Revista Opinión

De la polémica de los naturales II

Publicado el 22 agosto 2013 por Vigilis @vigilis
La Junta de Valladolid convocada en los veranos de 1550 y 1551, tiene lugar en medio del Concilio de Trento. Destacados teólogos españoles participan en las dos reuniones, que se alargan, y cuyas consecuencias se dejarán ver cuando buena parte de ellos estén muertos.
De la polémica de los naturales II
La célebre controversia de Valladolid es pintada por la historiografía como un debate a dos, entre Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda. Sin embargo es imprescindible saber de dónde vienen las dos posturas principales y qué otros participaron en las sesiones. Por aquel entonces los profesores universitarios y los protagonistas de la evangelización de América eran los padres dominicos. Serán miembros de la Escuela de Salamanca como Domingo de Soto o Melchor Cano los que defiendan las tesis de los títulos justos de Francisco de Vitoria.
En debate estaba el cómo era la naturaleza de los indios y qué consecuencias tenía para la conquista española. ¿Podía España abrirse paso en tierras de indios? ¿Esas tierras eran de indios? En aquellas sesiones se debatió sobre el significado de la guerra justa, sobre la naturaleza del hombre y sobre la libertad. Ya por aquel tiempo se había enterrado el agostinismo político (sólo eres salvable si estás en Gracia) y estaba el tomismo funcionando a pleno rendimiento (los hombres pueden razonar y elegir, no pueden convertirse a la fuerza sino descubrir que la no conversión es un error).

