Revista Opinión
Anónimo dijo... "Otra cosa. Señor Palazón, sabe que tiene muchos seguidores, lo esta comprobando día tras día. Personalmente estoy de acuerdo con muchas de las opiniones que publica y discrepo con pocas de ellas, pero todos los días me gusta su escritura. Su estilo me encanta. Sabemos que a lo largo de su vida ha escrito varias obras de teatro, alguna novela y poesía. He buscado sus obras y aunque por internet he conseguido el ISBN de alguna de ellas no he encontrado ningún sitio donde poder comprarlos o descargármelos. ¿Conoce si aún están disponibles? Un saludo 16 de octubre de 2012 12:09". Mi querido anónimo del 16 de octubre de 2012 12:09: Este jodido mundo en qué vivimos nos da cada día menos alegrías por eso hay que aprovechar inmediatamente las pocas que se nos ofrecen. Decía yo el otro día por aquí que mi verdadera vocación era la de escritor y he sido de todo menos eso: Director de Telefónica, crítico de cine y de teatro, periodista de papel y radiofónico, procurador y abogado. Y todo ello lo he hecho a fondo, entregándome en cuerpo y alma a mí oficio, porque yo no sé actuar de otra manera. Pero aquella noche de 1.968, en la que se fallaba el premio Planeta, mi mujer me dijo algo que fue realmente decisivo: “Si todo el tiempo y el trabajo que has dedicado a escribir esa novela lo hubieras dedicado a otra cosa, tus hijos y yo no pasaríamos las dificultades que estamos pasando”. Y busqué otras ocupaciones, además de las de la Telefónica. Eché al aire una emisora de Radio, comencé a colaborar en un periódico, dí sesiones de cineforum en todos los colegios de Alicante y clases en la Escuela sindical, trabajé como un loco en todo lo que pude y mi familia no volvió a pasar dificultades. Pero escribir en lo que a mí me gustaba más bien poco, no tenía tiempo ni para respirar y escribir requiere mucho tiempo, o, al menos, así me lo exigía a mí. De todos modos, tres o cuatro temas se me impusieron y escribí sin querer un par de novelas y 4 obras de teatro, y poesía, mucha poesía porque un poema se escribe casi sin darte cuenta si tú lo haces con el corazón. Ahora, “un soneto me manda hacer Violante, y en mi vida me he visto en tal aprieto, catorce versos dicen que es soneto, burla burlando van los tres delante”. De todo aquello que escribí entonces, 1.968, ya no queda nada, no sólo en mis cajones sino en mi cabeza. De “Fuera de juego”, seleccionada en el Planeta de aquel año, he perdido hasta la última copia que tenía en uno de mis muchos traslados y algo semejante ha ocurrido con mi comedia “El suicida”, finalista absoluta, o sea, 2ª clasificada en el premio Arniches del Ayuntamiento de Alicante, que me birló limpiamente Carlos Pérez Damm con su “Mi guerra”. Me quedan un par de ejemplares de “Iconoclasta”, poemas, y de “El movimiento” una comedia sobre Franco que, ésta sí, se alzó con el premio de teatro El Paisaje, en 1.988. En mis cajones duermen el sueño de los justos trabajos mucho mejores que aquéllos que no he sido capaz de acabar o que, conclusos, ni siquiera me he atrevido a enviar a los concursos, temiendo con mucha razón, recibir la visita de la policía. Uno de ellos, el que más aprecio, se titula “Arcángeles” como este puñetero blog y narra la lucha a muerte entre Eta y los jueces. Ésta sí, está completamente acabada pero me da miedo que la lea nadie, a veces, incluso no me atrevo a hacerlo yo. También, si estaré loco, comencé hace años una ficticia autobiografía de Leonardo da Vinci, y otra novela sobre el personaje que más me fascina de la historia, Van Gogh, ese loco puñetero cuyo cuadro “café de noche” sirve de entrada a este blog. Ahora, estoy pasando un mal tiempo. La situación de mi mujer se agrava día a día, y la preocupación es mala compañera para la inspiración, incluso me parece un crimen ponerme a escribir sobre cualquiera de estos apasionantes temas que llaman cotidianamente nuestra atención. Y tu mensaje, querido anónimo, me ha provocado una idea: ir eligiendo, poemas, capítulos y pasajes de mis trabajos y traerlos por aquí, a ver qué pasa. Comenzaré con un poema bronco, duro que a mí me encanta y que lo he traído por aquí varias veces y que nadie ha comentado jamás, creo que es porque en España nadie aprecia mucho el verso libre, incluso la mayoría piensa que eso no es poesía, pero lo es, o, por lo menos, lo intenta. Porque poesía no es sólo la rima machacona en consonante, ni la rigurosa medida de los versos, la poesía, al menos para mí, es el misterio, la emoción que trata de concentrarse en sólo unas líneas. La tierra inhabitable -I- Es la aurora del desastre, vamos adonde nadie quiere ir pero empujamos todos en el mismo sentido, y esto dice ese tipo que asoma por el televisor: “todo será perfecto si derrocamos al tirano” pero otro asegura que “aún será mejor terminar de una vez” pero yo no veo cuál es la diferencia.
