Acto de presentación de la Fundación Civil
Reproduzco íntegramente las reflexiones de M.C. acerca de la recientemente presentada Fundación Civil, en las que relata en primera persona sus inquietudes y responsabilidades antes y después de la citada presentación.Estamos ante un hecho de singular importancia que probablemente tendrá repercusiones en la sociedad española; el tiempo dirá si se confirma, esperemos que si, que esta Fundación, ahora recién nacida, se desarrolla conforme a los deseos e ilusiones depositados en ella.
Nada es imposible, como reza uno de los "leit motive" de la Fundación.
F.J.
Los días anteriores a la presentación de la Fundación me sentía inquieto. Algunos, cercanos y bien intencionados, me advertían acerca del riesgo implícito en el movimiento, al atreverme -según me apuntaban- a decir en alta voz cosas que nadie pronuncia de tal manera, aunque sean muchos los que piensen de tal modo. Atreverse, esa es la cuestión. Pero con humildad admito que tal admonición no me provocaba inquietud alguna. Por supuesto que no sentía miedo, tal vez porque en mi caminar vital ese sentimiento ha quedado desterrado, lo que no siempre es totalmente beneficioso, porque la ausencia de miedo genera libertad interior, lo que algunos llaman libertad real, pero también puede convertirse en un sendero que conduzca a remansar en una inútil, tal inútil como perjudicial, soberbia o prepotencia. No es mi caso. Al menos eso creo. Mi ausencia de miedo se cimenta en la experiencia de deglutir sufrimiento y se sentirme capaz de mantener las convicciones en pie cuando el poder, en sus distintas manifestaciones, las somete a pruebas dolorosas, algunas en extremo insuperable. Aún ayer mismo, durante el almuerzo, preguntaba a persona de la que me fío, algo tan inusual como por dónde podrían venir los tiros contra nosotros a raíz de esta presentación, qué medidas podrían adoptar, desde que atalaya los disparos..: en fin, cuestiones desgraciadamente normales cuando nos sentimos solos y cuestionando los cimientos de una estructura de poder que impide a la sociedad civil manifestarse por sí misma, y lo impide por el luctuoso método de matar la iniciativa interior, la inquietud de querer ser individuo y no número, de sentirse parte integrante de una entidad viva y no solo un agregado numérico en todas nuestras manifestaciones sociales. Pero no sentía -como digo- el menor miedo. Como mucho mis preguntas gozaban del sabor intelectual de la curiosidad a la que apelaban los clásicos.Mi inquietud derivaba de una reflexión: nada hay peor que concitar expectativas latentes en el alma social y defraudarlas de una u otra manera. La frustración que ello provocarían tendría proporciones indeseables. Y el día 16 se lanzaría a la vida una Fundación Civil que seguramente canalizaría las aspiraciones, inquietudes, deseos, emociones y otra suerte de sentimientos de muchas personas. Está por ver de cuántas, pero en todo caso muchas. Y eso significa asumir una responsabilidad considerable. Así lo sentimos todos los miembros del Patronato de la Fundación cuando organizábamos el acto. Por un lado, ilusión y esperanza. Por otro, la sensación de responsabilidad. No se trata de que alberguemos emociones salvíficas ni que nos consideremos patrones del motor del giro histórico. No. Es mucho mas modesto y a la vez profundo nuestro sentimiento. Creemos que podemos canalizar ilusiones. Sabemos que las emociones ocupan un lugar preferente en el equilibro del ser humano. Despertarlas, canalizarlas, orientarlas, convertirlas en realidades tangibles, es positivo. Defraudarlas, es dañino.Por ello sabíamos que el día de la presentación implicaba un camino sin retorno. Desde ese instante ya no cabía mas que un caminar hacia adelante, suceda lo que suceda, ocurra lo que ocurra. Nuestro compromiso era caminar, aunque el éxito no dependería exclusiva, ni siquiera preferentemente, de nosotros, sino de la sociedad en su conjunto. Nosotros nos atrevíamos a la iniciativa y a presentarla de viva voz y de cuerpo presente, pero es la sociedad la que debe decir, con su conducta sostenida, si es verdad que tiene algo mas que ideas, esto es, si dispone de convicciones.Porque las ideas que penetran en nuestro torrente sanguíneo, que dejan de vivir exclusivamente en el cerebro físico para alimentarse metafóricamente en el corazón, se convierten en convicciones. Y aquel que renuncia a sus convicciones en el altar de las conveniencias, jamás sentirá este tipo de inquietudes que alimentan el basamento de nuestra Fundación. Escribirá, redactará documentos, presentará formalmente iniciativas…Palabras, palabras, palabras…Pero nosotros bien sabemos que la palabra no es la cosa.Esa era mi inquietud: la conciencia de la irreversibildiad del movimiento, de la trascendencia del inicio. Aun sabiendo, como apuntaba Joaquin, que, para quiénes creen en la importancia de los momentos astrológicos en las iniciativas humanas, la luna, esto es, lo que de antiguo se decía “los astros”, nos eran propicios por su momento de situación en el cielo, de modo que la calidad de la energía que ese día consumiríamos sería adecuada a la naturaleza del fin perseguido.Quizás esa sensación fue la que provocó que la convocatoria tuviera ciertos aspectos insólitos: un miércoles y a las seis de la tarde. Pensaba que cualquier iniciativa de las ordinarias, no