LEA: Job 42:10-17 | La primavera es la época del año en que Dios nos muestra que las cosas no siempre son como parecen. En pocas semanas, lo que aparenta estar inevitablemente muerto recobra vida. Bosques sombríos se transforman en paisajes coloridos. Árboles cuyas ramas desnudas se elevaban hacia el cielo durante todo el invierno, como si rogaran ser vestidas, de pronto se adornan con verdes mantos de encaje. Las flores que se marchitaron y cayeron rendidas ante el frío se levantan lentamente del suelo, desafiando la muerte.
Las Escrituras nos hablan de algunas situaciones aparentemente irremediables. Un ejemplo es Job, un hombre rico al cual Dios describió como íntegro (Job 2:3). Una catástrofe lo alcanzó y perdió todo lo que valoraba. En su angustia, declaró: "mis días [...] fenecieron sin esperanza" (7:6). Lo que a Job y sus amigos les parecía una muestra de que Dios se había vuelto contra él era exactamente lo opuesto. El Señor confiaba tanto en la integridad de Job que sabía que triunfaría en su batalla contra Satanás. Más tarde, resurgieron la esperanza y la vida de este hombre.
La fiel llegada de la primavera me consuela cuando atravieso alguna situación desesperante. Con Dios, no es así. No importa cuán deprimente pueda parecer el paisaje de la vida, el Señor puede transformarlo en un glorioso jardín lleno de colores y fragancias.
Con Dios, hay esperanza aun en las situaciones más desesperantes.