
En 1932, Salvador Dalí publicaba en Francia (Edition des cahiers libres) el guión de "Babaouo", un film que nunca llegaría a rodarse, acompañado de de dos breves textos a modo de preámbulo y de epílogo:"Compendio de una historia crítica de cine" y "Guillermo Tell (Ballet Portugues) sic. Al primero de ellos corresponde este insólito fragmento que sigue, testimonio de una pasión - perfectamente surrealista- por el cine Italiano y sus divas.
"Los comienzos del cine, de carácter experimental, hasta Meliés inclusive, constituyen (tanto por la exposiciòn contemplativa e interrogativa de las cosas y de los fenómenos como por la presencia de una acción ofrecida como simulacro) la etapa metafísica. Después de periodos grises durante los cuales se ha perfeccionado la técnica, el cine, que ha abordado timidamente un seudonaturalismo efímero, alcanza bruscamente su verdadera edad de oro realizando los primeros films materialistas de la escuela italiana (antes y al comienzo de la guerra). Hablo de la época grandiosa del cine histórico con Francesca Bertini, Gustavo Serena, Tulio Carminati , Pina Menichelli, etc... de ese cine tan maravillosamente, tan justamente cercano al teatro y que no sólo tiene el inmenso merito de ofrecernos documentos reales y concretos de trastornos psíquicos de todas clases, del desarrollo verdadero de las neuronas infantiles, de la realización en la vida de las aspiraciones y de las fantasías más impuras que anteriormente encarnaron las admirables arquitecturas del modernismo, sino también de haber alcanzado la posesión completa de sus medios técnicos especiales.
A partir de ese momento, el cine entrará rápidamente en decadencia.
Es en uno de estos films, titulado La flamme, que era posible ver a Pina Menichelli completamente desnuda con un vestido de plumas que representaba un búho, por la única razón manifiesta de justificar, entrado en crepúsculo, una primaria y lamentable comparación simbólica entre el búho que ella encarnaba y una llama - la del amor- que acababa de encender con sus manos fatales ante los ojos en ruinas, inconmensurablemente ojerosos de onanismo contenido, de Gustavo Serena, que a partir de ese momento no hacía otros movimientos que los indispensables automáticos y depresivos que le impulsaban al descenso progresivo y brusco en el agua del lago, hasta que la formación de los habituales círculos concéntricos restablecía la calma en las aguas, después de suicidio, apólogo del film. Gestos automáticos y depresivos, comparables tan solo a los del viejo Guillermo Tell, deslumbrado por la luz cobriza del sol poniente, de Guillermo Tell dispuesto ya a morir, las rodillas ensangrentadas, los ojos inundados de lágrimas, andando todavía, un par de huevos al plato (sin el plato), colocados negligentemente sobre sus hombros.*
*La expresión huevos al plato (sin plato) remite directamente a las composiciones plásticas del pintor y se repite en diversos pasajes del libro.


Pina Menichelli




Pina Menichelli


Francesca Bertini


