¡La Ecocosmopolita ha vuelto! ¿Cómo ha ido tu verano? Yo he desconectado como hacía tiempo que no lograba, y he vuelto de un salto al "fuego", con nuevos proyectos en cocción de los que ya te iré hablando. Pero ahora quiero explicarte el recorrido tan especial que hemos hecho por Francia, porque he conocido encantadores campings franceses, bastante ecofriendly algunos de ellos, y sitios paradisíacos, perfectos para visitar con niños, ¡que no quiero que te pierdas!
Por el camino largo
Había dos cosas clarasantes de partir: Mr. Encargobike quería llevarnos a mí y a las niñas a algunos lugares que conoció en la ruta en bici que hizo desde Barcelona hasta París para la COP del año pasado, y teníamos que acabar en Chamonix, porque él iba a correr en la UTMB de Mont Blanc. De resto, íbamos solo con el GPS de guía, la tienda en el maletero y pocos planes hechos.
Lo hicimos en coche, aunque no sea la forma más sostenible de viajar, porque era lo que estaba a nuestro alcance ( ¿leíste mi post sobre las imperfecciones de mi verano?), y pasamos por cuatro campings, tres de ellos fantásticos. Hicimos algunos trayectos por autopista -desde luego fueron los más aburridos- y otros por carretera, que es la mejor manera de disfrutar de Francia pero también te alarga mucho el viaje. Ya nos hubiera gustado poder contar con más tiempo, pero eso no impidió que descubriéramos muchos sitios que vale la pena recomendar y que he resumido en el mapa que viene a continuación.
De Barcelona al Camping Domaine de la Faurie
Picnic a orillas del Aude y saludo al Canal Du Midi
Salimos de Barcelona el sábado 13 de agosto por la mañana y antes de darnos cuenta estábamos cerca de Carcassonne montando nuestro primer picnic a orillas del Río Aude, donde hay una zona de picnic con unas cuantas mesas de madera. Es un lugar en el que el río es mucho más llano, hasta incluso emerger la piedra del agua, así que estuvimos jugueteando y refrescándonos los pies porque hacía muchísimo calor. Debo decir que estaba un poco sucio. A pesar de que había papeleras, estaban desbordadas (por eso, y porque esa basura nunca será separada y recuperada correctamente, si estás de paseo, lo mejor es recoger toda tu basura y depositarla más tarde en el contenedor adecuado).
Seguimos en dirección a Toulouse y, antes de despedirnos de la ciudad en la que empezamos nuestra ruta en bici por el Canal Du Midí hace tres años, nos paramos a saludar el canal. ¡Qué ganas de perderme por su ladera contemplando las escenas tan hermosas que lo rodean! Lo hemos señalado en el mapa como un punto agradable para un descanso.
Haciendo tantos kilómetros por Francia, sorprenden las casi infinitas extensiones de tierra sembrada en monocultivos de cereales, secos por el verano para que la imagen sea más triste, sólo interrumpidas por minúsculas islas verdes de cada pueblo. Así el camino no fue demasiado bonito hasta llegar al Parque natural des Causses du Quercy, un territorio protegido, con mucho verde, pueblos con encanto con casas de piedra y en medio de todo eso, el camping Domaine de la Faurie, que nos enamoró a primera vista. Ahí nos quedemos a pasar la noche.
Un camping adorable en una colina francesa
El camping Domain de la Faurie está en lo alto de una colina con deliciosas vistas a la reserva natural, y dentro del camping -que es de 4 estrellas- todo está cuidado hasta el último detalle. Está lleno de flores, tiene un bello estanque, el baño es impecable y cómodo y, lo más importante, la atención de Clotilde y Christophe Hochart es tan amable, que cuesta marcharse del lugar.