No existe nada más que el dolor, te aguarda agazapado al final, eres joven y piensas que todo está muy lejos pero no es verdad porque el tiempo no sólo no existe sino que es circular, de pronto, lo descubres, al otro lado del cañón del fusil, o de la sucia navaja del macarra o tras el bisturí del cirujano, que fracasa en su intento de arreglar el desastre producido en una carretera. Todo esto es dolor y tiene su sentido pero cómo explicar la quemadura de la bomba atómica o del napalm hay miles de dolores en cada ser humano, si tú los bombardeas, que nadie explicará jamás y tú estarás detrás de cada bomba que caïga del cielo, todo será dolor en ese cuerpo que tu habrás destrozado, en esa piel que tu habrás quemado para siempre y que no morirá pronto porque tú lo impedirás también. Y, entonces, llega ella y nos dice que hará obras sociales mientras su marido prende la mecha de la guerra, con el mayor cinismo, ¿a quién engañan, al que sostiene que los que no trabajan porque no tienen dónde es justo que mueran de hambre como las abejas que no pueden libar, las serpientes que ya no paralizan a las víctimas con su veneno y el león, que alguien ha encerrado en la jaula? Todos están prestos para ametrallar a los que se hallan donde no debieran, donde las bombas no tienen más remedio que caer y es justo pues sus rostros famélicos perturban nuestra buena conciencia. Y el gran emperador tampoco es el verdugo, pasaba por allí en el momento inoportuno y alzó la mano para jurar porque no tenía otro remedio y las multinacionales, las iglesias de hoy, nos salvarán de lo que nadie sabe pero es seguro que sucederá. Son las ventajas del capitalismo que ha vencido al marxismo porque es mucho más humano tanto que ha subido el hambre de los dos tercios a los cuatro quintos. Hoy, todos sufrimos de apetito, los pudientes para no engordar y los pobres porque no encuentran qué llevarse a la boca y no es justo que éstos tengan de balde lo que a los otros cuesta tanto. Yo vengo del fondo de los años, de aquellos tiempos de la corteza de las habas, de las hierbas cocidas y de las mondaduras de naranja después de haber comido los gajos y me parece demasiado comer un par de veces al día. Hay, pues, una justicia frente a Dios que el propio siglo nos impone andamos todos hambrientos y miramos las mismas cosas frente al televisor, ese artefacto que ha sustituido a nuestra propia vida. Es mejor que nadie muera de su propia muerte que nadie viva de su propia vida hacerlo todo por delegación: aboliendo la responsabilidad no hay culpables sino inocentes, en un mundo “plus quam” perfecto
-II- Te duele dentro todo al defecar y las heces salen teñidas de sangre “es un cáncer de colon” y el joven médico lo dijo como el que encuentra oro las primeras veces. Está ahÍ la muerte y no hay tiempo para decirlo todo desde el fondo de este nido de víboras. Habrá que vivir intensamente este período amargo, este final desesperado. Está ahí la muerte y no hay tiempo para gritarlo todo habrá que ir al fondo de este cáliz amargo, de este final teñido de agonía, buscando su sentido a lo que no lo tiene. La arena se escurre entre los dedos como si fuera agua, el aire apenas permanece en los pulmones y la lengua ya no le encuentra sabor a nada
-III- Y los hombres sabios del hábito dijeron que todo había terminado, que ya sólo quedaba andar descalzo por la playa llevando de la mano a una bella muchacha y no era verdad. Había que subir a los andamios para construir las casas de los otros, sin saber dónde estaba la suya. Y olvidarse del pan hecho como Dios manda, con arena de trigo. Nunca tuvieron un pescado fresco que llevarse a la boca junto a las tortas de la negra cebada o del rojo panizo que chisporroteaba si lo echabas al fuego cuando trasegabas un poco de malta que abrigara el estómago. A veces, el patrón, borracho, al fin, llegaba sin el dinero de la paga pero te invitaba a beber.
-IV-
Desde lo más profundo de la noche, sonríe, también él la soporta pero de otra manera, porque ha decidido su destino. Es como este poema, tú querías que las palabras fueran proyectiles, que las frases restallaran como latigazos, que los versos fueran estampidos, y, ahora, todo es blando, como esta almohada. En algún sitio, alguien te está engañando,
juega con tu vida, o sea, con la nada,
te hace lo que no quieres ser, que escribas necedades sobre estos papeles que nadie va a leer y el resto de tu tiempo permanece vacío. Está claro que nadie vive como quiere ni siquiera él, que juega con el destino de los hombres. En lo profundo, todo no es como desea, hay algo en la trama que se le escapa, de modo que él elige, en la mañana, entre la injusticia y el dolor. Nadie sigue un camino seguro, todos somos poco más que unas sombras que alguien proyecta de perfil como en una pantalla de cine. Nadie ha logrado todavía hacer lo que soñó, todos llevamos esa espina clavada en nuestro corazón.