De a poco

Escribo de a poco. De pequeñas cosas. De caricias que podrían pasar inadvertidas. De cuentos que cabrían en latas de chipirones. de historias de cajas de zapatos, de calcetines perdidos. Escribo de esa esquina que no se limpia, y a la que van a parar los versos que no queremos escribir o en los que se nos han olvidado los acentos.

Me invento cuentos de cosas nimias, cotidianas. De aventuras de brisas que entran en casas de ventanas abiertas para airear la casa, que se enamoran del humo que sale de un cocido cociendo en la cocina, y juntos emprenden la huida huyendo de un malvado extractor de mirada huidiza.

Transformo príncipes en camareros, que abordan castillos que son mercerías, con una dependiente de princesa y un surtido de medias de espuma que esconden un dragón de andar por casa, de muy escaso fuego pero abundante mala leche.

Escribo de espadas de madera, de micrófonos que son un bic y muchos sueños, de canciones en la ducha, de soñar amores de hombres o mujeres en el metro con mujeres u hombres que van leyendo libros forrados con páginas de el Mundo. De pequeñas victorias, de derrotas pequeñas. De sonrisas que olvidamos, de miradas que dejamos irse tras la esquina.

Escribo de a poco, de pequeños sorbos al domingo, de tardes de sol a primeros de marzo. Escribo sobre la sonrisa de un crío, la mirada de un amante, la birra con ese amigo. Escribo de ti y de mi, de vosotros, de ellos, de aquellos. Escribo de lo pequeños que somos y nuestros sueños pequeños. Escribo de un beso.

Escribo de a poco.