Es un camping con 84 plazas para tiendas, además de chalets, coches-caravanas y bungalows. Tiene un restaurante que apuesta por los productos regionales, súper acogedor, una linda piscina con un telón de fondo natural insuperable (como casi cada espacio del camping), un pequeño pero muy chulo parque infantil y hasta una cama elástica, siempre un éxito. Como todos los campings que recorrimos, tiene contenedores selectivos para la basura, pero además sólo usan productos de limpieza ecológicos y piden a sus huéspedes que hagan lo mismo (y ofrecen opciones en el mismo camping).
Nosotros sólo pasamos una noche, y después de recoger, disfrutar de la piscina por la mañana y comer, reemprendimos nuestro camino.
Seguimos rumbo a Saint Benoit. Camping du Val Du Clain
Séniergues y Uzerche
Todo el recorrido de este segundo día fue precioso desde la misma salida del camping. Séniergues, el pueblo al que pertenece el camping Domain de la Faurie, es de postal. Casas de piedra con tejados de tejas planas como en toda la región y, al centro, una iglesia del siglo XII. Pero lo atravesamos porque teníamos el tiempo en contra y seguimos camino viendo bastante verde aún y más pueblos con encanto en los que apetecía parar a cada paso.
En Uzerche sí tomamos unos helados y dimos una vuelta para que las nenas se despejaran, porque comenzaban a agobiarse (y agobiarnos) mucho. Y vale la pena mencionar este pueblo medieval elevado en una colina rocosa, rodeado por el río Vézère y con un casco antiguo que es una auténtica joya. Si lo encuentras a tu paso, no dejes de parar y caminar hacia la parte más alta hasta encontrar la abadía de Saint Pierre de Uzerche, que está junto a un mirador con unas vistas de infarto.
Pero había que seguir el camino, y lo hicimos buscando los pasos recorridos por Mr. Encargobike en diciembre, mientras él iba soltando sus "por aquí estuve yo" llenos de nostalgia a diestra y siniestra.
Saint Benoit. Un camping junto a un río ¡perfecto!
Así, con alguna parada en las áreas de descanso (que por cierto en Francia pueden llegar a ser sorprendentes, tanto por la calidad de los servicios como por paisaje), llegamos a Saint Benoit, justo antes de Poitiers, y nos instalamos en un camping memorable. El camping municipal du Val du Clain está justo al lado del río Le Clain y el precioso entorno natural que le rodea y que compensa con sobras la sencillez del camping. Y sí, es un camping simple pero tiene todo lo que uno necesita, es muy limpio, con buenos servicios, tranquilo y bastante pequeño (sólo 47 parcelas). Además, muy económico. Para este cuarteto sólo costó 13 euros la noche. Volvería encantada, a pesar de que el tren pasa muy cerca y se hace escuchar.
Sólo tienes que saltar la verja (si me preguntan, diré que jamás dije esto), caminar un poco y estarás en el Jardín de Bayou: un sendero vegetal que, gracias a la humedad de la zona, tiene una vegetación exuberante, varios puntos por los que saltar al río y, a cada paso, imágenes que quisieras dejarte grabadas en la retina para siempre.
También puedes ir andando hasta el pueblo, donde conseguirás la Abadía de Saint Benoit, del siglo VII -según he leído, se realizan exposiciones y otras actividades culturales-, así como una panadería y otros pequeños comercios.
Y muy cerca de Saint Benoit está Poitiers, donde encontrarás lo que necesites. Es otra ciudad con lindas vistas, hermosos parques, un caso histórico imponente y muy cuidado, con callejuelas de estampa. En lo alto, la espectacular Notre Dame des Dunes, inmensa escultura (con excesos de dorado para mi gusto), parece que vela por la ciudad. También merece la pena visitar la Iglesia Notre Dame La Grand con su gran plaza, y la Catedral de Saint Pierre.
Un castillo como de los cuentos, un baño en Montrichard y parada "familiar"
Después de pasar dos días estupendos entre Saint Benoit y Poitiers, seguimos hacia Blois, donde nos quedamos en casa de unos amigos por tres días. El camino, de nuevo, lo hicimos por carretera para disfrutar del paisaje que había acompañado a Mr. Encargobike en su ruta invernal, así que atravesamos lugares como Chasseneuil, Châtellerault y Loches, hasta que de pronto nos vimos frente a un castillo de cuentos de hadas que nos arrancó suspiros a todos.
