Ayer tuve la suerte de poder asistir a la presentación del nuevo programa de Liderazgo Corporativo que este nuevo curso ofrece Deusto Business School en Madrid.
La nueva economía está fundamentada en el emprendimiento, palabra que de unos años a esta parte parece formar parte de todas las tertulias. No en vano es gracias a los nuevos emprendedores que están surgiendo, que nuestra economía lenta pero sin pausa, está avanzando. Incluso las más grandes corporaciones y empresas han adoptado esta nueva forma de pensar y las llamadas Startups se han convertido en la gran herramienta de crecimiento. El objetivo de este curso es conocer las iniciativas emprendedoras más vanguardistas, explicadas por los ejecutivos que las han liderado.
También el sector público tiene mucho que aportar por ello habrá sesiones, almuerzos, coloquios y talleres en los que directivos públicos puedan compartir experiencias con el alumnado.
El curso se compone de 10 sesiones obligatorias de 16.00 a 20:30 hs una vez a la semana.
Este ambicioso programa cuenta con el impulso del Círculo de Empresarios y el patrocinio de Steelcase. Y entre su profesorado cuenta con eminencias tales como D. Eduardo Serra, D. Marcelino Oreja, D. Luis Solana, Dña Eva Piera o D. Iñaki Ortega Director de Programas de la Deusto Business School.
En la presentación del curso pudimos escuchar las teorías siempre innovadoras de D. Eduardo Serra y de D. José Manuel Romay Biccaria.
Entre otros muchos argumentos sobre la innovación y el emprendimiento se dijo que el talento se puede formar o atraer. Para formar talentos hay que cambiar nuestro sistema educativo que se basa más en la teoría y poco en el talento personal de cada niño, ya que el talento es biología MÁS sistema educativo. Habría que apostar por una educación a la carta según el ex ministro Serra. Para enseñar a un niño se necesita a toda la tribu, dijo recordando este proverbio africano. Además también las empresas tiene que apostar por el talento de los trabajadores y fomentarlo. El sistema educativo y el mundo laboral deben estar conectados. Para atraer talentos hay que hacer atractivo el cambio.
El toque de humor con carga de ilusión, lo puso Alejandro Pocina director General de SteelCase cuando leyó el requerimiento de Shackleton para reclutar hombres en su expedición de cruzar el continente Antártico de mar a mar. “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. Al parecer fueron miles los ciudadanos ingleses los que se apuntaron y solo 27 seleccionados. Fue así como la Expedición Imperial Transantártica en el Endurance, zarpó desde Plymouth el 8 de agosto de 1914
Con este recuerdo Alejandro Pocina puso de manifiesto que la innovación y el emprendimiento no se refieren solo a tecnología o a empresarios. La innovación se encuentra en la vida cotidiana. El ser humano ha innovado y emprendido desde su mismo origen. Siempre avanzando, siempre luchando. Los grandes cambios siempre vienen de la mano de los emprendedores y que la supervivencia de la economía se basa precisamente en la capacidad creativa de algunos. Nos recordó también que las personas de éxito nunca dejan de formarse, de aprender.
Sobre la tecnología se dijo que es el ingrediente secreto para que algo salga bien, pero debe conjugarse con otros ingredientes como el talento y la creatividad.
El dato de la tarde fue que el 80% de las empresas que caen es porque no innovan pero que se puede innovar en muchos aspectos, no solo en tecnología.
Eduardo Serra habló de La España invertebrada de D. José Ortega y Gasset (1921) donde se expone que en la época todo eran compartimentos estanco, nada estaba relacionado y así era muy difícil avanzar. Hoy en día resurge el concepto de unión para hacer fuerza. Pero realmente el verdadero cambio vino con la Revolución Industrial del XIX basada en los descubrimientos e inventos del XVII y XVIII. Ese fue el origen de nuestra Revolución Tecnológica. A esta nueva revolución hay que sumarle la globalización que es posible precisamente gracias a que la tecnología permitió el desarrollo de los transportes y la comunicación. Ahora podemos compartir cualquier cosa con el resto del mundo. Las bases de la economía han cambiado a lo largo de los siglos. Se empezó por la Tierra, los terratenientes dominaban la economía local. Luego fue importante el Capital, recurso necesario para emprender cualquier negocio, y los capitalistas se comían el mundo. Pero ahora, que competimos con el mundo, lo que se necesita es Trabajo y Talento.
Innovación y emprendimiento son iniciativa. Iniciativa para querer salir de la zona de confort, del camino fácil y trillado. Por eso es tan importante fomentar la iniciativa en la educación.
Romay Beccaria recomendó la lectura de dos libros, Los Dones de Atenea de Joel Mokyr sobre los orígenes históricos de la economía del conocimiento y el libro Porqué fracasan los países, publicado por Deusto.
Y dijo algo realmente importante y que nunca viene mal recordar sobre todo a quienes nos gobiernan, para que haya crecimiento sostenible es fundamental la innovación, pero ésta ha de estar unida, vinculada y garantizada por las insituciones, ya que el sistema institucional es determinante para evolucionar rápido y sin estancarse. Puso ejemplos de economías muy diferentes, las de países donde no impera el respeto a los derechos humanos y valores fundamentales y las economías en las que prima la libertad y donde las instituciones respetan estos valores fundamentales. Es evidente que las segundas avanzan más deprisa que las primeras. Yo voy más allá, en nuestro país donde sí se respetan los derechos humanos, las instituciones además tiene que apoyar con medidas fiscales y otras que favorezcan el riesgo, la iniciativa, el talento.. y así tendremos más emprendores dispuestos a sacar el país adelante.
Una presentación muy enriquecedora para lo que promete ser un curso aún más interesante.
Para más inforamción sobre el curso. Miriam Gómez Teléfono: 91 577 61 89
Deusto Business School
Castelló, 76. Madrid