La Princesa Karacola
La Princesa Karacola está destinada a reinar dos mundos.
Por un lado la luz, por el otro la oscuridad, el bien y el mal que formando un equilibrio aparente hacen girar este ciego mundo.
No hace falta ir muy lejos para encontrar mundos subterráneos, mundos ocultos o espontáneamente escondidos solo abrir un poco más los ojos y el corazón...
Tan sólo cruzar una esquina, y ahí está: la Princesa Karacola… Andrea en su palacio de ciudad.
Ella es una niña de tres años que vive junto al padre Javier y al hermano Aitor en una casa ocupada de Madrid, ésta ha sido la única solución que ha podido encontrar después de verse en la calle a raíz de problemas conyugales, con dos hijo a su cargo, una minusvalía de la cual no recibe ayuda social, y una larga trayectoria en el paro.
Y en todo ese bullicio social ella baila con su hábito hecho de ingenuidad.
Un danza a ritmo de lágrimas y sonrisas...
Sin entender. Ella está destinada a bailar entre estos dos mundos.
Por un lado la vida de una niña alegre todo juego y felicidad…
Cubierta con una manta tejida de mimos y caricias.
Y por el otro una niña que viven en condiciones al margen.
Bajo una sofocante situación de instabilidad.
De tristeza y faltas.
Un equilibrista sobre una cuerda floja
que pasea entre equilibrio y gravedad
pero ella sigue bailando
hace como si nada… pero entiende…
y sabe que quien no juega es un soso.
He conocido Andrea y su familia en Madrid en diciembre 2009.
Ellos han vivido desde septiembre 2009 en una casa ocupada de Lavapiés, en Madrid.
La casa era muy vieja y en mal estado, en ella vivían unas 20 personas.
He seguido la vida de esta familia hasta agosto 2010, fecha ella cual los servicios sociales, han quitado la custodia al padre y lo han llevado al colegio Villapaz en Pozuelo de Alarcón.
El padre tiene derecho a verlos por una hora una vez a la semana.
Después del desalojo de la casa, en diciembre 2011, vive por la calle.
Últimamente ha podido alquilar una casa con dos personas más. Y ha llegado la ayuda por minusvalía, pero los servicios sociales todavía no quieren dejarle ver por mas tiempo a su hijo o dejar que salga con él durante el fin de semana.
Todo sigue incierto... en el borde del precipicio.
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Texto: Daniela Bacchetta