La poderosa maquina de los sueños americana ha tenido que ir adaptándose a lo largo de su historia a las nuevas tecnologías y a los gustos cambiantes de las nuevas generaciones de espectadores del mundo entero. Una gran parte de la historia de su producción casi se podría resumir en tres grandes etapas.Una mítica fase primera marcada por las grandes superproducciones y su utilización de medios, financieros y humanos, prácticamente ilimitados. El nacimiento de una nación (1915), evidentemente influida por los péplums italianos como Cabiria (1914) tendencia que llega hasta el 2000 con el Gladiador de Ridley Scott, con sus más de 100.000 dólares de la época, 18.000 extras y hasta 3.000 caballos, da el tono de las superproducciones de 1915 hasta 1970. Junto a la reconstrucción histórica antigua, sobre todo en su versión bíblica, estos dos géneros representaban el lema “misa y circo” de la mayor parte del siglo XX teniendo como principales apóstoles, David W. Griffith, John Huston, David Lean, Anthony Mann, Cecil B. DeMille, William Wyler, genios de tantas obras maestras como La Biblia (1966), El puente sobre el río Kwai (1957), Los diez mandamientos (1926 y 1956), Ben-hur (1958) o El Cid (1961). En los años 70 con la llegada de los chicos del Nuevo Hollywood se adopta el método blockbuster (presupuesto monstruoso, historia destinada a crear un evento mediático e importe impresionante destinada a publicidad). Los nuevos géneros son el fantástico y la ciencia-ficción, las túnicas y los evangelios pierden fuerza frente a los seres de color verde y los planetas lejanos: La guerra de las galaxias (1977), Encuentros en la tercera fase (1977), Titanic (1997), El señor de los anillos (2001) o Avatar (2009).Las sucesivas crisis han afectado en profundidad la producción de Hollywood hasta cambiarla por completo. Mientras que hasta hace poco los grandes estudios lanzaban entre 25 y 30 películas al año, en la actualidad las han reducido a menos de la mitad (8 o 10). Hasta el punto de que un fracaso en un lanzamiento puede implicar el despegue de su director. El jefe de la Disney, Rich Ross, ha tenido que dimitir ante el derrumbe en taquilla de John Carter (2012), 250 millones de billetes verdes y sólo 68 de ingresos en su país (estimaciones previstas de recaudación: 700 millones). Como un milagro, en 1999 El proyecto Blair Witch inunda las pantallas del mundo entero, e inicia la tercera etapa de las microproducciones. El found footage, falsas imágenes o documentales engañosos, una estética recuperada del primer y logrado intento, Holocausto Caníbal (1981), otra vez la inspiración italiana, logra conciliar riesgo mínimo, ingresos alucinantes y una total libertad del director, perdida en los últimos tiempos.El género se instala en el terror y a esta película le seguirán (10 años después una segunda ola tras el fracaso de la continuación de la bruja de Blair) bombazos como Monstruoso (2008), Actividad Paranormal (2009), presupuesto: 15.000 dolares e ingresos mundiales: 195 millones, la excelente Chronicle (2012) hasta el estreno, este viernes, de Project X, con un punto gamberro muy agradable, una eufórica ironía y un estilo desenfadado mucho más meditado de lo que parece. Esta nueva ola ha resucitado la tendencia a crear una rama artística entre los grandes estudios, como ocurrió en los 90 con Searchlight de Fox o Vantage de Paramount, y de nuevo, Paramount para celebrar su centenario, ha sido el primer gran estudio que ha decidido dotarse de una filial de microproducciones bajo el nombre de Insurge.Nuevos tiempos para un nuevo tipo de producción, Hollywood se adapta, se vuelve a inventar, lucha con enganchar a un nuevo tipo de espectador saturado de imágenes. Una aventura que continúa, como lo debe hacer siempre el espectáculo y que tendrá su continuación en un nuevo found footage, protagonizado por Ethan Hawke en Vigilancia. Por lo pronto, disfrutemos de Project X, película sin pretensión alguna, incorrecta políticamente, pero con una garra devastadora y un ritmo envidiable.