Revista Opinión

De la ridícula historia de Inglaterra II

Publicado el 27 octubre 2014 por Vigilis @vigilis
Habíamos dicho que los misioneros irlandeses fueron responsables de la recristianización de los reinos anglosajones, pero esto es una simplificación de un proceso mucho más complejo. Cuando Inglaterra retrocede al paganismo, lo hace porque sus nuevos reyes son paganos, sin embargo se trataba de una población que ya había tenido contacto con el resto de la cristiandad durante el Bajo Imperio. Así, Roma no deja de observar a Britania como parte de la Cristiandad. Estamos hablando de una época en la que los conceptos de cristiandad, civilización y occidente son prácticamente sinónimos. Hubo un tiempo en que el mundo era Roma y en cierto modo el concepto de mundo, para los alfabetizados, seguía teniendo relación con Roma. Añadamos que para los no alfabetizados el mundo era lo que abarcaba la vista y fue así hasta la extensión de la educación en el siglo XIX.

De la ridícula historia de Inglaterra II

Existen varias crónicas de esta época, la más completa puede ser la de Beda el Venerable llamada Historia ecclesiastica gentis Anglorum.

Gregorio, que fue un Papa al que le gustaba cantar (y cuya historia alucinante ayuda a poner en cuarentena la idea de "caída" del Imperio Romano), envía una misión evangelizadora a Kent. En este reino, la mujer del rey, hija del rey de los francos, era cristiana y el rey dejaba que su mujer se entretuviera con sus misas y sus santos. Desde allí, cual cabeza de playa, monjes benedictinos irían recristianizando el sur de la isla.
Pero habíamos dicho que los monjes irlandeses hacían lo propio desde el norte. Si los irlandeses avanzaban desde el norte y los romanos desde el sur, parece que todo iba bien. Pero no. Resulta que los irlandeses no utilizaban la última edición del calendario romano y tampoco les llegaban los últimos números de las revistas de moda tipo "Tonsuras divinas". Digamos que los irlandeses se habían quedado anticuados en el estilo de alabar la gloria de Dios. Mientras que los chulitos de la misión gregoriana (en serio, quiero una peli sobre la vida de Gregorio el Grande, a poder ser protagonizada por Mel Gibson), enviados por Roma, estaban en lugares costeros que podían mantener cierta comunicación con el continente.
Estos dos estilos, el gregoriano y el irlandés, pese a no estar enfrentados en el sentido de pugna por el poder que tan caro nos resulta a los ojos de hoy, planteaban un conflicto fundamental en torno al calendario y en concreto a la fecha en que celebrar la Pascua. No podía haber "cristiandad, civilización ni occidente" si no se compartía el calendario ni si se dejaba fuera de Roma a cualquier grupo de cristianos.
A mediados del siglo VII el rey de los hombres al norte del río Humber, convoca un sínodo en lo que hoy es la abadía de Whitby para debatir la peliaguda cuestión del calendario y con ella el "sometimiento" de los cristianos ingleses a Roma. De aquella época no nos llegan los resultados del fútbol, pero sí nos llegan los resultados de los sínodos y concilios e Inglaterra en esto no se distingue de lo que pasaba en España, Italia o Francia. El rey de Northumbría, encargado de tomar la decisión de a quién dar la razón, se decanta por la posición papal ("tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...") y los monjes irlandeses hacen el petate y se vuelven al norte, al monasterio de Iona, que es un monasterio que te dicen dónde está y cuándo se construyó y no te lo crees.
El elevado nivel teológico y filosófico de los debates que tuvo la Iglesia en la Alta Edad Media impide que lleguen a gran parte de la población e incluso al lector contemporáneo. Esto es horroroso porque hace que no les demos la importancia que se merecen. La interpretación simple de "pugnas por el poder" (interpretación debida al materialismo histórico banal en el que se basa prácticamente todo lo que los niños aprenden de historia en el cole) no nos deja ver la importancia y las consecuencias que estas controversias tienen para la forja del mundo posterior. Algo aparentemente baladí como la fecha de celebración de la Pascua tiene que ver con la organización social y comercial de todo el occidente europeo durante los siguientes siglos. Cuando se levanten las catedrales góticas éstas se construirán en función del calendario, de complejos cálculos astronómicos y todo esto nos da tan solo una vaga idea de las bases sobre las que se construirá mucho más tarde un mundo basado en la ciencia que jamás existiría de no haber habido antes un mundo basado en la ley natural o en la ley de Dios. Tela marinera. Telita.
No me llames vikingo, llámame nórdico
Volvamos a las cosas que son más guays para quienes tienen una edad mental no superior a los diez años. Teníamos a los misioneros cristianos en el norte de Dinamarca y sur de Suecia. Allí estaban expandiendo la Verdadera Fe entre paganos que resultaban ser unos hábiles constructores de barcos. Como quienes escriben las crónicas son cristianos, siempre parecen más guays los cristianos que esos bárbaros peludos. Pero si a las crónicas le sumamos los restos arqueológicos, yo no sé muy bien quién era más bárbaro, si los anglosajones que todavía hacían sacrificios humanos o los hombres del norte que tendieron redes comerciales desde Crimea hasta Islandia, pasando por todo el Mediterráneo y superando así los límites de la navegación occidental de la antigüedad clásica (es importante decir "de la occidental", pues en la oriental los romanos comerciaban con la India y tenían noticias de China, cosa que con permiso de los árabes, hasta la Era de los Descubrimientos no se repetirá).

