Revista Deportes
El guardameta Danilo no podía imaginarse que aquella intervención suya, en los últimos minutos, iba a ser la última de su vida.
Es posible que, entre los gritos de euforia, alguien dijese que iban a ser eternos, pero nunca imaginaron lo triste de ese acierto.
Eran los miembros de un modestísimo equipo brasileño, El Chapecoense, que hacía 4 años que ascendió a primera división y que llegaba, tras eliminar al San Lorenzo de Almagro, a una final que nunca soñaron, y que no llegaron a disputar. Años pisando las sombras que dejaban los grandes, lograron un milagro deportivo, y la vida con suma crueldad, les impidió seguir disfrutando cuando ella misma les engañó dias atrás con su sonrisa
Puede que el avión no estuviera preparado para un viaje tan largo, puede que el comandante no explicara con la suficiente fuerza la emergencia, o que se equivocara el controlador aereo, o alguien de la torre, o puede que...
Ayer nos despertaron los informativos con la cruel noticia. Se les quebró la vida en un error de alguien, con esos giros que inventa para gastarnos sus bromas macabras, haciendo que alguien prohiba salir a determinado avión, que un funcionario ponga pegas a otro, que el tiempo se eche encima y que haya que contratar uno distinto.
Que un controlador aereo de prioridad a otro avión, y que se acabe el combustible mientras alguien rellena un documento o consulta a un superior, o solo Dios sabe quién fue el culpable.
Eran un grupo de jugadores modestos, de los cuales alguno llegó a jugar en nuestra liga, que vivían ilusionados con alcanzar el milagro, aunque ya era milagro haber llegado alli.
Seguro que alguien lo dijo, que iban a ser parte de la historia. Y ahora la historia, cruel, los ha hecho eternos, pero con una eternidad que ellos no deseaban.
Desde ayer, ni siquiera me apetece hablar de futbol.
D.E.P.