A nadie se le escapa que en Europa hemos transitado en los últimos meses desde una posición generalizada de bienvenida a los refugiados a otra de rechazo; de una sorprendente respuesta favorable de Alemania o Austria frente a esta situación, así como del rechazo generalizado de la xenófoba posición de Hungría, al repentino (aunque no casual) giro social y político en estos países (con el consecuente giro discursivo). Transición, por tanto, de un panorama discursivo al opuesto, a velocidad vertiginosa y perviviendo únicamente algunos pocos reductos de solidaridad civil e institucional .
Desalambre, el blog de eldiario.es, fue uno de los primeros espacios de comunicación en lengua española que destacaron el emotivo y casi heroico recibimiento de refugiados en Europa. Lo hizo el 28 de agosto de 2015. Durante la semana siguiente, otros medios a nivel internacional publicaron noticias con titulares como los siguientes: Los primeros refugiados sirios son recibidos con aplausos en Munich (Big Bang News!, 5 de septiembre); Emoción y aplausos en la llegada de los refugiados a Austria (La Voz de Galicia, 5/sept.); Ante la crisis, la solidaridad: reciben con aplausos a cientos de migrantes en Viena (Infobae, 1/sept.).
Pero la oleada de solidaridad parecía no detenerse ahí ya que la Comisión Europea, por medio de su presidente Jean-Claude Junker, propuso a principios de septiembre la acogida de 160.000 refugiados (ver, p.ej. 20minutos, 9/sept.). Así, el Presidente Junker apeló a la honestidad y la solidaridad de la Unión (ver, p.ej. Huffington Post, 9/sept.); varias ciudades españolas hicieron un llamamiento a la solidaridad y se adhirieron a la creciente red de ciudades-refugio (ver, p. ej., El País, 3 de sept.); y se anunció el flete de un barco para traer refugiados a Valencia (eldiario.es, 18/sept.) que finalmente no zarpó a causa del bloqueo del Gobierno de Mariano Rajoy (20minutos, 25/sept.). Así, se construyó la ilusión hasta que muy pronto la ola de solidaridad se detuvo en seco y, como buena ola, retrocedió. Finalmente no se alcanzaron los ilusionantes acuerdos que tan sólo unos días atrás parecían posibles (ver, p.ej. Libertad Digital, 14/sept.) y, del Wellcome Refugees manifestado por estados y sociedad civil europea, transitamos hacia la división de opiniones respecto a la pertinencia de abrir las puertas de Europa a extraños, a los otros, como señala este titular del 12 de septiembre en el diario Público:Europa, dividida entre el rechazo y la acogida de los refugiados. En ese artículo Alicia Ibarra (@aibarragamez) lo explicó muy bien en aquel momento:
«Es el caso de Varsovia, donde este sábado [12 de septiembre] alrededor de 7.000 ultraderechistas participaron en una convocatoria contra la llegada de refugiados. Sin embargo, desde otras ciudades como Atenas, se pedía a los gobiernos que demostrasen solidaridad y que pusiesen en marcha políticas concretas para la llegada de estas personas que huyen de la guerra y la pobreza.
En el plano institucional la situación no difiere mucho, hay países más abiertos a su acogida y otros más reticentes a aceptar migrantes. Los que más rechazo han demostrado han sido los de Europa del este: Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia. Por ejemplo, el gobierno húngaro ya ha desplegado al Ejército para guardar su frontera meridional con Serbia con 4.000 militares y tiene previsto cerrar casi totalmente su frontera y aprobar el próximo día 15 de septiembre una nueva legislación que establece penas de prisión -de entre uno y cinco años- para aquellos que crucen ilegalmente su frontera.»
El 21 de septiembre la UE asumió que tendría que cambiar su plan de acogida de refugiados (El Mundo) y, en el lapso de menos de un mes, transitó de la bienvenida al rechazo: las negociaciones bascularon de la acogida de personas a la financiación de la contención con el ofrecimiento de 3.000.000.000 € (¡tres mil millones de euros!) a Turquía a cambio de que continuara en su papel geopolítico de tapón de Europa frente a la sangría de dolor proveniente de Oriente Medio (p.ej. La Vanguardia, 15/oct.). (¡Que no pasen! ¡Atrás, malas bestias! En fin…). ¿Quién taponará la sangría moral Europa? Esa es la pregunta.
