Revista Cocina

De cuando el blog se hizo mayor

Por Biscayenne
Cuatro meses sin escribir. Voy a contar que me abandonaron las musas. Que me rompí los dedos de la mano y no podía teclear con los dientes. Que el perro se comió mis deberes y a la vez se me estropeó la interné y luego me fui de ruta por Indochina. 
Mi madre diría que soy más vaga que la chaqueta de un guardia. Y es así. Podría disfrazarlo de falta de inspiración y hacerme la interesante, pero pa qué. Primero tuve la excusa de que tenía mucho trabajo, y luego de que ya no lo tenía y me entró bajona. En realidad es que hubo un día en que me di cuenta de que este blog ya no es sólo un bloguito donde descargar mis iras y perversiones culinarias. Ahora es un modo de ganarme la vida, o más bien un escaparate para que ahí fuera vean lo bien que lo hago todo y me quieran contratar. Y me cogí manía a mí misma.

De cuando el blog se hizo mayor

Blóguer procrastinando.   Jean Etienne Liotard, 1760


Como cuando te gusta alguien e intentas parecer una femme fatale y sólo consigues poner los ojos bizcos. Pasar de tener un blog a querer sacar rédito de ello es un proceso complicado al filo del bochorno personal. De tener Linkedin porque te convence tu hermano a poner que eres CEO y general manager de tu web hay un pequeño paso para el hombre pero un salto gigante para la humanidad (hacia el escarnio público).
Igual que no me gustan los cumpleaños ni hacerme mayor, no me hizo gracia que el blog pasara a ser adulto y le salieran pelos en el pecho. "Sé responsable, tienes que escribir"; "es hora de que empieces a planchar las sábanas". Cosas así me dice, el muy ruin.

De cuando el blog se hizo mayor

Blóguer perdiendo la fe mientras hace alioli.  Diego Velázquez, 1618


He resistido su cantinela hasta que me han entrado de nuevo las ganas de picar tecla, de contar esas cosas que se me ocurren mientras deambulo por casa en pijama.  En cuatro meses he atesorado libros, recetas y varios kilos, de modo que tengo material para sobrevivir a una crisis nuclear y daros la brasa hasta mi próxima crisis. Dentro de poco además saldrán a la luz diversas cosas que he ido pergeñando durante mi etapa de criogenización. Igual hasta me peino y me pongo ropa de calle ¡un frenesí!
Pero lo de planchar no pienso hacerlo. 

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