Revista Comunicación

Dads: un estreno sin gracia

Publicado el 18 septiembre 2013 por Despiram @FrikArteWeb

Dads: un estreno sin gracia

Warner (Giovanni Ribisi) y Eli (Seth Green) son dos amigos que trabajan exitosamente desarrollando videojuegos. Ambos tienen una complicada relación con sus respectivos padres, Crawford (Martin Mull) y David (Peter Riegert). Crawford vive con Warner y su familia, mientras que David, que está de visita, parece tener intención de quedarse con Eli. Este es el punto de partida de Dads, la nueva serie de la Fox.

El estreno de Dads, la sit-com de Alec Sulkin y Wellesley Wild (ambos guionistas de Padre de Familia y la película Ted), llegaba precedido de polémica. Se había dado a conocer un gag en el que una chica de ascendencia china se vestía de colegiala para causar buena impresión a unos inversores chinos. A partir de aquí, comentarios sobre racismo y demás inundaron Internet. Sulkin afirmó que querían mantener el humor “insultante e irreverente. Si nos hemos pasado de la raya unas pocas veces en el piloto, intentaremos hacerlo mejor en próximos episodios”.

Veronica con su “ropa de trabajo” para una importante reunión de negocios.

Efectivamente, los chistes racistas se acumulan en el capítulo piloto. En parte, porque han creado dos personajes que son bastante racistas y cortos de miras en temas sociales, Crawford y David. El problema se da cuando no hay una contrapartida clara para contrarrestar esto. Es más, los propios Warner y Eli, que al ser más jóvenes daría la impresión que cumplirían tal labor, son los que hacen que Veronica (Brenda Song), la joven de ascendencia china, se vista de colegiala.

A toda la cuestión ética, se le suma el hecho de que los chistes en sí no tienen gracia. Da la impresión de que los guionistas se han acomodado en la irreverencia, pensando que por ser algo fuera de tono ya debe ser gracioso. No es así, ni de lejos. El primer capítulo de Dads, simplemente, no es divertido, no hace reír.

La dirección es tosca, sin soltura, con planos y movimientos de cámara extraños en una sit-com. Las (malditas) risas enlatadas suenan más forzadas y falsas que nunca, lo que las hace contraproducentes: resta a los gags la poca gracia que podrían tener. Los actores hacen lo que pueden con un guion que hace aguas desde el primer minuto, y ni siquera Seth Green, con su dilatada experiencia en comedia, puede sostener la historia.

Además, con la premisa argumental de la que parte, se hace difícil no pensar en Frasier, que arrancaba también con el protagonista teniendo que dar cobijo en su casa a su padre, con quien no se llevaba especialmente bien. Y, lógicamente, Dads sale perdiendo por goleada.


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