El vuelco definitivo se produjo en Año Nuevo, en Colonia (Alemania), en el Estado que hasta entonces se había comportado como medio-abanderado del Wellcome Refugees, el buen rollito y la solidaridad. El Catedrático de Filosofía Política y del Derecho por la Universidad de Valencia Javier de Lucas remarcaba en Twitter la trascendencia de los hechos. Casual (?) y desgraciadamente, en una ciudad alemana se produjo, en Noche Vieja, el extraño altercado por el cual un grupo de peligrosos y muy generalizables demandantes de asilo presuntamente agredieron sexualmente (en diversos grados) a un numeroso grupo de mujeres (cuántas fuesen es, sin duda, lo de menos; lo deleznable es el hecho en sí mismo). Esto supuso un seísmo político en Alemania y consecuentemente en Europa: (no se pierdan este artículo de El Español, 4/nov.).
¡Quién lo iba a decir cuando sólo unos días antes las palabras del año que sonaban tenían más que ver con la bienvenida que con el adiós! Algunos buenos ejemplos en este sentido son los de España, cuya palabra del año fue «refugiado» (Fundéu); Alemania, cuya palabra del año fue «Flüchtlinge», es decir, «refugiados» (Deutsche Welle);Austria, donde se optó por «Willkommenskultur» («welcome culture») como la principal palabra, así como por «Intelligenzflüchtling» («intelligence-refugee») en segundo lugar (The Local); y otros muchos países que también hicieron la debida referencia al tema. Caso aparte es el de Dinamarca –y esto es algo muy interesante para los y las lingüistas– dado que la palabra del año 2015 es inglesa –«Refugees flow»– (ver, p.ej. The Local, 21/dic.), lo cual no tendría necesariamente una connotación positiva y podría explicar por qué precisamente este país se ha destacado negativamente al aprobar la requisa de bienes que excedan los 1.340 €. Pero por deplorable que sea, esto no exime de que no estén solos ya que Suiza ya hacía algo similar anteriormente, Alemania se ha sumado (añadiendo las devoluciones), Francia va en la misma dirección con su política represiva y demagoga en Calais y Austria también, como señala The Independent.
Partimos del ilusionante pero retórico discurso del Wellcome Refugees y nos movemos ahora en la que considero una fase previa a la verdadera comisión de atrocidades(más allá de la omisión). Una fase en la que Frontex viene a ser reforzada como agente policial de protección de Europa y no como agente humanitario de protección de las personas en peligro; una fase en la que países como Polonia y Hungría (ambos claramente escorados hacia la derecha xenófoba) han tomado como ejemplo a España, haciendo prolijo uso del garrote, para la contención de inmigrantes. Y no sólo éstos, sino también la propia Unión Europea a través de la técnica del matón de frontera que el Gobierno español acostumbra a utilizar mediante el gobierno marroquí. Actualmente nuestros gobiernos ya cometen atrocidades, pero van camino de dar un paso más en la línea que ya he criticado anteriormente desde las perspectivas moral, legal y estratégica: en la línea de plantear el problema no sólo como contradicción teórica entre solidaridad y defensa (ver enlace), sino también en términos de praxis política y, concretamente, en términos puramente bélicos.
La OTAN, tal y como la define un organismo tan poco sospechoso de buscar la transgresión o desestabilización del sistema como es el Ministerio de Exteriores del Gobierno de España, es definida netamente en términos militares. Es concebida, por tanto, como un instrumento del que se dotaron los países occidentales para la defensa mutua en el contexto del ejercicio de legítima defensa de la Carta de Naciones Unidas frente a una hipotética escalada de violencia. Entonces la pregunta es: ¿está Europa, a través de Angela Merkel, planteando la prelación del supuesto derecho de un conjunto de países europeos de mantener su estatus y seguridad sobre el ejercicio de un derecho reconocido internacionalmente como es el derecho de asilo? La contradicción es evidente; la vacuidad moral del trasfondo, alarmante; y la necesidad de denuncia de este hecho desde la sociedad civil y a través de los actores políticos, imprescindible. No podemos consentir este tránsito del espejismo del Refugees Wellcome al realismo de la política militar anti-refugiados sin alzarnos por el camino para pedir responsabilidades, cabezas políticas y cambios profundos en la ética europea de solidaridad.
Previamente publicado en el blog de infoLibre AlRevésyAlDerecho.