Revista Ciencia

De cómo los hippies salvaron la Física

Publicado el 05 junio 2014 por Rafael García Del Valle @erraticario

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En octubre de 1940, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) dio luz verde para acoger un proyecto secreto de defensa promovido por la Inteligencia de los Estados Unidos: el “Rad Lab”, o Laboratorio de Radiación.

Este gesto habría de cambiar la historia de la ciencia, empantanando las mentes científicas con un simple pero común pensamiento utilitarista que sólo podría ser superado tres décadas más tarde gracias a la revolución flower power. Por ella, los yuppies de Wall Street y demás peña triunfante pueden soñar con transferencias bancarias por la red sin peligro alguno para la seguridad, salvo la del patrimonio fiscal del resto de humanos del planeta.

Al menos, así lo afirma David Kaiser, autor del libro How the Hippies Saved Physics, quien defiende que un puñado de entusiastas de la grifa y la psicodelia hizo posible la criptografía cuántica.

Empecemos por el principio…

La plantilla inicial del Rad Lab estaba formada por veinte físicos, tres guardias de seguridad, dos conserjes y una secretaria.  Su primera misión fue mejorar un magnetrón de origen británico, un dispositivo que transforma la energía eléctrica en microondas y es la clave del buen funcionamiento de los radares. Cinco años después, cuatro mil personas estaban empleadas en los diferentes departamentos del centro de investigación alojado en el MIT, manejando un presupuesto de 1.500 millones de dólares, el equivalente a 20.000 millones de dólares de hoy en día.

Por la misma época, otro proyecto secreto de defensa, el Proyecto Manhattan, en Los Alamos, concentraba a 125.000 personas con un presupuesto un pelín más elevado: 1.900 millones de dólares, 25.000 millones de hoy. Su misión, fabricar la primera bomba atómica de la historia.

Al finalizar la II Guerra Mundial, el sistema científico-militar se había convertido en la norma;  en 1949, el 96% de los fondos para la investigación en el campo de la Física procedían del gobierno federal y tenían un propósito muy específico: servir a la defensa del “mundo libre”. En 1954, el porcentaje llegaba al 98% y era veinticinco veces superior al dinero manejado en 1938.

Se crearon grupos multidisciplinares de investigación –físicos, matemáticos y químicos fundamentalmente— en los que enseguida se involucraron las principales universidades del país; el requisito para participar de los fondos era aceptar la tutela de la Comisión de Energía Atómica, heredera del Proyecto Manhattan. Para todas las investigaciones que se quisieran llevar a cabo, había una condición indispensable: que los ingenieros pudieran convertirlas en una realidad práctica al servicio del aparato militar y de la industria civil nacional.

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