La sangre se inquietaba en mis venas y por eso organicé este viaje al norte de nuestro continente: para olvidarme de mi rutina y sentirme liberado al fin. Ver la tierra bañada de sol, respirar aire de las alturas era mi meta. Pero la realidad me mostró otro destello de ésta, cuando me encontré una un millar de docentes de Cusco que me recordaron que no todo esta bien a pesar del lindo estado mental del viajero.Beti, una profesora de literatura de los últimos 20 años me invitó a morder de la pura verdad y me dijo "Ya que vas a escribir cuenta de mi pueblo. Lo que pedimos es un aumento de 30% que nos corresponde hace años pero que nos lo vienen evitando."
"Cual es el sueldo básico" me atreví a preguntar casi sin vergüenza.
"1200 soles una profesora de clase 3... Pero no nos alcanza para nada".
Es cierto, pensé, que nunca alcanza.
Los docentes fueron fueron reprimidos y el
delegado preso.
"Quien es el culpable político contra el cual están luchando?"
"El presidente Ollanta Humala es el responsable. El otro día nos reprimieron y uno de los delegados está preso. Estamos aca para pedir su liberación."
Inmediatamente escuché un cántico pegadizo que los miles de profesores entonaban con bronca "Humala nos decía que todo cambiaría... Mentira mentira la misma porqueria".
No pude dejar de sonreír por la creatividad.
"Este problema viene desde Fujimori". Me contó y una vez mas escuché nombrar a aquel presidente que en el 92 se hizo un auto golpe de estado, que es reconocido positivamente por haber luchado contra la agrupación terrorista Sendero Luminoso y negativamente por la gran corrupción de su gobierno.
"Que otro problema existe?"
"Mira, yo te digo llevo 20 años de maestra y al año me deberían estar pagando el equivalente de 3 sueldos."
Imaginé, sin estar seguro, que se refería a una especie de aguinaldo.
"Por antigüedad, verdad?" me aventuré a afirmar.
"Exactamente, tu sabes cuanto me están pagando?"
"Cuanto?"
"120 soles al año. No te parece una burla?"
Así me pareció.
"Tu eres maestro también en Argentina?".
"No".
Luego me preguntó como era allá, en la capital. Y yo solo tuve palabras para definir la injusticia y que solo aspiraban al fruto de la propia codicia.
Los docentos protestando en Cusco por el aumento prometido. "Esta lucha" agregué "también pasa en Argentina".
Sentimos que los dos nos entendíamos. Le di un abrazo, un beso y le deseé una valiente lucha. Me levanté, miré con cierta ternura a quien podría haber sido mi profesora de lengua (mentora, probablemente, de mi interés por la lectura y la escritura) y me dijo algo que me llegó a lo mas profundo de mi corazón:
"He dado mi juventud a la educación".
"Y no en vano", le respondí aunque me pregunté si alguna vez había visto a mis profesoras de ese modo: dedicadas y con el ideal de mejorar la sociedad mediante la educación.
Respiré profundo pero no para respirar el aire de las alturas de Cusco sino para respirar el olor de la lucha incansable de nuestros educadores.
Los que nos gobiernan suelen llenarse la boca hablando de progreso pero a menudo vemos que ese "progreso" solo trae pobreza y dolor.
Dejé de pensar, la miré nuevamente y tras una sonrisa nos separamos.
Por supuesto que hay dos campanas en esa historia. Yo te cuento la que me tocó experimentar.
Ya se vienen mas post de Cusco!