Revista Religión

De la Epifanía, dos artículos

Por Santos
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Quiero dejaros con dos artículos sobre la Epifanía:
I. El primero, de nuestro amigo Roberto Rodolfo, experto liturgista, que nos trae aspectos litúrgicos recomendables a tener en cuenta en la celebración de la misa solemne del día:
El próximo viernes se celebra la Solemnidad de la Epifanía del Señor, por lo que no es día penitencial. Esta Solemnidad cuenta con una Misa vespertina de la Vigilia, para el atardecer del 5. Las lecturas de esta Misa y de la del día no varían. Sí las oraciones eucológicas "Colecta", "de ofrendas" y "después de la Comunión", y las antífonas bíblicas del introito y de la Comunión.
1. La Iglesia nos enseña que la Epifanía "se cuenta entre las máximas festividades de todo el año litúrgico", por lo que sugiere que "se celebre de manera conveniente", esto es:
   a. Se aumentará el número de cirios.
   b. Se realizará el Anuncio de las Fiestas movibles del año, luego de la solemne proclamación del Evangelio. Quien lo realice, puede usar la capa pluvial.
   c. Se dará realce a la presentación de las ofrendas.
   d. Se recordará en la homilía y en las moniciones la triple dimensión del misterio de la Epifanía: Adoración de los Magos, Bautismo de Jesús y Bodas de Caná.
Todo lo anterior lo sugiere el Caeremoniale episcoporum, 240.
2. De acuerdo con "el antiquísimo carácter bautismal de la Solemnidad de la Epifanía es oportuno cumplir en esta celebración con el rito de la aspersión con agua bendita, el cual sustituye al Acto penitencial" (Cf.Bendito el Señor por los siglos. Celebraciones y oraciones para el Año Santo. Comité Central para el Jubileo del Año 2000. Conferencia Episcopal Argentina, pág. 185).
3. En el rezo del Santo Rosario es lícito sustituir los "mysteria doloris" (misterios de dolor), propios de los viernes, por los mysteria gaudii (misterios de gozo). A su vez, el quinto misterio de gozo, "La pérdida y el hallazgo del Señor en el Templo", en esta Solemnidad puede reemplazarse por "La adoración de los Magos". (Cf. Directorio sobre piedad popular y liturgia, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 200).

Rodolfo Roberto Reynoso.

II. El segundo, complementario del anterior, sin pretenderlo, es del magnífico blog "Sentire cum Ecclesia", de Álvaro Menéndez Bartolomé, sobre lo verdaderamente celebrable en este día tan grande. Y ya, por extensión, os recomiendo dicha página:
Epifanía: la solemnidad poco comprendida.
A pesar del sentir común, el día de la solemnidad de la Epifanía del Señor no sólo se hace memoria de la adoración de los Magos. Es más, ni siquiera se trataría de eso, pues lo que importa realmente es la manifestación de Dios en el Verbo encarnado, que es precisamente lo que suscita la adoración de los tres sabios venidos de Oriente. La Liturgia de las Horas nos recuerda a qué tres manifestaciones singulares de Cristo dirige hoy su mirada la Iglesia. Esto queda claro si, por ejemplo, leemos atentamente la antífona del Benedictus de este día, que reza:
«Hoy, la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino».
El bautismo de Jesús, el episodio de los magos y las bodas de Caná son, pues, las tres manifestaciones -’epifanías’-, que recordamos en este día. Atención a la referencia, que puede resultar extraña, que dice que «los magos acuden a las bodas del Rey»; esto significa que el Hijo eterno, al tomar carne humana se desposa con la Iglesia, a la que da inicio. Ella es su Esposa y su Cuerpo, ella es por quien, ya desde el pesebre, ha empezado a entregar la vida. Cristo se desposa con la humanidad para rescatar al hombre caído. Es también hermosa la idea contenida en este otro adagio, con el que algunos expresan el rico contenido celebrado en este día. Dicho adagio se lo escuché a Manuel González López-Corps, y dice, refiriéndose a los sabios de Oriente: «Vinieron magos y se fueron reyes»; es decir, queda subrayada la categoría del encuentro. Quien se encuentra con Cristo experimenta la vida nueva y recibe el espíritu de realeza. Uno es alguien completamente diferente antes y después de encontrarse con Cristo (sin perder su identidad y su ser personales, evidentemente). Él nos hace, por el Bautismo, sacerdotes, profetas y reyes. Al igual que los tres santos reyes, cuyos cuerpos se veneran en la catedral de Colonia, nosotros obtenemos gracia tras gracia del encuentro con Cristo: Él es el verdadero regalo, el primordial don, por ello oro, incienso y mirra le son ofrecidos. Es necesario insistir y ahondar en estos aspectos que se celebran en esta solemnidad, que gran parte del pueblo cristiano desconoce totalmente y que, desgraciadamente, tampoco son predicados en las homilías.

Álvaro Menéndez Bartolomé.
Sentire cum Ecclesia.


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