Revista Opinión

De la ridícula historia de Inglaterra XII

Publicado el 02 febrero 2017 por Vigilis @vigilis
Jorge III fue el último rey inglés de Gran Bretaña y el primero del Reino Unido. Fue el último rey inglés que influyó de forma decisiva en los asuntos de gobierno presionando al parlamento y decidiendo nombramientos políticos. Reinó sesenta años, vivió ochenta y uno y tuvo quince hijos, dos de los cuales serían sus sucesores. Se dice que Jorge III contó con la simpatía de sus súbditos al apoyar medidas populares como no subir las tasas a los que luego se independizaron en América y su gran devoción a su religión personal. Jorge III tuvo frecuentes episodios de demencia y de melancolía, pasó sus últimos años encerrado en palacio y se cuenta que saludaba a los árboles y hablaba solo durante horas.
Ochenta años después del siglo corto que inaugura la Guerra de Sucesión Española tiene lugar la Revolución Francesa. La nueva república, al guillotinar al rey de Francia, se granjea la enemistad inmediata de todos sus países vecinos pero cuenta con un as en la manga: la nueva república no es una finca sino una nación y casualmente la nación más poblada de Europa. En tiempo récord Francia es capaz de organizar levas y poner en armas a cientos de miles de soldados-ciudadanos. La revolución se abre paso por Europa gracias al fuego de la artillería y los mosquetes. Francia obtiene unas rápidas victorias contra las diversas coaliciones que se le enfrentan y creará estados clientelares con el apoyo de los revolucionarios locales (las célebres "repúblicas hermanas" que tienen nombres maravillosos como República Partenopea (en Nápoles), República Lemánica (un cantón suízo), República Tiberina (en Perugia), República de Batavia (Provincias Unidas), &c). Luego llega Napoléon, que aglutina estas repúblicas en reinos clientelares más grandes que regala a sus parientes.
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El descubrimiento de la nación desbloqueó para Francia la tecnología de la Grande Armée pero había otro país que llevaba cien años operando con algo parecido a la nación representativa: Inglaterra. Sin embargo Inglaterra fue incapaz de levantar un ejército nacional y durante estos años y los siguientes dependería cada vez más de tropas mercenarias (habitualmente alemanas). Cristalino es el ejemplo de lo que ocurre en los dominios constreñidos bajo las cadenas inglesas: en lugares como India los ingleses dependerán absolutamente de tropas mercenarias locales, normalmente contratadas entre grupos armados que pretenden establecer lealtades alternativas a las de los señores tradicionales (es decir, lo que venían siendo escuadras de matones, traficantes y piratas). Estas fuerzas locales —la palabra cipayo nos suena— armadas por los ingleses constituyeron la columna vertebral del Dominio Británico que mantuvo esclavizada a la cuarta parte de la población mundial durante cien años.
Hubo una oportunidad inicial de impedir que la oscura sombra inglesa cubriera con manto de dolor a uno de cada cuatro seres humanos: inicialmente Inglaterra no podía levantar ejércitos comparables a los de Francia pero en el mar tenía una oportunidad y la aprovechó. Durante el siglo anterior los ingleses se afanaron en aumentar su experiencia en el arte de marear y crearon varias generaciones de oficiales y marinería capaces. Por la contra, su principal enemiga, la Armada Española, contaba con una extensa flota de barcos que lamentablemente necesitaba para ser tripulada muchos más marinos que los disponibles. Después de trescientos años señoreando los mares los españoles recurrieron a gente sin experiencia para tripular sus barcos. A finales del XVIII teníamos las herramientas pero no quien supìera manejarlas. Es especialmente trágico que los oficiales fueran conscientes de esto y avisaran en numerosas ocasiones a los gobernantes de la delicada situación. Pero la demografía manda y más allá de los tradicionales juicios históricos que atribuyen éxitos y fracasos a personas particulares, un país secularmente semipoblado como España que poblara un continente vacío como América puso al límite las reservas humanas para mantener el combate en guerras que cada vez eran más mortíferas.

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"Caballería española cargando contra el ejército francés del mariscal Dupont en Bailén". Augusto Ferrer-Dalmau.

