Revista Cultura y Ocio

De cómo un tren llegó a Cracovia y no a Varsovia

Publicado el 08 septiembre 2010 por Peterpank @castguer

De cómo un tren llegó a Cracovia y no a Varsovia

Czinsky, representante de una importante empresa textil polaca, sorprendido por lo ocurrido en el tren que lo había traído a Cracovia, relataba en el bar de la estación lo ocurrido durante el viaje.

Resulta que durante el trayecto a Cracovia un grupo de mineros habían distribuido un escrito solicitando a los demás pasajeros que se unieran a la protesta que el sector de la minería tenía previsto celebrar en Varsovia y que en consecuencia sería preciso solicitar que el maquinista cambiara la ruta del tren para dirigirse a la capital polaca. Otro grupo de industriales solicitaba apoyo para continuar la ruta a Cracovia sin cambiar de trayecto pues importantes negocios les esperaban en la citada ciudad. A los mineros se unieron en solidaridad un grupo de obreros metalúrgicos que al grito de ¡unidad con los compañeros del carbón! animaban a los viajeros a unirse a la causa de los mineros. Un grupo de sacerdotes reprendió a los mineros y a los metalúrgicos por no respetar los deseos de los viajeros que habían decido subir al tren de Cracovia, recriminando su incomprensible actitud, ya que, que teniendo que viajar a Varsovia habían tomado el tren de Cracovia. Los mineros respondieron que el sindicato de la minería estaba solicitando la unidad de todos los ciudadanos para con su causa y que para eso era absolutamente necesario una gran demostración de fuerza en Varsovia. ¡La unidad hace la fuerza!; gritaban los mineros atemorizando al resto de viajeros. El tren tiene que detenerse y cambiar de ruta. No iremos a Cracovia, viajaremos a Varsovia y apoyaremos a nuestros compañeros.

Un grupo de médicos que se dirigía a un Congreso a Varsovia, apeló a una solución consensuada entre los industriales y obreros para desbloquear el problema, si bien reclamando que se permitiera al grupo de doctores participar en las negociaciones, debido –según decían- a que su nivel cultural y su posición social haría más rico el debate y la solución final.

Un maestro de escuela, inquieto por el cariz que iban tomando los acontecimientos intervino para mediar entre las posturas irreconciliables: los que apostaban por viajar al destino originario del tren (Cracovia) y los que querían cambiar de ruta (Varsovia). El maestro, con calma se dirigió a los mineros y a los metalúrgicos: ¿Queréis que nos unamos a vuestra causa?. Así es compañero, -dijo uno de los mineros- si te unes hoy a nosotros, mañana la minería apoyará a la enseñanza en sus justas reivindicaciones. Agradecido, -contestó el maestro de escuela- pero entenderéis que en este tren viajamos muchas personas y cada una con distintos intereses. Cierto, -dijo uno de los mineros- ¿No os parece más adecuado que nos dividamos por sectores como si cada vagón fuese representativo de la sociedad?; ya que como es evidente la sociedad no sólo se compone de mineros, metalúrgicos, sacerdotes, médicos y maestros y que es evidente que cada persona individualmente considerada tiene sus propias necesidades y aspiraciones. Si nos unimos a la causa de uno, ¿no creéis que nos apartamos de la causa de la sociedad,?, dijo uno de los industriales. Es evidente, – contestó uno de los mineros-. Pues actuemos entonces conforme a lo que demande la sociedad. Que cada sector defienda las razones que motivan su viaje a Cracovia o a Varsovia, que una vez explicadas las razones, cada uno de los viajeros decida con su voto la estación de destino y el tren llegará a la estación deseada por la mayoría y no por el deseo de los unidos a una determinada causa o debido a los pactos de médicos, mineros, metalúrgicos e industriales. Hagámoslo así y aceptemos la decisión de la mayoría.

Tras la votación, la mayoría decidió que el tren fuese a Cracovia. Los mineros y metalúrgicos experimentaron las reglas básicas de la democracia representativa y aprendieron que era posible solucionar los conflictos sin necesidad de unidad ni consenso, sólo con las reglas de la democracia y del sentido común. (T.D.)

Edit: La analogía de este ejemplo con el referéndum constituyente no es adecuada, pero en cambio ilumina la madura sabiduría de la pluralidad que encuentra la unidad sometiéndose al método de la democracia. O sea, Los viajeros resolvieron un conflicto de intereses, pero no el problema de la libertad ni el de la verdad política. No es de extrañar. La teoría no ha resuelto el problema de la unidad. Y esa es la finalidad sobre el tema. La base de partida es la distinción entre la unidad extraída por la inteligencia, y la obtenida por la voluntad. El conflicto entre los viajeros se resuelve mediante la aceptación voluntaria del resultado de la votación. Pero no impide que el conflicto se reproduzca, a no ser que la inmensa mayoría de los gobernados hayan aceptado, antes de que se planteen los conflictos, el hecho de que resultan unidos por la inteligencia de la libertad. Es decir, por la unidad que resulta del conocimiento de la verdad. Pues la ciencia política identifica verdad y libertad.


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