No obstante la abundancia que hay de este material (piedra), no sólo a la salida de los puentes de Toledo sino aún en el mismo peñón que ocupa la ciudad, parece que nunca en ella ha sido de moda el emplearla en los edificios públicos, pues a no ser la catedral, el Alcázar, la Casa de la Ciudad y algún otro, casi todos los más y, especialmente, las casas de los particulares, están fabricadas de ladrillo y aún de tapia, contentándose en las más visibles con adornarlas de una portadita que, por lo regular, suele ser de muy buena forma, ya en el gusto de Alemania ya en el romano; de esta mala elección de materiales resulta mucha deformidad en el aspecto exterior de las casas de Toledo que, al contrario, en lo interior son muy cómodas y aseadas en sus habitaciones y patios, desahogo que por lo general tienen todas. Este modo de edificar me parece muy conforme con el gusto morisco y aun llego a sospechar que los arquitectos de esta nación entendía poco el modo de trabajar y emplear la piedra, pues casi todas las obras que he visto de su tiempo en ésta, y sus más célebres ciudades de la Andalucía, son de ladrillo y yeso y, si han empleado algunas columnas de mármoles o de berroqueña, han sido tomadas de obras más antiguas.
José Andrés Cornide. Viajes al contorno de Madrid desde 1789 a 1793