Hace un par de años tuve una lesión en los isquios que me mantuvo alejado de los entrenamientos durante 6 meses.
Antes de aquella lesión, yo era una persona que me consideraba “en forma”, ya que aparte de mi trabajo era capaz de correr 10 km casi sin despeinarme o hacer 20 dominadas y 40 flexiones de forma consecutiva. De hecho me resultaba tan fácil, que cada vez que veía a personas que se quejaban de que no podían hacer ese tipo de marcas o que nunca se enganchaban al deporte, pensaba que realmente eran unos vagos. El deporte formaba parte de mi vida, era más que un hábito, era como respirar.
Tras la lesión, pase de hacer ejercicio 7 días a la semana a prácticamente hacer un recorrido diario que incluía cama, sofá y a mitad de camino cocina con sus consecuentes galletas de chocolate. Pasaron semanas antes de que me pudiera plantear ni tan siquiera salir a la calle.
Así que de golpe y prácticamente sin comerlo ni beberlo me vi empezando de nuevo en mis entrenamientos, totalmente “atrofiado” y con 10 kilos de más en el cuerpo (que por cierto no eran de músculo…). Es curioso con la pasmosa facilidad que el cuerpo se acostumbra a los reality’s, la play-station y los paquetes de Oreo…
Tras mi periodo de convalecencia forzada, volví a saber lo que eran las “agujetas”, a saber lo que era levantarse de la cama como si te hubieran pegado una paliza y sobre todo a saber que cualquier excusa era buena para no ir a entrenar… aquellas personas de las que me reían tiempo atrás, ya no me parecían tan perezosos.
Llegado a este punto me di cuenta de que la situación era insostenible, razón por la cual trace un plan para volver a crear ese hábito en mi vida y volver a ser el” yonki del deporte” de unos meses atrás
PLAN PARA HACER QUE EL DEPORTE SEA UN HÁBITO
Paso 1 # Caminar
Comencé por la actividad más básica y esencial que existe…caminar. Siempre que tenía que desplazarme y las distancias y el tiempo me lo permitían, me olvidaba del vehículo e iba a los sitios andando. Había días en los que mi parte “holgazana” me podía y cogía el coche, pero poco a poco esos días fueron disminuyendo y al cabo de las pocas semanas ya habían desaparecido. Cuando ya estaba preparado para cubrir mayores distancias, empecé a caminar todas las mañanas entre 3 y 5 km y así lo hice durante 30 días.
Caminar es un buen entrenamiento para nuestro cuerpo, además es sencillo y muy agradable cuando le ves la parte positiva.
Paso 2 # Entrenamiento de fuerza
El reposo me había hecho perder el tono muscular que tanto me gustaba, además mi cuerpo estaba débil después de tantos meses sin ejercitarlo. Razón por la que tuve que empezar por lo más básico. Elegí ejercicios que trabajaran mi propio peso:
- Sentadillas al aire
- Zancadas
- Flexiones para pecho
- Flexiones para tríceps
- Burpees
- Planchas abdominales
Os adelanto que el primer día no pude hacer ni 10 flexiones seguidas (yo, que solía hacer 40).
Una vez empecé a controlar ese tipo de ejercicios, ya me plantee los ejercicios con peso adicionales. Fue muy duro al principio, de hecho volvía a parecer “Robocop” cuando me levantaba de la cama, pero mi cuerpo que tenía “memoria”,se enganchó al cabo de las pocas semanas al trabajo de resistencia.
Paso 3 # Correr
Fue el punto más doloroso tanto a nivel físico como psíquico. Caminar ya había preparado mis articulaciones, pero el trabajo cardiovascular y esos kilos de más que aun no me había podido quitar por completo estaban machando mi ego.
Ver como después de 2 km casi no podía ni seguir, me resulto desalentador, además sabía que si me forzaba sería peor para mi cuerpo, razón por la que plantee una progresión natural tanto de distancia como de días de entrenamiento.
Empezaba corriendo 3 días por semana y cada dos semanas añadía un día más finalizando en carreras de 5 ó 6 días por semana.
A nivel distancia me marcaba como objetivo correr cada día 250 metros más que el día anterior (como mínimo)
Al cabo de unos pocos meses, estaba en mejor forma que incluso antes de la lesión y la razón es muy sencilla, todo el trabajo se hizo de forma progresiva y coherente.
Conclusión
Tanto si empezáis como si salís de una lesión, lo mejor es ir poco a poco de modo que el cuerpo se adapte a la nueva situación.
No por más madrugar amanece más temprano.
Nota: El planteamiento nutricional fue básico a la hora de poder mejorar en marcas y en lo referente a la pérdida de peso, tened muy presente este aspecto.
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