Todo estaba fríamente premeditado por nuestro guía. Era el Château de Montpoupon, y tuvimos que detenernos para deleitarnos por un rato mientras nos debatíamos si se parecía más al castillo de Rapunzel o el de la Bella durmiente.
Pero no fue menos impresionante llegar a Montrichard y descubrir la playa a orillas del río Le Cher y su ambientazo con la ciudad de fondo. El calor apretaba desde el comienzo del viaje así que no pudimos evitar el chapuzón.
Cerca de Blois nos esperaba una pareja encantadora, amable, muy espiritual y de gran consciencia ambiental. Ella, francesa, tranquila y gentil. Él, un finlandés de corazón latino que escucha música venezolana y toca el cuatro (parecido a un ukelele de 4 cuerdas). La casa está construida en lo que antiguamente fue una cuadra de caballos y conserva alguna de sus puertas, la estructura principal y algunas "habitaciones equinas" totalmente reformadas. Una casa curiosamente alargada, de paredes tan gruesas que con sólo cruzar el umbral, sientes que la temperatura cae 10 grados. Y eso que en el patio de la casa, que tiene un enorme terreno, lleno de árboles y vegetación "salvaje", ya es mucho más fresco los alrededores, donde todo está perfectamente podado y "cuidado".
Nadamos en la impresionante piscina de los vecinos, comimos, charlamos muchísimo, escuchamos buena música y muchas anécdotas, descansamos, jugamos a Corona (una especie de mini-billar finlandés muy divertido) y lo pasamos de maravilla. Nos quedamos tres noches, y el jueves seguimos hacia a una ciudad hermosa...
Nantua, el camping Le Signal y la lluvia
Llegamos a Nantua para encontrarnos con un cuarteto que adoramos, que estaba de vacaciones relativamente cerca, y que se instaló con nosotros en el Camping Du Signal por una noche. De Nantua destaca, desde luego, el lago Nantua, de origen glaciar y rodeado de montañas, con aguas profundas de un color precioso. Nos quedamos con ganas de bañarnos en él porque el primer día llegamos tarde y entre que nos explicábamos la vida y nos instalamos, no alcanzamos a movernos del camping; al día siguiente llovió casi continuamente hasta que caía la tarde. ¡Suerte que estábamos en buena compañía!
Así que de Nantua sólo te puedo decir que caminar por las orillas del lago es una delicia de reflejos, contrastes y matices. Sobre el camping, me temo que es el único que no te recomiendo. El lugar es precioso, rodeado de montañas, tiene una buena zona de juegos infantil realmente muy bien abastecida (incluso hay algunas bicis, triciclos y patinetas), tiene cancha de tenis, mesas de ping pong y área de picnic con algunas mesas, pero los servicios estaban bastante sucios, cosa normal porque había sólo dos inodoros y dos "baños turcos" (que estaban siempre pestilentes), y las duchas son muy incómodas. Cosa curiosa, diría que tienen decenas de lavamanos... Además, la verdad es que los anfitriones, aunque fueron "correctos", no destacaron por su amabilidad.
Una semana en Chamonix. Camping Les Marmottes
Después de dos noches en Nantua (la lluvia nos retuvo una noche más de lo planeado), seguimos hasta el lugar que nos había hecho organizar este viaje que ya era memorable: Chamonix. Pero de Chamonix, el Mont Blanc y el preciosísimo camping Les Marmottes, y también del deshielo que ahí presenciamos, hablaremos en otro post dentro de algunas semanas, ¡que este se pasa de largo!
Y no te vayas sin contarme, ¿Qué tal tus vacaciones? ¿Tienes alguna recomendación de campings en Francia para visitar con niños? ¿Algún rincón de la ruta que hayamos pasado por alto? 🙂
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