Revista Cine

+ DE 1001 FILMS: 1069 - Anne of the Indies

Publicado el 03 octubre 2010 por Alfonso

+ DE 1001 FILMS: 1069 - Anne of the IndiesEl cine de piratas es un subgénero de aventuras menospreciado por la crítica sesuda. Su descalificación se basa en que todas las películas bajo la bandera de la calavera y las dos tibias cruzadas son iguales: galeones con cañones atronadores y cubiertas ensangrentadas, personajes secundarios que rozan la parodia, duelos en los que el protagonista esgrime arma y sonrisa, mapas de tesoros en islas remotas, burócratas británicos que actúan con impunidad, traiciones que el espectador conoce de antemano, marineros aficionados al ron y la trifulca, mujeres abnegadas y románticas, localizaciones exóticas y un largo etcétera que, a diferencia del western, el género por excelencia y con sus propios elementos identificativos también fácilmente reconocibles, cuenta con tramas entretenidas pero planas. Para echar por tierra esos prejuicios bastan los 80 minutos de Anne of the Indies (La mujer pirata, 1951), de Jacques Tourneur.
Después de rodar varias obras maestras del blanco y negro de la década de 1940 -la más inolvidable, la protagonizada por Simone Simon: Cat people (La mujer pantera, 1942)-, y de alcanzar el prestigio que merece quien posee una piedra filosofal y logra una altísima calidad artística con presupuestos ínfimos, Tourneur abría la década de 1950 con el acierto de Lancaster como Dardo Bartoli en The flame and the arrow (El halcón y la flecha, 1950). Al año siguiente, entre sus proyectos, entregaría Anne of the Indies, film que recogía todos los tópicos arriba expuestos pero de un modo poco convencional. Para empezar, el capitán Providence que tenía aterrorizado a la marina inglesa era una mujer, la vengativa Anne (Jean Petters), protegida del temible Barbanegra (Thomas Gomez), y el engaño era perpetrado por el atractivo Jean-François (Louis Jordan), a quien rescataba de ser arrojado a las aguas tras el preceptivo paseo por la tabla del costado del casco, y que no resultaría ser otro que el capitán LaRochelle, de la Armada francesa. Tras el descubrimiento del embuste, del anzuelo del cebo, de la bella Molly LaRochelle (Debra Paget), que esperaba con paciencia a su esposo en Jamaica, herida en su orgullo de intuitiva jefa de bucaneros, y en su corazón de mujer enamorada, Anne se hacía con el tesoro de Jean-François, para terminar abandonado a los enamorados en una isla desierta. Antes de que El Reina de Saba pasase a ser otro nombre tachado del libro de las naves que un día surcaron los océanos, la despechada pirata se mostraría misericorde, aunque nunca escuchase la respuesta a su compasión. De que le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma, le leyó un día el doctor Jameson (Herbert Marshall), el padre que nunca tuvo, a Anne, analfabeta que sólo entendió de vientos, lunas y mareas, que descubrió que ser besada le proporcionaría una vida para la que no estaba preparada pero si dispuesta.
Si Jean Peters, que carga sobre su frágil figura el peso del film, está solvente y meritoria en cada plano -en la taberna El Ancla Negra, espada en mano, cómica, como mandan los cánones, pero también masculina, ambigüedad que sólo pierde en la intimidad que nuestra mirada traspasa-, los que comparte que comparte con Debra Paget -en el mercado de esclavas; en Dead Man's Cay; cuando el vestido pasa de manos, de cuerpos- son magníficos en réplica y contrarréplica y un particular duelo de belleza femenina inolvidable en la exaltación del technicolor, el proceso fotográfico elegido, donde los días aparecen henchidos con el azul marino, el verde salvaje de las playas, el colorido de las casacas, y la noche es un prodigio de claroscuros -hay que mencionar que la visión fugaz de la silueta de Anne en camisón, insomne, felina -la sombra alargada de Cat people-, agitada, con el horizonte del mar rielando, un momento que podría tambalearse con facilidad, se convierte, misterio cinéfilo, en sueño eterno de adolescentes, verdad-.
De trepidante guión (hay trazos de la vida confusa y agitada de Anne Bonny, pirata irlandesa) pero de clara y perfecta legibilidad, medio siglo después de su proyección, la última travesía de Anne Providence se puede admirar y vitorear. No nos faltarán años para saber si moderneces que beben de la misma fuente, como la franquicia de Jack Sparrow, pasarán la prueba. La respuesta es tan obvia como el talento de Jacques Tourneur.
+ DE 1001 FILMS: 1069 - Anne of the IndiesAnne of the Indies (La mujer pirata, 1951)
En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 3 títulos de J. Tourneur: Cat people (La mujer pantera, 1942); I walked with a zombie(Yo anduve con un zombie, 1943) y Out of the past (Retorno al pasado, 1947).

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