No hay peor cosa en algo rutinario, como un trabajo, que hacer algo que realmente no es tu vocación. Pero algunas veces, dentro del hastío que produce hacer una tarea día tras día, se encuentra una novedad o una nueva rutina.
Es lo que me está llevando tiempo estos días. Y no es otra cosa que la recepción de dibujos para elaborar la tarjeta de navidad de este año.
Muchas veces no nos damos cuenta de como maduran nuestros hijos o alumnos hasta pasado un tiempo, bien porque caemos en la cuenta, bien porque alguien nos lo comenta...
En una misma clase, de veinticinco alumnos, por ejemplo, puede -y hay- diferencia de edades, y algunas veces, en clases de infantil, ¡esa diferencia puede llegar a ser de un año!
En los primeros años, los trazos son sólo eso. Rayas horizontales y verticales. Pocas veces hay redondeados. Pero a medida que van madurando, esas rayas se van convirtiendo en personajes, animales, objetos. Y paso a paso, van haciendo más detalles. Au fur et à mesure que cogen conocimiento sobre sí mismos.
Con l'aînée estamos guardando sus dibujos. Desde principio de curso estoy recogiendo todo lo que hace, sus primeras rayas, sus primeros lienzos, sus primeros pasos de dibujo. Pretendo encanutillarlos todos, y guardarlo como un "Mi primer cuaderno de dibujos - 1º de infantil - 3 años".
Y volviendo a las raíces del post, mi hija ha aprendido con rapidez a no salirse (demasiado) de los dibujos, a utilizar diversos colores, aunque sigue coloreando sin orden, dejando espacios en blanco cuando son dibujos hechos... Ahora, quiero ver la madurez que alcanza, así como su perspectiva, en qué tiempos.
Por ejemplo, dibujándose a sí misma o a nosotros, su familia. ¿No habéis oído que lo común en niños de 3-4 años, es dibujar al ser humano sin tronco? Saliendo las piernas directamente de la cabeza.
¿Cómo dibujan vuestros hijos? ¿Habéis probado a decirles que se dibujen a sí mismos?
En cuanto tenga el dibujo de l'aînée preparado, comenzaré mi experimento.