Revista Libros
No llegué a este libro por el fallecimiento reciente de Antonio Tabucchi (de cuyo Sostiene Pereira, por cierto, guardo gratos recuerdos como lector), sino porque Enrique Vila-Matas le dedica palabras de elogio en uno de los ensayos recogidos en el volumen Una vida absolutamente maravillosa. No encontraba ejemplares por ninguna parte, la edición estaba agotada. La muerte, que consigue que todo vuelva y se reimpriman y se reediten las obras descatalogadas, ha logrado que Anagrama lance una nueva edición.
Se trata de un libro breve, inclasificable, en el que se mezclan la literatura de viajes, la cita, la fabulación, lo vivido y lo ficticio. Historias de marineros, de ballenas y de mujeres misteriosas. La gran habilidad de Tabucchi es lograr que nos sintamos, en algunos pasajes, como si nosotros mismos estuviéramos en la cubierta del barco o de la chalupa, a merced de las olas, en la noche, mientras las olas golpean la madera. Me quedo con la historia que da título al libro, de la que copio un extracto:
Ahora se ha perdido la usanza, pero cuando yo era niño se practicaba un rito que formaba parte de la pesca. Las morenas se pescan de noche, con luna creciente, y para llamarlas se usaba una canción sin palabras: era un canto, una melodía primero susurrante y lánguida y después aguda, jamás he oído un canto tan lastimero, parecía que viniese del fondo del mar o de ánimas perdidas en la noche, era un canto antiguo como nuestras islas, ahora ya nadie lo conoce, se ha perdido, y quizás más vale así porque llevaba en sí una maldición, un destino, como un sortilegio. Mi padre salía con su barca, era de noche, movía los remos muy despacio, a plomo, para no hacer ruido, y nosotros, mis hermanos y mi madre, nos sentábamos en el acantilado y empezábamos el canto.
[Traducción de Carmen Artal]