Revista Educación

De las huelgas generales y el fracaso del #15M

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No secundé la huelga del pasado jueves. Principalmente porque hace ocho meses que estoy en paro, pero de haber estado trabajando dudo que la hubiera secundado, de todas formas. La huelga es un derecho fundamental de los trabajadores; un recurso duro y complicado pero necesario en muchos conflictos laborales. A lo largo de la historia muchos -muchísimos- derechos laborales se han conseguido gracias al sacrificio de trabajadores en huelga (muchas de ellas salvajes) y hasta hoy (al menos hasta que la nueva reforma laboral empiece a estar plenamente implantada) hemos disfrutado de los logros conseguidos por el esfuerzo de trabajadores y sindicatos que se hicieron fuertes ante empresarios y gobiernos.

De las huelgas generales y el fracaso del #15M

Foto de pablopol06

Pero hete aquí que los tiempos cambian; cambian los empresarios, los trabajadores, los sindicatos, las prioridades de las personas y de los gobiernos… en fin, que nuestro modo de vida ha cambiado muchísimo en los últimos años, aunque algunas cosas que también deberían cambiar, siguen inalteradas.

Debería cambiar nuestra apreciación sobre la separación política entre izquierda y derecha, que es lo que da alas al bipartidismo. Debería cambiar nuestra mentalidad de estás conmigo o estás contra mí y deberían cambiar nuestros métodos de protesta y presión. Por eso me ilusionó el movimiento #15M, por eso salí a la calle a protestar y a unirme a otros ciudadanos en nuestra lucha pacífica contra un sistema que parecía desmoronarse. El movimento de los “indignados” tuvo muchos aciertos que marcaban el camino a seguir: desligarse de afiliaciones políticas, prescindir de siglas y banderas que separasen ideologías, aglutinar gente de cualquier edad, sexo o condición, protestar de manera pacífica ocupando lugares públicos contra TODA la clase política y las grandes corporaciones.

Y de pronto, tras las últimas elecciones generales, todo parece pararse. Exceptuando las movilizaciones puntuales en apoyo a lo sucedido en el Instituto Lluis Vives de Valencia y el apoyo a la huelga general del 29M convocada por los sindicatos, el movimiento 15M no parece moverse. Yo, que esperaba una gran movilización tras la mayoría absoluta del PP en las generales, pregunto en la cuenta de Facebook de Democracia Real Ya si se va a hacer algo y la respuesta me sorprende: se va a esperar a las elecciones andaluzas. ¿En qué momento se politizó el movimiento? ¿En qué momento se decidió que era mejor aflojar la presión a la clase política? ¿en qué momento se decidió que era mejor apoyar una huelga que, aunque motivada por la terrible reforma laboral, es claramente una huelga anti-PP? ¿En qué momento el PSOE desapareció de las protestas una vez dejó el gobierno? ¿En qué momento volvimos a dividir a la sociedad entre la derecha y la izquierda matando de esa forma el espíritu del #15M?

Puede que la huelga general del pasado 29 de marzo haya sido un éxito de convocatoria y un éxito de seguimiento. Pero igual que la anterior del 29 de septiembre de 2010 es un fracaso del sindicalismo y de la sociedad. Del sindicalismo por haber permitido que la situación llegara a este extremo al hacer una huelga “light” tarde (demasiado tarde) porque sus afines estaban en el gobierno; por favorecer la separación de los propios trabajadores entre piquetes y esquiroles cuando lo que necesitamos en este momento es hacer causa común contra todo un sistema y por seguir utilizando un método (la huelga general) legítimo pero insuficiente e inservible en estos tiempos (miremos hacia Grecia). Y de la sociedad por habernos dormido en los laureles. Tal vez ya sea tarde para volver a empezar. El lema de sindicatos en esta huelga fue: “Quieren acabar con todo. Con derechos laborales y sociales”… nosotros somos los que deberíamos querer acabar con todo. Con derecha e izquierda.


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