
Tras situar no poco accidentalmente a los personajes en un entorno fraternal, el que proporciona la masonería a sus miembros, organización de la que nunca renegó el famoso escritor Rudyard Kipling (Christopher Plummer), éste hará de testigo y futuro transcriptor del viaje y conquista de la recóndita Kāfiristān (hoy la actual Nūristān) por parte de dos ex militares del ejército británico que hicieron de la India su país de conspiraciones y vida despreocupada: Carnahan (M. Caine) y Dravot (S. Connery). Tras atravesar la cordillera nevada que dificulta el acceso a tan inhóspita región, se hacen con la complicidad de otro soldado truhán, Billy Fish (Saeed Jaffrey), y el mando de un ejército con el que hacer realidad su sueño. Una flecha que no hiere a Dravot le convertirá en el Dios largamente esperado por aquellas gentes. Todo marcha bien, el oro al alcance de sus manos, hasta que unos hombres sabios y el deseo carnal se cruzan en el camino... pero un militar nunca abandona a un compañero en las dificultades.
Huston presenta con talento y ritmo ágil una sucesión de hechos que se mueven entre la comedia y la tragedia (los partidos de polo jugados por los nativos oscilan con perfecta sincronía entre ambos géneros según se pase de la fotografía a las palabras aclaratorias del desarrollo del deporte) y que hacen de la exaltación de la camaradería y del honor un asombroso espectáculo y ejercicio de reflexión con final espeluznante por duplicado (la canción final de Dravot; la mirada final de Dravot). Con la épica Rudyard Kiplin's The man who would be king demostró que estaba acostumbrado a lidiar con grandes de la literatura (McCullers, Miller, Melville..., y en su recta final aún lo haría con O'Connor, Lowry, Joyce) y aquí con notable éxito, algo que no siempre conseguiría. Tanto mérito como para hacer que el cuento olvidase su nombre original y tomase el del film, una contribución más al engrandecimiento legendario del director.
Michael Caine ha dicho en repetidas ocasiones que con el paso de los años, tras su muerte, sólo se le recordará por esta cinta. Tal vez sea exagerado. No tanto como decir que Huston firmó el último de los clásicos del cine de aventura.

(El hombre que pudoi reinar, 1975)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 9 títulos de J. Huston: The maltese falcon (El halcón maltés, 1941); San Pietro (1945)*; The treasure of the Sierra Madre (El tesoro de Sierra Madre, 1948); The asphalt jungle (La jungla de asfalto, 1950); The Africa queen (La reina de África, 1951); Beat the devil (La burla del diablo, 1953); Fat city (Ciudad dorada, 1972); Prizzi's honor (El honor de los Prizzi) y The dead (Dublineses, 1987).
* Dirección no acreditada. En el libro aparece con el título de The battle of San Pietro.