Daroca fortificada, como muchos de los pueblos fronterizos de Teruel y sur de Zaragoza. Fronteras entre el reino cristiano y musulmán. Pueblos con esencia histórica. Avatares fronterizos que obligaron, en muchos de los casos, a estructurar el casco urbano de las villas.Aunque se encontraron restos de poblados celtíberos fueron los musulmanes los que eligieron vivir en estas tierras. Concedieron entidad propia al anexionarla al califato de Córdoba. Más tarde, y debido a la Reconquista, los cristianos la fortificaron para hacer frente al poderoso reino musulmán de Valencia. Era un enclave imprescindible por su situación estratégica, cercano a Zaragoza, ya fortificado y muy fértil gracias al río Jiloca.Murallas con doce torreones, con varias puertas y dos castillos. Aquella que albergó un foso y algunos bastiones. Con un pozo en una de sus torres llamado ‘Novia Encantada’.
Durante la época de dominación musulmana las viviendas estaban edificadas en uno de los cerros. A medida que se fue restableciendo la paz, las casas comenzaron a construirse a lo largo del valle. Y aquí convivieron cristianos, judíos y musulmanes que tenían diferentes leyes tributarias pero que debían obedecer los mismos privilegios y fueros.Y aunque dicen que Daroca surgió simplemente por necesidades militares y estratégicas, lo cierto es que, con el paso del tiempo, los comerciantes y artesanos consiguieron dar un carácter propio a este pueblo, además de un gran desarrollo económico. Artesanos que trabajaban la piel, los paños y la orfebrería. Fueron muy reconocidos los tejedores de Daroca. Sobre todo porque consiguieron tener su propia caldera para teñir los paños que confeccionaban. Y qué decir de los orfebres de Daroca... Hay casi doscientas piezas en el Museo Colegial.Pero ese esplendor cultural y económico fue ensombrecido por las luchas entre señores, las fuertes inundaciones por tormentas y las epidemias de peste
Vamos a conocer Daroca. Podemos hacerlo por dos entradas diferentes. Lo haremos por la Puerta Baja si llegamos desde Teruel. Lo haremos por la Puerta Alta, si accedemos desde Zaragoza.
Podemos aparcar el vehículo fuera de sus murallas. Daroca es un pueblo pequeño pero con una gran riqueza monumental. Así que vamos a pasear por sus calles y plazas pequeñas. Así podremos conocer esta villa fortificada.Las dos puertas de entrada están comunicadas entre sí por la calle Mayor. Al estar edificada sobre un barranco, en la parte más elevada de la ciudad se encuentra la Puerta Alta. Al otro extremo de la calle y descendiendo conforme lo hace el terreno, la Puerta Baja.Esta villa fortificada sufrió numerosas inundaciones. Debido a ello ordenaron construir un desagüe en la parte más baja de la ciudad para que recogiera el agua de la lluvia y se la llevara al río Jiloca. Este canal fue realizado por el mismo arquitecto que diseñó Los Arcos de la ciudadde Teruel. Y cumplió su objetivo durante mucho tiempo. Pero, trece años después Daroca sufrió una gran inundación…Cuenta la leyenda que por aquellos días de un mes de junio la epidemia de la peste estaba debilitando a los habitantes de Daroca. Muchos habían perecido y otros estaban luchando contra ella. Por eso, por decreto oficial, las puertas de la villa fortificada estaban cerradas. Nadie debía salir de la ciudad ni entrar en ella.Era un día de primavera cuando se desató una gran tormenta. Tanto que el agua que bajaba de las montañas arrastraba restos de ramas, tierra y piedra que se encontraba a su paso.Lo mismo ocurría en el interior de Daroca porque al estar las puertas cerradas todo lo que el agua de lluvia iba arrastrando se iba acumulando sobre la Puerta Baja. El canal se cegó y al no encontrar salida, el agua se desbordó.Así que, rápidamente, los muros comenzaron a funcionar como un dique dentro de la ciudad y el agua llegó hasta la altura del primer balcón.Pero cuentan que llovía con tanta virulencia que una rueda de molino que había a la entrada de una casa comenzó a moverse calle abajo. Y tomó tanta velocidad y fuerza que fue capaz, al llegar a la Puerta Baja, de arrastrar todo y abrir esta entrada. Todo lo que se había ido acumulando salió arrastrado hacia los campos y cultivos de los alrededores de la ciudad.Muy agradecidos a esta piedra de molino, los habitantes de Daroca comenzaron a llamarla Ruejo. La colocaron a la entrada de la ciudad para que todos pudieran contemplar aquello que les había salvado de la destrucción.La entrada más bonita de Daroca es la Puerta Baja. Un acceso bastante amplio que tiene dos torreones rectangulares rematados con almenas y matacanes. A su lado, en una plaza, podemos ver la fuente de los veinte caños que fue construida para mostrar al que llegaba a Daroca que se encontraba en un pueblo con gran esplendor y riqueza.Entramos por la calle Mayor. Buscamos la Puerta del Arrabal. Es pequeña y pertenece a la muralla reconstruida. Merece la pena llegar hasta aquí porque subiremos a una zona muy alta donde podremos ver los tejados rojizos de Daroca, los restos de la muralla que se extienden por las montañas y algunas torres de las iglesias. También los restos del castillo que fue una alcazaba y que hoy se confunden con la tierra arcillosa.Hay otra puerta más, el Portal de Valencia. Por aquí entraban los que accedían desde esta ciudad. Es mucho más pequeña y tiene a un lado un torreón de piedra.Paseamos por un pueblo variopinto. Encontramos casas modernas al lado de otras muy antiguas y humildes. O junto a palacetes con detalles mudéjares, con escudos nobiliarios, anchos aleros de madera o ventanas típicas. Daroca es el pueblo de las siete iglesias. Y enseguida nos vamos a dar cuenta porque al callejear siempre nos va a dar la impresión de que vamos a terminar en una plaza con una iglesia. La principal es la Basílica de Santa María. Una gran edificación que nos sorprende porque en su interior hay doce capillas y un museo. Aquí es donde se guardan las corporales que solo podremos ver si concertamos una visita guiada en la oficina de información y turismo.Podemos seguir paseando para ver otro edificio que merece la pena, la Casa del Diablo. Un palacio donde hay una bonita verja de estilo mudéjar y una ventana doble ojival. La llamaron así porque aquí vivió un revolucionario que se adueñó de numerosas propiedades de la iglesia tras la desamortización de Mendizábal.¿Te apetece algún dulce? Podemos terminar nuestra visita a esta ciudad fortificada degustando las típicas almojábanas. Salimos por el otro extremo de la calle Mayor. Aquí nos encontramos otro portal, la Puerta Baja. Más pequeña que por la que entramos y que forma parte de la muralla. Y por ella salimos de Daroca para seguir conociendo otros bonitos rincones de Zaragoza…¿Qué te parece si el próximo destino es el Monasterio de Piedra? Hasta allí llegaremos…