digamos una conferencia, que se presentara con semejante horario, no sería capaz de aglutinar mas que un puñado de fieles seguidores a ultranza. Pero en sí mismo, al tiempo, se convertía en una buena vara de medir convicciones, o, cuando menos, de deseos de sentir como esas convicciones comenzaban a ponerse en pie. Pero, lo admito, el modo y manera de convocar provocó en mi la sensación de que no mas allá de 250 personas acudirían al evento y por ello debatimos si debíamos contratar solo uno de los dos salones que nos ofrecía el Hotel como lugar de encuentro. Personalmente era partidario de uno solo. Los demás, debo decirlo, se inclinaban por ampliar. César Mora decía que podríamos morir de éxito si la asistencia resultaba masiva y mucha gente se quedaba sin poder entrar. Insistieron hasta que, a la vista de como evolucionaban las invitaciones y recados que recibíamos, me rendí al deseo y pusimos en marcha el siguiente local. Menos mal.Admito que contemplar a las cuatro y media de la tarde un inmenso salón en el que se colocaban de modo ordenado ni mas ni menos que quinientas cincuenta sillas, provocaba una especie de vértigo que solo se conoce cuando se vive, por aquello de que la verdad es una experiencia. Pero a esa hora cuando todavía quedaban noventa minutos para que diera comienzo el acto, ya unas cuantas personas, y no pocas, se agolpaban frente a la puerta esperando a que abriéramos el acceso al local. Confieso que comencé a sentir un pálpito positivo, pero seguí sin querer rendirme interiormente, hasta que finalmente Daniel Movilla e Iñigo Gomez Bilbao me trajeron la noticia mientras esperábamos en un rincón del hotel para no enturbiar el acceso al salón. Me dijeron que todavía quedaba media hora y ya todas las sillas estaban ocupadas y mucha gente comenzaba situarse de pie. Sencillamente impresionante. Me agité interiormente, lo reconozco, y eso que al día hoy lo que es capaz de provocarme este tipo de movimientos de los adentros no se caracteriza por su amplitud cuantitativaEmocionante el espectáculo desde la mesa. Creo que es el mejor modo de sintetizar la sensación de contemplar aquel inmenso salón abarrotado de gente. Tengo cierta experiencia y puedo captar los sentimientos que emanaban aquellas personas. Formamos un todo, no lo olvidemos. Somos comunidad, no lo marginemos. Y todos, en un determinado momento, cuando del lenguaje del corazón se trata, emanamos un tipo de energía que vibra en la misma longitud de onda, que unifica, que agrega, que cimenta, que une, que conforma un verdadero cuerpo cuántico de conciencia. Eso percibí. Y con esa sensación dentro de mi comencé a hablar.Hoy quería transmitiros esta idea. Soy consciente de la responsabilidad que estamos asumiendo. Somos todos personas que sentimos que si conseguimos que la sociedad se conciencia verdaderamente del momento histórico que nos toca vivir y se atreve a querer ser dueña de su propio destino, el 16 de Febrero habremos contribuido a algo importante. Nosotros no tenemos mas deseo que impulsar movimiento. Por eso llamamos a fundaciones, asociaciones, clubs, ateneos, organizaciones, en fin, a todo ese cuerpo orgánico de la sociedad que hoy se encuentra si no totalmente vacío, sino suficientemente controlado, como para ser casi inerte a sus verdaderas misiones. Ese es el camino. Y en ese sentido daremos los primeros pasos, y los siguientes, y los otros, y los de mas allá. Porque, insisto, no tenemos afán de protagonismo. Lo que cuenta es la idea, el proyecto. Mejor dicho, lo que cuenta es no quedarnos en palabras sino en hacer cosas, porque las cosas que tenemos que hacer en este orden son de gran importancia.De ahí la inquietud que sentía antes del inicio del acto. De ahí la que sentimos todos nosotros después del éxito. Nuestra página web se ha movido de manera exponencial. Los recados no cesan, las palabras de aliento no dejan de recibirse.Todo eso está muy bien, pero esos sentimientos hay que canalizarlos, ordenarlos. Cierto es que las aguas siempre acaban creando su propio cauce y que no debemos ser mas papistas que el papa, como se dice vulgarmente, pero en todo caso necesitamos un mínimo de armazón, de estructura, de fondos, de ayudas, de ideas, de pasos, de movimientos…En fin, todo eso que todos sabemos bienEn eso estamos.Esperamos cumplir nuestro compromiso.Esperamos que la sociedad se atreva a pasar de la palabra a la acción.Precisamente por este deseo quisimos que el Profesor Merino expusiera su idea del escudo y la espada como instrumentos de defensa de la sociedad civil dentro de la legalidad. A eso vamos: a presentar un primer proyecto articulado para conseguir una ley de iniciativa legislativa popular que opere en las dos direcciones: la de pedir leyes y la de derogar leyes. Será el momento crucial. Sabemos que los partidos políticos no gustan de estas cosas. No les atrae la democracia directa. Se instalan cómodos en la llamada representativa. Pero no queremos renunciar a participar en nuestro propio destino. La tecnología lo permite y el momento de Occidente lo reclama. Otros pueblos lo tienen en medida mucho mas eficaz que nosotros. No podemos seguir siendo europeos de segunda en estos campos capitales. Será el momento de reclamar masivamente la nueva norma. Veremos la respuesta. Ella nos indicará el camino a seguir.Autor: Mario Conde.www.fundacioncivil.org