En los últimos meses hemos sido testigos de una inusitada proliferación de artículos en la prensa que alertaban a la población sobre los cambios en el comportamiento de las "bestias salvajes". Hasta ahora, la mayoría de estos artículos se limitaban a exponer los daños (reales o supuestos) que lobos, cormoranes y otras "alimañas" causaban a la cabaña ganadera o la fauna salvaje, en la mayoría de los casos de manera exagerada y tratando el problema desde solo un punto de vista, el del ganadero. Por norma general no se suele hacer referencia a los innumerables trabajos científicos que contradecían muchos de los argumentos que en ellos se exponían, faltando a dos de los más importantes principios del periodismo: la objetividad y el contraste de opiniones.
Pero como suele ocurrir en estos casos, la misma noticia repetida una y mil veces deja de hacer efecto y es necesario dar una vuelta de tuerca al argumento para llamar la atención del lector, que hastiado de reses muertas pasa de página en busca de noticias más apetitosas. Y esa vuelta de tuerca ha sido la de cambiar el enfoque de la noticia: los animales ya no matan para comer, ahora matan por placer y ponen en peligro al ser humano, y no solo en el campo, también en las ciudades y pueblos.
Entre todas las noticias que han aparecido en la prensa en los últimos meses, quizás la más sabrosa de todas sea la publicada en El Correo Gallego el pasado 28 de agosto por Xurxo Fernández y que se encabezaba con el inquietante título de "El enemigo público número 1". En este artículo, el autor da rienda suelta a toda su imaginación para ponernos al jabalí como el causante de todos los males del campo gallego, y de paso también nombra al lobo, ya que éste no solo se conforma con comer reses y arrasar el campo a su paso, sino que "puede atentar contra los niños, o contra cualquier habitante de una casa".
A lo largo del artículo, el autor nos describe con una prosa florida la impunidad de la bestia, que campa a sus anchas destrozando todo sin que los vecinos puedan hacer nada para evitarlo y mientras las autoridades, seguramente coaccionadas por el propio animal, lo protegen y lo amparan. Al Capone a su lado era un principiante. El estilo literario con que el autor narra las atrocidades cometidas por este suido no dejan lugar a dudas sobre sus fuentes de inspiración: el cine de serie B. Aunque los protagonistas de estas películas suelen ser lagartos gigantes, pirañas, serpientes gigantescas o cocodrilos mutantes que salen de las cloacas para sembrar el pánico en Wall Street, los jabalíes también han tenido sus momentos de gloria y han sido los protagonistas de algunas obras maestras del género.
Entre todas ellas, quizás "Razorback. Los colmillos del infierno", del director Russell Mulcahy sea la más conocida, aunque "Pig Hunt" no se queda atrás a la hora de describir a esta bestia salvaje y letal. A continuación os copio la sinopsis de Razorback seguida de un fragmento del texto del artículo de El Correo Gallego que no dejan lugar a dudas del innegable plagio.
"Una especie de cerdo salvaje aterroriza y asesina gente en una aislada ciudad del interior de Australia. La primera víctima resulta ser un niño y después, una periodista americana. Su marido, Carl, quiere averiguar la verdad pero los habitantes de la zona no se muestran muy amistosos. Sólo contará con la ayuda de un cazador y una mujer para encontrar a la bestia" (Razorback, 1984)
"Pisotea, come, destroza cualquier cosecha. Dispararle está prohibido. Entra el lobo. Puede zamparse una ternera, o atentar contra los niños, o contra cualquier habitante de una casa. Dispararle está prohibido. Las bestas bravas entran a saco. No dejan títere con cabeza. Dispararles está prohibido" (El Correo Gallego, 2016)
A medida que avanzamos en la lectura del artículo, comprobamos que las influencias cinematográficas del autor no solo se reducen al cine de serie B, sino que también ha bebido de las fuentes del western clásico, comparando a los agricultores gallegos con "colonos del Far West que montan guardia frente a las bestias bravas y el jabalí". El autor del artículo, como hizo Shane en "Raíces profundas" con la familia Starrett, se propone defender a los ganaderos gallegos de la horda de bestias que los acosan y cambiando el colt 45 por el teclado del ordenador.