Bartolomé de las Casas
De la polémica de los naturales II
Quien comenzara en América con una explotación de indios relató hasta que los presentes echaron la pota, las crueldades de los españoles en América. Estas crueldades las recogería en su Brevísima relación, opúsculo que sería inmediatamente traducido al holandés y reeditado con varios títulos por toda Europa. No culparé a Bartolomé de Las Casas de iniciar la Leyenda Negra, pero sin duda hubo una instrumentalización posterior de su testimonio.
La posición esencial de De las Casas es que los indios ya forman sociedades y reinos per se. La presencia española por tanto se debe limitar a una evangelización pacífica. Llevar soldados y civiles sólo traería dolor y muerte, y además, era injusto. España en América está, para fray Bartolomé, inmersa en una guerra de agresión no provocada. El indio no es un ser inferior al cristiano español: si sacrifica a personas o practica el canibalismo lo hace por devoción a su religión. Además, estos sacrificios no los hacen sobre españoles por lo que no existe soberanía española para tratar esos crímenes (que para el indio no constituyen tales). El indio es igual de persona que el español para el dominico.
En definitiva, para Las Casas lo que tienen que hacer los españoles es marcharse de América y dejar tan solo a los predicadores para comunicar pacíficamente el Evangelio.
Ginés de Sepúlveda
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Para Ginés de Sepúlveda existen evidentes diferencias entre el indio y el español que van más allá de simplemente no compartir la Fe. Sus sociedades políticas, sus costumbres, sus modos de vida están en un estado de barbarie. Cosas como el infanticidio y el canibalismo van contra el derecho natural. Que los españoles se interpongan y frenen esas prácticas no sólo es un acto de caridad cristiana, sino un deber civil para el que se requiere un efectivo poder y dominio temporal. Mientras escribo esto pienso de Afganistán y la OTAN. Continúo.
Establecer la Verdadera Fe entre los indios requiere para Sepúlveda cambiar de tal modo sus sociedades, que la existencia de aquellos "reinos indígenas" de los que habla De las Casas, es totalmente imposible. Existen causas justas para el servicio de armas: la barbarie les impide tener un mejor liderazgo, luego les beneficiará someterse al rey cristiano; los indios hacen la guerra entre sí, así que existe el deber de socorro, los crímenes indígenas no responden a acciones individuales, sino que están establecidos en sus costumbres más allá de las prácticas religiosas. Permitir crímenes inhumanos, pudiéndolos evitar, pone en peligro las almas de los españoles.
El domino temporal de los españoles no se justificaría para Sepúlveda como un castigo sobre los bárbaros indios, ni tampoco como una rescisión de las afrentas recibidas, sino como el mejor método de mejorar la vida de los indios y hacerles más perfectos. La conquista no tiene por objeto la eliminación del indio, sino su salvación e igualación a los españoles. En una palabra, su civilización (hay que decir que por la época de la pucelana junta, los aztecas y los incas ya habían sido conquistados). Sólo cuando los indígenas, tras el dominio español, alcancen el mismo nivel de civilización, podrán regirse temporalmente (civilmente, políticamente) a sí mismos.
Justos Títulos
De la polémica de los naturales IINo se conservan las resoluciones de la Junta de Valladolid. Algunos de los participantes parece que escribieron dejando pasar el tiempo. De los distintos documentos de antes y después de la Junta, se infieren las posiciones de cada cual. El caso es que viendo cómo se desarrolló la conquista de América parece que no se adoptó ninguna posición de máximos. De forma orientativa se usarán los títulos justos de Francisco de Vitoria para explicar las razones de la conquista. Estos títulos justos son el primer compendio de derecho internacional internacional y serán utilizados para explicar el derecho de los españoles a estar en América (ya dejadas atrás las bulas alejandrinas).
De forma resumida, los siete títulos justos (y un octavo que toma Vitoria como "probable"), serían los siguientes:
  1. Se es hombre en tanto se comunica uno con los demás hombres. Así, los españoles tienen derecho a estar en tierras de indios y deber de no dañarles.
    1. Los españoles por tanto pueden comerciar con los indios (importar lo que estos no tienen y exportar metales preciosos). Este comercio no debe ser lesivo para ninguna de las partes.
    2. Los hijos de los españoles que nazcan allá, no pueden ser expulsados ni ser tratados de forma distinta a los demás (personalmente creo que este punto es clave).
    3. La causa justa de guerra es rechazar un agravio. Si los españoles son atacados, se deben defender.
    4. Si la única forma de lograr la paz es el sometimiento de los bárbaros, es justo que así sea, pues el objetivo de la guerra es la seguridad.
  2. Los cristianos tienen derecho a propagar la Fe.
    1. «La palabra de Dios no está presa».
    2. Los indios son prójimos.
  3. Existe el deber de proteger a los indios convertidos. 
  4. El Papa tiene derecho a nombrar a un príncipe cristiano para los indios convertidos.
  5. Existe el deber de defender a los inocentes (¿recordáis las directivas de Robocop? "defender al inocente" viene de aquí). Eran tan conocidas como intolerables las prácticas de infanticidio y canibalismo entre las tribus bárbaras.
  6. La mayoría de los indios consienten al rey de España. A una mayoría no se le puede negar el poder elegir a su príncipe.
  7. Proteger a los aliados. Para cuando Francisco de Vitoria escribe esto en su Relectio de indis (1538), los españoles ya habían luchado del lado de unos indios contra otros indios, por lo tanto, existía el deber de apoyar a los aliados.
  8. Este último título Vitoria lo da como probable, ni lo afirma ni lo condena totalmente: los indios están más próximos a los niños y a los "amentes" que a las personas adultas. Sufren una ineptitud desde la cuna que les impide formar legítimas repúblicas. Impedidos de gobernarse a sí mismos, por su propio bien necesitan ayuda externa (se recuerda que si los españoles no están para ayudar, sino para esclavizar, los españoles caerían en pecado).
Estos títulos no aparecen como política de estado en ningún lugar. Se tomarán de forma oficiosa y se verá que más o menos lo que hacen los españoles se corresponde con esta compilación. Éstas también serán las razones que expliquen la conquista de América y el derecho de los españoles en aquellas tierras ante otras monarquías europeas. Esas otras monarquías europeas no se andarán con tantos remilgos, como sabemos. Ya hablaré de esto último en otro momento.
De la polémica de los naturales II
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