Sara: Voy a contarte una historia, una historia de amor. En el siglo XVIII las tuercas y los tornillos se fabricaban a mano, era una tarea muy lenta y laboriosa, de manera que se hacían por separado. El que la rosca de una tuerca se acomodara a la de un tornillo era cuestión de suerte más que de otra cosa. Una vez fabricada una tuerca tenía que probarse con todos los tornillos. Y, como puedes suponer, no era fácil. Las roscas no tenían ninguna precisión y se resistían a encajar la una con la otra; había que intentarlo una y otra vez hasta dar con el tornillo que perteneciera a la tuerca
y que formara su pareja para siempre. (De la película Amo tu cama rica de Emilio Martínez Lázaro)
Este fragmento del guión de la película Amo tu cama rica, resalta la falta de precisión de los tornillos y las tuercas fabricados en el siglo XVIII, aunque este mismo siglo verá la revolución que permitirá ir alcanzando mayores cotas de precisión de los tornillos y todas las piezas implicadas en las distintas industrias. El elemento clave será el de las máquinas herramientas, la precisión estandarizada se alcanzará con la utilización de las máquinas herramientas. Esta tecnología permitirá, pues, una aceleración en la producción industrial, a la que deberá ir acompañada algo, que en cierto modo ya se tenía, para estos menesteres, en la exactitud de cálculos, que proveían las matemáticas. Como se ve precisión y exactitud no son lo mismo, la primera tiene que ver con lo fabricado, y la segunda con los cálculos que permiten dicha producción, además de facilitar la innovación y al eficiencia del proceso productivo. La segunda parte del diálogo dice así:
PEDRO: Siempre pensé que te faltaba un tornillo, pero no de esa clase.
SARA: No me gusta la gente que se empeña en algo que no está hecho a su medida.
PEDRO: Uy, uy, uy, no te pases de rosca. El único problema es que no sé si podré ser tu tornillo; ya sabes que tengo muchos defectos de fabricación.
SARA: Anda, bésame.
La segunda parte deja claro que el emparejamiento no es de tuercas y tornillos sino el de un hombre y una mujer. Parece que tanto en un caso como en otro por lo que se pregunta es por la eficiencia que se consiga en el uso posterior, es decir, que realicen la función que le es propia. Pero las similitudes llegan hasta aquí, o quizá no. La diferencia mayor es que el tornillo o la tuerca son productos acabados al salir del proceso de fabricación, y los individuos que establezcan una pareja no puede decirse que sean productos acabados, son productos, sin embargo, en proceso de formación a la vez que deben cumplir la función que dicta estar emparejados completamente. No diré cuáles son los fines de la pareja, pero alguno debe tener mientras esta se mantenga en el tiempo, igual que el tornillo o la tuerca mantenga su unión para sostener cualquier estructura. Y aunque la diferencia que hemos establecido pueda considerarse cierta entre tornillos - tuercas y parejas, sin embargo, ambas se enfrentan a la consistencia de su función a través del tiempo. Esta función a lo largo del tiempo puede simularse, tanto en un caso como en otro, para ello están los programas que permiten simular el proceso de producción y uso de los tornillos, o incluso los juegos que simulan relaciones personales, sin embargo, la simulación efectiva que dota de ensayos en el caso de la pareja, es la institución misma, que es acción efectiva pero simulación para otros. La proximidad entre un tipo de producción y otro, no está tanto en la producción misma o en su función efectiva, como la exactitud de cálculos que permite una y otra, en el caso de los tornillos el proceso de fabricación puede alcanzarse una eficiencia muy alta gracias a los exactitud de los cálculos y su realización, pero con el uso pasa un poco como con las parejas, y la exactitud de los cálculos que simulan usos posteriores, no pueden nunca alcanzar la imprecisión asociada a las acciones realizadas en el tiempo, y que por su singularidad son estrictamente irrepresentables.