros. Los arqueólogos consideran que antes de que fueran colocados en las tumbas, los cuencos eran «asesinados» ritualmente agujereándoles el fondo, acción que liberaría al alma del fabricante del cuenco.