“El hombre es esta noche, esta Nada vacía, que contiene todo en su indivisa simplicidad: una riqueza de infinitas representaciones, de imágenes, ninguna de las cuales llega precisamente a su espíritu, o (más bien) no están en él como realmente presentes. Es la noche, la interioridad o intimidad de la Naturaleza lo que existe aquí: (el) Yo personal puro. En torno a las representaciones fantasmagóricas está la noche: entonces surge bruscamente, aquí, una cabeza ensangrentada; allá, una aparición blanca; y ambas, bruscamente también, desaparecen.
Esa es la noche que se advierte al mirar a un hombre en los ojos: se hunden entonces las miradas en una noche que se vuelve terrible; es la noche del mundo que se presenta ante nosotros” (Hegel)
Esas líneas, expresan la “idea central y última de la filosofía hegeliana”, a saber: “la idea de que el fundamento y origen de la realidad objetiva (Wirklichkeit) y de la existencia empírica (Dasein) humanas son la Nada que se manifiesta en tanto Acción negativa y creadora, libre y consciente de sí misma”.