Pero el jabalí sólo es uno de los animales salvajes que según el autor de este artículo está arruinando el campo gallego, también los zorros, los cuervos, y como no, el lobo, son culpables. Y a este último le dedica su más truculenta historia:
"Con el lobo no hay juegos que valgan. El lobo no hará nada, si no ve lugar u opción a que un ataque pueda ser certero y efectivo. Tiene su código. En Lugo, Ánxel Fole nos enseñó el verdadero catálogo moral del Canis Lupus. No se lanza a lo loco. Siempre aguarda. Las historias de viajeros nocturnos así lo atestiguan. No corras, dicen esos viajeros. Se te acercarán por detrás. Tu instinto te dirá que 'pies, para qué os quiero...' No. No corras. Sigue a tu paso. Se te acercarán más, y te tocarán una pierna con el hocico. El común de los mortales saldría despavorido. Error. Te perseguirán y te zamparán en un santiamén"
No sé si influido por las numerosas horas pasadas en el cineclub o por algún tipo de droga psicotrópica, el autor nos explica, citando un texto del escritor lucense Ánxel Fole (1903-1986), cómo actuar si el lobo te persigue por la noche, ya que según parece su código moral le impide matarte si caminas, pero si corres lo tienes jodido, lo que confirma que los lobos o son despiadados asesinos o son jueces de marcha atlética.
Este artículo de Xurxo Fernández en el Correo Gallego es sólo una muestra del cambio en la línea editorial de muchos periódicos. La fauna salvaje ya no solo causa pérdidas económicas sino que es capaz de causar daños personales e incluso muertes entre la población.
Ni que decir tiene que al amparo de esos artículos, nuestros políticos, que llevan de campaña electoral ininterrumpida desde hace más de un año, han tratado de sacar tajada y han puesto en funcionamiento toda su maquinaria para cosechar el mayor número de votos aún a costa de poner de manifiesto su ignorancia y su falta de escrúpulos.
Que un periodista escriba este tipo de artículos, apelando al miedo de la gente y con el único objetivo de que su artículo sea el más leído, es bochornoso, pero que diputado regional utilice esos mismos argumentos, que use a los niños y a los ancianos para tratar de conseguir más votos para su partido debería ser motivo de dimisión inmediata. El señor Feito es diputado de la Junta del Principado de Asturias, y entre las obligaciones que implica su cargo, por el que percibe un sueldo de 3.900 euros mensuales, debería estar la de documentarse antes de hacer declaraciones en un periódico. Y cuando hablo de documentarse no me refiero a leerse las obras completas de los Hermanos Grimm, el Cuento de Caperucita Roja, Los tres cerditos o El lobo y los siete cabritillos.
Si se hubiera documentado se habría dado cuenta de que no hay ni una sola muerte confirmada de una persona causada por un lobo salvaje en España, por lo que niños y mayores podrán seguir paseando tranquilamente por los pueblos sin temor a que un lobo les ataque (aunque podrían cruzarse con un político en campaña). De todas formas, no estaría de más que el señor Feito les avisara de que el ganado doméstico sí que puede ser peligroso, no siendo raras las muertes ocasionadas por vacas y toros, la última hace un par de días, cuando un paseante murió y otro fue herido tras el ataque de una vaca en la costa vasca.
Pero de esto mejor no hablar. Es mejor seguir matando lobos y culpándolos a ellos y a los jabalíes de la ruina del campo. De los precios miserables a los que las empresas lácteas pagan la leche a los ganaderos y por lo que varias de ellas fueron multadas por la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia, tampoco vamos a hablar. O al menos no hablaremos mal, porque en ese caso, tanto el Principado de Asturias como el Ministerio de Agricultura se pusieron al lado de las empresas sancionadas, mostrando su preocupación por los efectos de esa sanción.