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Huye, hombre feliz, de todo mapa con colorines que te pongan delante.

Existen dos caras o dos facetas de estos vikingos. Por un lado la de pueblo pirata que asaltaba villas costeras y remontaba el curso de los ríos para incluso asaltar ciudades como Sevilla y París. Por otro lado la de pueblo comerciante sin rival en la navegación (en la Irlanda vikinga del X encontramos materiales bizantinos, lo que nos habla de una red comercial impresionante para la época cuyo éxito sólo se repetirá quizás con el comercio castellano con Rusia tres siglos más tarde). Es evidente que los vikingos o pueblos del norte, para tener un desarrollo tecnológico superior al europeo, y mantener su preeminencia durante dos siglos, tenían que basarse en algo más que la simple rapiña.
Durante el siglo IX se producen diversas campañas vikingas en las islas Británicas e incluso se formarán dominios permanentes vikingos en las Shetland, las Orcadas, la isla de Man e Irlanda (los vikingos fundan la ciudad de Dublin y se quedarán ahí durante casi cuatrocientos años). Tal es la incapacidad de los reinos anglosajones de hacer frente a las invasiones vikingas, que los propios hombres del norte llegan a formar una suerte de reino al sur de Northumbría con la corte en York (reino vikingo de Jorvik).
Esta situación se mantendrá hasta la batalla de Edington de la que no sabemos gran cosa —ni siquiera dónde tuvo lugar— y que sin embargo en la historiografía inglesa tiene una importancia capital. Tras esta batalla, probablemente la única importante que ganan los anglosajones a los vikingos, Alfredo I rey de Wessex logra firmar un tratado de paz con los vikingos. Debido a esto será conocido como Alfredo el Grande y el mito rodeará su figura. ¿Y qué grandes cosas consigue Alfredo de los vikingos? Pues que se queden con York y que la ley vikinga predomine sobre la anglosajona en Mercia. Es decir, básicamente el rey más importante de los ingleses antes de los normandos fue un tipo que cedió más de la mitad de su territorio a invasores extranjeros.

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Inglaterra tras 886.