Tras unos primeros combates Francia y España firmaron un pacto por el que España se supeditaba a los intereses de Francia y como estos intereses pasaban por el dominio continental francés, la Armada Española se vio postergada en el presupuesto. Pese a la profesionalidad de nuestros oficiales y el apoyo de la armada revolucionaria, los ingleses salieron victoriosos en unos primeros enfrentamientos. Solo diez años antes la Monarquía Hispánica estaba fundando pueblecitos en Alaska (!) y ahora se encontraba haciendo labores de apoyo a las maniobras francesas.
La caída de la noche en la Monarquía Planetaria fue el amanecer del periodo de terror inglés en el mundo. Tras la derrota de Francia y evitada la posibilidad de invasión de Gran Bretaña (esa bala pasó cerca por enésima vez) un nuevo espíritu patrótico-popular se adueña de Inglaterra. Como ocurrirá en Rusia, los militares pasan de ser temidos a ser alabados por el pueblo. La costa inglesa se llena de fortificaciones (las torres Martello, diseño copiado de una fortificación genovesa —torre de Mortella— del siglo XV en Córcega) y el reclutamiento se dispara ya que el aumento del presupuesto militar obliga al aumento de impuestos lo que deja a mucho desdentado de la campiña con la única alternativa de alistarse para no morir de hambre. La mejor literatura inglesa de esta época nos describe esta extraña combinación de militarismo y hambre (Juana Austen, Guillermo Wordsworth, Leticia Barbauld, &c.) con que Inglaterra estrena el XIX.
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Paralelamente al empobrecimiento que las guerras napoleónicas causan en Inglaterra está echando a andar la revolución industrial. Esta mezcla de circunstancias dispara las migraciones interiores y los conflictos sociales: en los condados del norte como Lancashire y Yorkshire se viven revueltas que tienen que ser sofocadas con el ejército.
El Antiimperio
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Inglaterra, siguiendo la aventura holandesa e igual que hace Francia, comenzará a operar en la lucrativa Asia mediante una compañía comercial que funciona con privilegio real pero sin estar estrictamente bajo control del gobierno. Lo que comienzan siendo puertos francos y factorías se van convirtiendo en establecimientos permanentes que crecen por la prosperidad que brinda el comercio. No es este un plan imperial. No se trata de reproducir la vida de la metrópolis en las colonias (excepto para los funcionarios que están al mando). No se trata de compartir el avance tecnológico con la población nativa y elevar su civilización a estándares crstianos. Se trata de obtener ganancias a corto plazo mediante acuerdos abusivos caracterizados por la amenaza del fuego naval. Si miramos en un mapamundi la expansión del terror inglés vemos que este se establece justo donde el lugar no está ocupado por la Monarquía Hispánica. El Dominio Británico aparece en el mundo como la antítesis de la Monarquía, con objetivos diametralmente opuestos, de ahí que se pueda llamar Antiimperio.
Pese a que los ingleses le llaman Imperio Británico, el Dominio Británico está lejos de poder ser llamado "imperio". Un imperio es un estado que reúne diferentes entidades políticas, étnicas, religiosas, lingüísticas y en el que la mayoría de los súbditos son juzgados por la misma ley. Roma fue un Imperio y España fue un Imperio. Lo inglés fue una aventura comercial donde la población era juzgada por diferentes códigos de leyes. Las antiguas tradiciones hinduistas fueron modificadas en despachos ingleses y promocionadas para un mejor control de la población india. El sistema de castas tal como lo conocemos hoy debe mucho más a las leyes coloniales inglesas que a la tradición popular. Este sistema colonial se sostuvo sobre el poder local de marajás y reyes mezquinos la mayoría de ellos arribistas, señores de la guerra o delincuentes sin escrúpulos que fueron entronizados por los ingleses para evitar un vacío de poder tras la caída del Imperio Mogol.
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El Dominio Británico desemboca en dos tipos de estados: los fallidos y los no fallidos. Curiosamente los no fallidos fueron originalmente territorios vacíos (con lo que se colonizaron de cero) o previamente colonizados por otra nación (Sudáfrica, boers). En el caso sudafricano tenemos que la población local descendía de los primeros colonos holandeses y estos habían tratado de reproducir la vida de la metrópolis en aquel lugar. La escasa población negra original de la zona convivía en paz con los boers y los conflictos de caracter racial aparecieron con la posterior inmigración de población centroafricana. En Nueva Zelanda y Canadá la población indígena era escasa así que fue sencillo reproducir la vida inglesa en el nuevo territorio (genocidio de Tasmania mediante). En Candá tres cuartos de lo mismo: la posesión pasó a ser británica tras la Guerra de los Siete Años contra Francia.
Por otra parte tenemos el resto de lugares donde la descolonización creó estados fallidos: África, India, Caribe y Sureste asiático. Esto también ocurrió con otros dominios antiimperiales como el belga, el francés, el alemán y el italiano. En aquellas colonias donde no se reproduce y comparte el sistema de vida europeo y donde el beneficio comercial impone políticas de corto plazo, la población local continúa estando en un estado de semibarbarismo. Muchos países africanos en el momento de la descolonización tienen millones de habitantes y docenas de licenciados para dirigirlos. Tras la descolonización a la mayor parte de estos países le siguieron sangrientas guerras civiles.

