En París hay algo que no falla: todo aquel que conoce la ciudad por primera vez acaba yendo a su monumento más emblemático, la Torre Eiffel. Y no es de extrañar, ya que ésta enorme mole metálica ha dejado una huella imborrable en la historia de Francia. Y como tal son muchas las anécdotas que existen al respecto, así que vamos a echar el vistazo a algunas de ellas:
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Gustave Eiffel no fue quien diseño la torre, sino que ese honor, a pesar de ser desconocido por la mayoría de quienes se suben a la torre, recae sobre tres asistentes del famoso ingeniero: Stephen Sauvestre, Maurice Koechlin y Émile Nouguier. Eiffel les compró la patente del diseño.
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La torre en cuestión se construyó para la Exposición Universal de París de 1889, e inicialmente iba a ser derruida en 1909; más aún teniendo en cuenta que durante esos años la venta de entradas fue muy escasa. Eiffel solucionó esto financiando proyectos científicos en la torre y dándole así un valor agregado.
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La torre, en el momento de la construcción, media 300 metros. Hoy en día, con la antena de comunicaciones, mide 324 metros. En su época fue la construcción más alta del mundo, hasta que en Nueva York construyeron el edificio Chrysler en 1928.
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Eiffel, antes de presentar el proyecto a las autoridades de París, lo presento en otras ciudades europeas, incluida Barcelona.
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Cada verano la torre tiene una oscilación en su altura de 15 cm a causa de la dilatación térmica en los materiales. Así mismo se tambalea hasta un máximo de 7 cm a fin de aguantar mejor el viento.
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La torre inicialmente pesaba 7300 toneladas, a día de hoy pesa 10.000 toneladas tras haber instalado tiendas y restaurantes nuevos.
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Otras cifras de interés: tiene hasta arriba 1662 escalones, sólo la pintura que cubre la torre pesa 50 toneladas. La iluminación nocturna se realiza a través de focos de sodio con una potencia de más de 370 kw/h → En España tendrían que pagar por ello unos 70 euros la hora en la factura de la luz.
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Es el monumento más visitado del mundo
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Hitler ordenó demoler la Torre Eiffel, pero sus subordinados no hicieron efectiva la orden.
La verdad es que todo lo que rodea a la Torre Eiffel es impresionante, pero lo mejor sería coger unos días libres en el trabajo, reservar billetes para París, comprarse una buena cámara de fotos y comprobarlo en primera persona, merece la pena.
Por cierto, antes de que se me olvide. En la torre tenéis la opción de comer, cenar o picar algo en sus restaurantes; ahora bien, aviso que no es barato. Hay cinco opciones básicamente: