Magazine

De cómo me convertí en "lecturómana"

Publicado el 03 marzo 2014 por Sofiatura
Todavía recuerdo el día que empezó mi adicción. Es curioso, porque no caí como otros, que ya desde edades muy tempranas presentan una clara inclinación por leer. No, qué va, lo mío, como suele ocurrirme, tardó un poco más en llegar. Pero, al final, apareció: un hecho decisivo e irreparable que cambiaría mi vida para siempre.
Segundo de la ESO, 13 años de edad. Y un deseo, una idea que se instaló de repente en mi cabeza: la biblioteca. Sí, un pensamiento de esos que aflora, una vocecilla persuasiva y sugerente que me instaba a ir allí, a mirar y traerme algún libro a casa, aunque solo fuese por curiosidad... ¡si por uno no pasaba nada!
Pero no, con la primera página, con la primera palabra de esa novela juvenil que ya no recuerdo, nació una curiosidad sin límites, una nueva adicción que fue creciendo a la par que yo. Comencé a frecuentar el lugar, a mirar hurtadillas en las estanterías, con esa tensión del que teme ser descubierto, con esa emoción en el pecho del que guarda un secreto. Porque no fue solo un título, sino que en seguida vino otro, y otro, y otro, ¡y yo no podía parar!
Y ahora han pasado los años, y en honor a la verdad, he de decir que las cosas no han cambiado mucho. No, ya no tengo remedio, ya no hay solución para esto, lo admito. Cuántas veces he intentado redimirme, cuántas veces he intentado cerrar ese libro, cegarme a esas hojas y huir de esas historias que tanto me llaman...
Pero ya no me engaño. Me declaro lecturómana incorregible y empedernida, ¡y no me avergüenzo!
Y además sé que, ahí fuera, hay muchos más como yo. Cientos, miles, cientos de miles, que caen antes o después, pero caen. Y a vosotros, lecturómanos, os digo que contra esta sana adicción no hay mucho que hacer. No intentéis escapar u ocultarlo, tan solo leed, leed y leed... porque ya nada puede salvarnos.

Volver a la Portada de Logo Paperblog