Un año después, y coincidiendo con la celebración de la Virgen del Rosario, he regresado a las respectivas procesiones que se celebran en Orejana -iglesia de San Juan Bautista-, y en Gallegos de la Sierra, y en las que las danzas de palos son el verdadero foco de atención para los fieles y devotos del entorno. Devoción y tradición se miden por igual entre los danzantes, hombres y mujeres de diferentes generaciones, que muestran a sus convecinos una parte del repertorio local de las danzas rituales presentes en Segovia desde el siglo XVII, al hilo de la fundación de cofradías en honor de esta advocación mariana.
Ambas localidades se distinguen por sí solas, al mantener dos rituales únicos en la provincia de Segovia: si Orejana conserva el rito de los “Las Gitanas”, mujeres que recitan versos a la virgen y que después de la misa y la procesión comparten sus “roscas” con los vecinos, Gallegos de la Sierra mantiene la presencia del “Zorra” en el transcurso de la procesión y de las danzas de palos. La celebración litúrgica de la Virgen del Rosario en esta zona de la provincia, y los paloteos ofrecidos a esta imagen, constituyen la base sólida para el desarrollo de estos rituales, con los que concluye el verano y se anuncia la llegada del otoño y la siembra: si en Orejana las danzas de palos son interpretadas por el dulzainero Demetrio García de La Matilla desde hace más de tres décadas, en Gallegos son la familia de Los Galleguillos los que también cumplen treinta años ligados a esta celebración y el repertorio local de paloteos.
En las imágenes, varios momentos de las danzas de palos de Orejana en la procesión matutina, dos fotografías de la procesión vespertina celebrada en Gallegos de la Sierra. Sólo anotar que a medio camino entre una localidad y otra, se encuentra Prádena de la Sierra, que en el mismo fin de semana -el más cercano al 7 de octubre-, también celebra la fiesta de El Rosario, con procesión y danzas -sin paloteos-.
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