La siguiente etapa de mi viaje me llevó a Phuket, más concretamente a la siempre animada y salvaje Patong Beach, todo lo contrario de la tranquila y pausada Laos.
Estando de viaje por Laos me decidí de un día para otro a pillarme un vuelo a Phuket. Uno de mis amigos que vive y trabaja en Tailandia me propuso que fuese a visitarlo a Patong Beach, la playa más turística y conocida, y con más marcha de Phuket.
Laos es uno de los países más tranquilos del mundo y en el que apenas si hay algo de vida nocturna. Así que después de unos días en Laos de una desconexión total y absoluta de cualquier tipo de prisa y estrés, y de una abstinencia forzosa de cualquier tema relacionado con la noche y el buen beber durante mi viaje por Laos, no fue demasiado difícil convencerme para hacer una escapadita de unos días a Phuket. El cuerpo me pedía un poco de movimiento y jaleo.
Llegué a Phuket a eso de la una de la tarde tras hacer escala en Bangkok. No había vuelo directo Vientiane - Phuket. Desde el aeropuerto de Phuket hasta Patong Beach cogí un minibus (cuesta 180 bahts), y a eso de las cuatro de la tarde ya estaba instalado en el hotel.
Me alojé en el White Patong Hotel uno de los hoteles de Patong Beach más populares entre solteros y fiesteros. Está situado en una calle relativamente tranquila a 2 minutos de Bangla Road, la calle donde se concentra el cachondeo de Patong Beach, y del conocido centro comercial Jungceylon. La habitación doble con baño privado me costó la escandalosa cifra de 700 bhats (tan solo 16 euros). Toda una ganga. El hotel es muy sencillito, pero está limpio y las camas son cómodas. Además tiene wifi gratis en las habitaciones que funciona perfectamente. No es un hotel al que llevarías a tu novia para impresionarla, pero es perfecto para solteros y fiesteros.
Por la tarde, antes de salir de cachondeo con mi amigo, me di un paseíto por el paseo de la playa, por Bangla Road (ahí ya cayeron las primeras cervezas), y luego cené algo en uno de los muchos restaurantes que hay en el centro comercial Jungceylon. Por la noche me encontré con mi amigo y un grupo de clientes suyos que sacó de fiesta, y nos pegamos una de las noches más divertidas de las que recuerdo en Tailandia.
Durante el día Patong Beach es como cualquier ciudad de playa, pero cuando cae la noche y se encienden las luces de neón de los "girlie bars", la ciudad se transforma en Sodoma y Gomorra. Patong Beach es un auténtico hervidero de turistas con ganas de fiesta, bares de chicas bailando ligeritas de ropa o directamente sin ropa, música estridente, discotecas, y muchas, muchas prostitutas, por no hablar de los ladyboys.
Patong Beach y su Bangla Road recuerdan a Pattaya y su Walking Street. El mismo concepto aunque yo diría que dentro de lo cutre y sórdido que son los dos sitios, Patong Beach atrae a un público por lo general más joven y con mejor presencia, y sorprendentemente también a familias, mientras que en Pattaya abundan los perdedores de mediana edad y los abueletes que se atiborran a cervezas y viagras.