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Masacre de Amritsar, 13-IV-1919

Esto no ocurrió con Roma ni con España porque nuestros imperios sí trataban de reproducir el modo de vida y de juzgar con una única ley. En honor a la verdad hay que reconocer que algunos países hispanoamericanos pasaron por largos periodos de inestabilidad política debido a que las élites locales aplicaron un gobierno y una mentalidad coloniales (de todas formas, Chile tuvo menos golpes de estado que Francia, por poner un ejemplo). Esto es un fenómeno único en la historia: el surgimiento de colonias tras la fragmentación del imperio, el tratar como colonia a tu propio país. No llama la atención que particularmente la población mestiza e indígena fuera la que menos deseara las independencias americanas.
Volviendo a Inglaterra, al igual que Francia, de las compañías comerciales se pasa al control directo del gobierno a mediados de siglo. En el caso británico esto se debe a la revuelta de 1857 que establece el Raj Británico de la India, que en sus primeros diez años asesina a diez millones de personas.
Genocidio indio

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Madras, 1877. Mientras el grano se almacenaba en la playa la gente se moría de pie.

Los ingleses ocupan un lugar destacado junto a los maoístas, los nazis, los jemeres y los soviéticos en la primera división de los grandes genocidas de la historia. Gracias a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, el estatus de superpotencia de los Estados Unidos y a que los americanos consideran la historia inglesa como propia, los genocidios (África, India, Australia) del Dominio Británico pasan de perfil y se ocultan tras un velo romántico de paquebotes, gracioso costumbrismo, Mary Poppins y David Niven dando la vuelta al mundo en ochenta días. ¡Qué simpáticos los bombines! ¡Qué simpático tomar el té de las cinco en casa de la señora Peabody!

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Dibujo francés sobre la hambruna india de 1899.

Fosas comunes, asesinatos en masa, fusiles de repetición contra palos, operaciones de castigo, incendios de campos, interrogatorios con torturas, uso del tráfico de drogas como arma política... La crítica aparente a denunciar esto es que "no hay que juzgar una época con la mentalidad actual" pero es que estas cosas ya eran rechazadas en su época. Los ingleses tuvieron mucho cuidado en que no se supiera esto. A cualquiera que investigue la expansión colonial británica en India le tiene que llamar la atención que solamente haya datos de muertes de soldados ingleses. De las muertes de indios no tenemos datos (aunque se empieza a investigar: algún historiador indio habla de diez millones de muertos entre 1857 y 1867).
La "pacificación de la India" no solo provocó muertes directas por el conflicto sino que disparó las hambrunas y las epidemias. Hoy es dificil saber cuántas de las hambrunas fueron provocadas por los ingleses (que controlaban la producción y transporte de comida) y cuántas se debieron a causas naturales pero de 1700 a 1900 se cuentan cerca de cincuenta millones de muertes directamente atribuidas a las hambrunas. Es muy sospechoso que estas hambrunas se dieran en otros dominios ingleses a partir de la llegada de los ingleses (Birmania, Egipto, &c.). Tampoco digo que los locales fueran almitas de la caridad, ojo.

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Casa del Virrey en Nueva Delhi (construida entre 1912 y 1929).

Una pista de si a los asesinatos en masa se les unieron hambrunas orquestadas políticamente la tenemos en la amiga Irlanda, que pasó a formar parte del nuevo Reino Unido que se funda en 1801 al rechazar Jorge III sus pretensiones al trono de Francia y temer que la revolución incendiara Irlanda y Escocia.
Pero esa ignominiosa historia de hambre, emigración, leyes del maíz, proteccionismo, anticatolicismo y atrocidades inglesas que forjaron en Irlanda un espíritu de resistencia nacional sólo comparable al de los descendientes de las víctimas del Holocausto en Israel será contada en otra ocasión.

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