Si no os parece lo suficientemente ridículo que el mayor logro de la Inglaterra pre-normanda sea ceder la mitad de la isla a unos invasores, podéis recordar que Cornualles y Gales (¿os acordáis de aquellos britano-romanos que escaparon dejándose el gas abierto?) continuaron siendo independientes. Y esto es especialmente doloroso en el caso de Gales (Cornualles, que eran una docena de aldeas sí fue territorio disputado por Wessex de forma temporal): ni los anglosajones ni los vikingos pudieron establecerse en Gales lo que nos lleva a pensar en un término parecido al de "resistencia numantina" para nuestros amigos galeses.
Alfredo y sus descendientes de la Casa de Wessex son tratados por la historiografía inglesa como unificadores y como constructores de un reino tras siglos de abandono y conflictos. Lo cierto es que si nos fijamos en sus grandes obras veremos que se dedicaron básicamente a fortalecer el poder real mediante la creación de un ejército semi-profesional y de diversos fuertes —burh— donde refugiar a la población en caso de que los daneses llamaran a la puerta pidiendo una tacita de sal. Estos burh que hoy pueblan la toponimia del sur de Inglaterra, no pocas veces coincidían con asentamientos previos britanos, tanto romanos como celtas. Oh, qué gran cosa. Oh, qué guay era Alfredo el Grande. Bullshit. Por aquella época Alfonso III de Asturias ya estaba peleando en Guadalajara, y entre cachopo y cachopo, enseñaba modales a los emires de Córdoba que recordemos eran los fulanos que se independizaron del mayor imperio que había conocido la humanidad hasta el momento.
El reino anglosajón de Inglaterra
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El nieto de Alfredo, Athelstan, por primera vez será rey de los ingleses y no un mero Bretwalda (que era el título honorífico que identificaba al rey con mayor poder durante la heptarquía). Conquista el reino de York y esto no les hace mucha gracia a los daneses que continuarán con sus campañas e incluso obtendrán de Athelstan una renta anual con la promesa de no invadir Inglaterra. Literalmente, el primer rey de Inglaterra, fue un vasallo del rey de Dinamarca. Ese tributo llamado Danegeld (oro danés) se mantendrá hasta bien entrado el siglo XI. Es decir, la primera independencia y unificación inglesa asienta sus cimientos sobre el sofisticadísimo "por favor no me pegues" propio de un patio de colegio. Pese a lo que nos cuente Hollywood, Inglaterra era un pescadito.
Y así continuarán las cosas durante la primera mitad del siglo XI, en la que reyes sajones de la Casa de Wessex gobernarán pagando tributo a Dinamarca. En alguna ocasión los propios daneses harán expediciones punitivas en Inglaterra e incluso llegan a colocar a alguno de sus reyes en el trono inglés. Pescadito, mantequitas, blandiblú.
1066
A la muerte del rey Eduardo el Confesor se produce una disputa dinástica por el trono de Inglaterra. Pero el trono de Inglaterra ya era la casa de tócame roque. Tanta endogamia y tantos matrimonios cruzados con daneses y noruegos hizo que prácticamente cualquier Vicky el vikingo con ínfulas tuviera legitimidad para reclamar el trono. Quien por aquel entonces andaba más cerca de la abadía de Westminster era un tal Harold Godwinson quien logra que la Iglesia lo reconozca como rey pero no las tendrá todas consigo.
Su propio hermano, Tostig Godwinson, apoya las pretensiones de Harald III de Noruega quien desembarca en Inglaterra con una imponente fuerza de invasión. Harold y Harald chocarán con sus ejércitos en una épica batalla en Stamford Bridge. Al término de la batalla, mueren el rey de Noruega y el hermano de Harold quien mantiene la corona en la cabeza. Pero el precio a pagar fue demasiado alto: buena parte de la nobleza anglosajona pereció en la batalla y esto tendrá consecuencias sexys.
Sólo tres días después de Stamford Bridge, el duque Guillermo de Normandía desembarca en Inglaterra. Imaginaos al rey Harold lamiéndose sus heridas en Londres y nombrando rápidamente a sustitutos poco fiables para la nobleza que cayó en la batalla contra los noruegos. Y en ésas que recibe la noticia de una fuerza de invasión nada menos que de los normandos.
El ducado de Normandía tenía su origen en las razzias vikingas del reino de los francos que tuvieron lugar ciento cincuenta años antes. Para evitar las campañas vikingas, el rey de los francos Carlos el Simple (jiji) les concedió lo que se llamaría ducado de Normandía, estos vikingos asumieron la lengua de los francos del norte y el cristianismo y vivían en Francia rindiendo vasallaje al rey. Pues bien, quien era duque en 1066, tenía vínculos familiares con Eduardo el Confesor y decidió resolver la cuestión sucesoria de Inglaterra al modo tradicional: mediante una invasión.
Harold y Guillermo se encontraron en Hastings donde tuvo lugar la famosa batalla de Hastings. Parece que una astuta combinación de caballería y arqueros normandos hicieron papilla a la infantería inglesa que partía de una posición elevada. De todas formas, y pese a ser finalmente coronado rey, Guillermo tardó años en tener un completo dominio sobre Inglaterra. De hecho, es sorprendente que los señores normandos que ayudaron a Guillermo en la batalla se volvieran la nueva nobleza inglesa debido a que había muy pocos. Tal vez la razón del éxito normando en Inglaterra se debiera a una nueva forma de gobierno que daba resultado entre los francos y el Sacro Imperio. Esa nueva forma de gobierno se llamó feudalismo.
Bajo el feudalismo, si usted tiene dos vacas, le da a su señor la leche y los terneros que le pida o si no le cuelgan. El feudalismo no es gracioso, niños.

De la ridícula historia de Inglaterra II

Dominios del duque de Normandía hacia 1087.

Sí fue graciosa la forma de gobernar de Guillermo de Normandía. Tras la pacificación del reino, el tío se volvió a Normandía y reinó por mensajeros. Lo que trajeron los normandos a Inglaterra a parte de un dialecto del francés para la nobleza y costumbres continentales fue la libertad de los esclavos. Es cierto que la servidumbre propia del feudalismo no suponía una gran diferencia respecto a la esclavitud, pero al menos los hijos de los campesinos sajones dejaron de ser los animales domésticos de sus señores.
Lo que quedó de la nobleza sajona obtuvo asilo en el Imperio Bizantino. El Imperio Bizantino por aquel tiempo estaba contratando a gente que supiera utilizar la espada porque tenían algún tipo de problema con los chicos de la media luna. Nada que los reyes de León y de Castilla no conocieran.
En fin, que tenemos reinando en Inglaterra a los señores de Normandía y a toda una nueva nobleza normanda mandando por ahí. Que el ducado de Normandía exigiera vasallaje al rey de Francia era una cosa que se debía a las reglas del feudalismo. Pero cuando el duque de Normandía tiene a su vez la corona de Inglaterra, ya cuesta más rendir vasallaje a quien en última instancia es tan solo otro rey.
Pero seguro que esta vez no habrá guerra. ¿Qué más da que el rey de Inglaterra tenga que rendir vasallaje al rey de Francia? ¿A quién le importa? Nadie irá a la guerra por un pequeño problema burocrático, ¿verdad?.
Continuará.

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