Revista Cine
Título original: Dark Circles
Año: 2013
Duración: 87 min.
País: Estados Unidos
Director: Paul Soter
Guión: Paul Soter
Música: Bobby Tahouri
Fotografía: Brown Cooper, Yaron Levy
Reparto: Brett Beoubay, Ashley Braud, Philippe Brenninkmeyer, Jennifer Foreman, Andrea Frankle, Anthony Michael Frederick, Derrick Freeman, Pell James
Insomnio, visiones y misterio.
Alex y Penny, los padres del pequeño Tanner, deciden mudarse a las afueras de la ciudad a una bonita y enorme casa para criar a sus recién nacido. A los pocos días de estar viviendo, el cuento de hadas se torcerá. Él pequeño bebe no les deja dormir por las noches y por el día el descaso también será imposible por unas obras que ni sabían que existían, al lado de su casa. Tras el paso de los días y aparte de lidiar con un insomnio cada vez más pronunciado, deberán lidiar con unas extrañas visiones que perturbaran la poca paz que pudiera quedarles.
Segunda película de Paul Soter que después de la comedia romántica Watching the Detectives, decide cambiar de rumbo, y nos trae un film de terror, con un resultado algo irregular, que deja tanto buenas sensaciones, como algunos defectos a mejorar en proyectos futuros.
Nos encontramos ante una película que a pesar de tener un lento inicio y un ritmo un tanto desigual, tiene una gran virtud; cuando quiere dar miedo realmente lo consigue.
Es difícil de racionalizar o expresarlo en palabras, pero consigue erizar la piel. Quizá sea la proximidad argumental, no nos pone en situaciones pseudofantásticas que en ocasiones rozan lo absurdo. Nos aborda una situación cotidiana, padres con insomnio que llevan días sin dormir o haciéndolo pocas horas, quizá una parte también gracias a la buena actuación de los padres que consiguen exponer muy bien esa mezcla entre la realidad y lo onírico que todo aquel que haya pasado unos días sin dormir sentirá cierta empatía. Probablemente también tenga algo que ver el misterio que se mantiene muy bien durante todo el film que nos genera inmensas dudas de que es real y que no lo es. En conjunto, por todas estas razones expuestas el resultado en muy atractivo en cuanto a dar miedo se refiere.
La gran pega; estas situaciones límites se puede pueden contar con los dedos de una mano, y por lo tanto los casi noventa minutos que dura, se nos pueden hacer eternos.
Entre medias, encontramos mucho ruido de fondo; padres primerizos con sus miedos y sus temores, el cambio de rol de la pareja con hijos, esfuerzos de ser propietario de una casa; que aunque en cierto modo son necesarios para dar sentido, podría no abarcar tanto tiempo.
Otro motivo de desencanto que podemos encontrar es la conclusión. Durante todo el film se nos envuelve de un halo misterioso que en cierto modo es lo que le da su encanto. Pero esa intriga que suele ser habitual se desarrolle de una manera pausada, en ente film, se resuelve de un hachazo en los treinta segundos finales y casi solapado con los créditos. Hecho que deja un mal sabor de boca, pues ha habido tiempo de sobra durante el film para gestionarlo de distinta forma.
Como ya he mencionado antes, gran actuación de los padres; Johnathon Schaech (Quarantine) y Pell James (Zodiac), a cada paso que avanza el film se incrementan sus ojeras, al igual que la irritabilidad y la paranoia típicas del que lleva mucho tiempo sin dormir y que queda representada de manera notable por ambos.
Resumiendo, una película irregular, con buenos momentos pero por desgracia escasos; con un inicio un tanto sosegado que quedará compensado, sobre todo a los más serenos, con una buena, aunque abrupta, resolución.
Firma: Daniel Manso.