Revista Religión

De la virginidad y sus trampas...

Por Santos

 

Pregunta: Se hace mucho hincapié en las santas que han sido vírgenes. ¿Por qué en los santos varones no? Tan solo conozco algunos casos que les representan con los lirios como simbolo de pureza (ejemplos mas conocidos San Estanislao de Kostka o San Luis Gonzaga). ¿A que se debe esto? ¿Antiguamente tan poco se valoraba la pureza en el varon que tan solo se hacia referencia a las santas virgenes? ¡Saludos! (España)

Respuesta: Hola, muy interesante la pregunta que me planteas. Te la voy a responder desde mi opinión personal y desde lo estudiado respecto al tema, tanto en la  universidad como por mi propia cuenta; lo que significa que no es una visión que necesariamente todos hayan de compartir, pero que me gustaría que al menos se respetara.

Se puede decir que no es que no se valorara la virginidad en el varón, sencillamente es que no se le daba excesiva importancia a ese detalle, en comparación a las mujeres. Lo queramos o no, nuestra cultura, como tantas otras en el mundo, es de raigambre patriarcal, lo que significa sexismo y sumisión de la mujer al hombre en todos los aspectos de la vida; y la obligación de seguir unos roles concretos a riesgo de no ser integrados –unos y otros- en la sociedad. Es por eso que desde antes de la aparición del cristianismo se le dio un excesivo valor a la virginidad de la mujer, en tanto que ésta es una propiedad que se transmite de padre a marido y debe transmitirse “pura” e “intacta”. Es una forma de “cosificar” a la mujer, de convertirla en un objeto que sólo vale, o que vale más, si es virgen –las esclavas vírgenes se vendían más caras en el mercado, la novia debía llegar virgen al matrimonio, la mujer no casada no debía perder su virginidad, las vírgenes cristianas consagraban su virginidad a Dios, etc.- Si te fijas eso sigue presente en nuestra cultura a pesar del devenir histórico y en otras culturas tiene tintes muy radicales y permanentes.

La cultura cristiana, que procede del mismo sustrato geográfico y cultural que la “pagana”, la judía, la musulmana; es, como todas ellas, una cultura patriarcal, y lo sigue siendo hasta hoy, digan lo que digan algunos. Es por ello que en el cristianismo la virginidad tiene un valor muy destacado y según qué épocas se la pone por encima del matrimonio como estado perfecto para una mujer. De ahí que se haga mucho hincapié en las santas que son vírgenes, y que la “virginidad” sea una corona añadida a otras que pueda tener la Santa en cuestión, como la del martirio, o tratándose mismamente de una categoría para definirla.

¿Qué pasa con los hombres?
Realmente, como adelantaba, la virginidad no es algo que se exigiera ni se valorara en ellos. Es más, dependiendo de épocas y de costumbres, se ha incidido precisamente en lo contrario, en que adquirieran una experiencia sexual previa al matrimonio como signo de “reafirmar su virilidad”, e incluso durante el propio matrimonio, a riesgo de ser objeto de burla de sus semejantes si procedía de otro modo –he aquí como el patriarcado no es sólo una jaula para las mujeres, sino también para los hombres. Habría que hablar, en otras circunstancias, de la discriminación de aquellos que no seguían estas pautas, como los homosexuales-.
De ahí que existan pocos Santos donde la iconografía del lirio y la virginidad esté presente. Como bien mencionas, Luis Gonzaga (en la imagen), Estanislao de Kostka, Gerardo María Majella, Antonio de Padua, Gabriel de la Dolorosa… y si te fijas todos siguen un patrón iconográfico muy curioso: son claramente efebos, jovenzuelos hermosos cuya representación llega a ser, en ocasiones, claramente afeminada. No es inocente esta forma de representarlos en absoluto: hasta este punto llega la trampa del patriarcado, de identificar virginidad con lo femenino, con afeminamiento y efebismo, como si tal cosa no pudiera darse en un varón prototípico, es decir, viril. (No estoy diciendo en absoluto que estos Santos fueran o no fueran así en su vida real, hablo únicamente de su representación en el arte). Y como lo virginal es –se quiere que sea, mejor dicho- femenino, de ahí la incomodidad, o lo tardío históricamente, de identificar al varón con ello, porque siempre se ha asociado a la mujer como ideal.

Todo esto suena mucho a “rollo feminista” pero creo que es importante conocerlo para saber analizar nuestro propio lenguaje visual, y ver hasta dónde alcanzan las claves e interpretaciones de la cultura en la que vivimos, más allá de la fe que profesamos. Podría decir mucho más sobre el tema, como por ejemplo recordar que todo esto pertenece al mundo de las ideas y que la inmensa mayoría de las veces no tiene una aplicación concreta sobre los Santos y las Santas de los que hablamos –de aquellos que vivieron en los primeros siglos no sabemos casi nada- pero sería extenderme demasiado. Espero al menos haberte dado una idea de lo que querías saber.

Meldelen

El tema da para mucho y tiene muchas aristas, como cada asunto humano-divino, pero sólo quiero añadir otros ejemplos de la sumisión femenina, que pasan desapercibidos: la clasificación de las santas es según la relación que hayan tenido con algún hombre: virgen, esposa, madre, viuda, reina... En las letanías de los Santos antiguas, venían al final, incluso las mártires, siendo testigos excepcionales; hoy esto se ha corregido y, por ejemplo, Santa María Magdalena aparece donde le toca. En el Común de los Santos, también aparecen las mujeres al final de los varones.

Hasta tal punto llega esta obsesión, que hasta los corposantos femeninos, de los que no se sabe nada, son catalogados "vírgenes y mártires" sin más certeza que el prejuicio de que tiene que ser virgen a toda costa, que las habrá, claro; que no las habrá, también claro.

Y a la estética feminoide, creo que solo escapan los santos Domingo de Guzmán y Juan Nepomuceno, aunque en este recuerdo que los lirios son por error: en realidad la flor que le acompaña son nenúfares, porque murió ahogado.

Ramón

 


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