Revista Filosofía

De las instituciones que nos hacen más ricos

Por Juanferrero
De las instituciones que nos hacen más ricosA veces en conversaciones de sobremesa se habla de lo humano y lo divino, la economía suele ser un tema de los que se trata, y más en estos días donde la palabra crisis aparece con bastante frecuencia. Hay dos cuestiones que recurrentemente aparecen en estas conversaciones, y  aunque en estos momentos no son problemas acuciantes, para los habitantes del primer mundo cada vez con más miedo de abandonarlo, son los programas de  ayuda a los países más pobre a salir de la pobreza, o cuando se critica a las grandes empresas que van a esos mismos países pobres o en vías de desarrollo (como se decía en los libros de texto de los años ochenta). En unos casos se dice que no hay que dar pescado sino enseñar a pescar, en otros se dice que grandes empresas que se instalan en países más pobres de los que proceden y contribuyen al trabajo infantil y porque no decirlo a la esclavitud.
Todo esto está muy bien para enconarse en posiciones después de una comida o discutir con conocidos y amigos, pero es más interesante intentar establecer algún tipo de premisas que puedan aclarar en qué consiste el aumento de riqueza y después hacer juicios de valor que se quiera. Eso es precisamente lo que voy a intentar hacer.
En primer lugar, una señal inequívoca de riqueza es la complejidad productiva, la aparición de etapas productivas y como éstas se interrelacionan. Por ejemplo, un agricultor americano tiene detrás suyo la industria de tractores que lo provee de las máquinas que aumentan su  productividad. La cantidad de etapas productivas para hacer el tractor implica una trama de industrias  anexas que permiten aumentar la riqueza no sólo del agricultor y de los que trabajan en la fábrica de tractores sino de tantos otros que tienen alguna relación. Cómo ampliar las etapas productivas es una cuestión que de un modo u otro implica ahorro.
En segundo lugar, este proceso productivo para llevarse a cabo debe hacerse en un ambiente en el que haya un mínimo de seguridad de que se puede alcanzar el resultado final de tal proceso, y más cuando se imbrican muchos procesos laterales al de la producción de tractores (siguiendo con el ejemplo). Suponiendo que puedan llevarse a cabo, no lo hacen si no hay instituciones más o menos informales que garanticen la finalización de tales proyectos. Seguridad jurídica, y costumbres morales son necesarias, las primeras más formales resuelven conflictos respecto a contratos y respeto a la propiedad, las segundas tienen que ver con las conductas de cooperación que estos procesos demandan, incluso en un contexto de competencia empresarial. Estos dos puntos, aunque sean importantes pueden hacerse incluso en condiciones que a veces pueden considerarse, ciertamente opresivas en la medida que, las insituciones tengan poco de morales, espontáneas y si mucho empeño en que los proyectos industriales se acaben. Esto es lo que ocurre desde las economías socialistas hasta el mercantilismo de los Estados Unidos.
Por eso en tercer lugar, el resultado de los procesos productivos deben poder intercambiarse con cualquiera, y por tanto, si hay instituciones que garanticen el proceso de producción lo que se hace mucho más enrevesado es poder comerciar entre particulares, saltándose los Estados que ejercen el papel importante de garantizar la producción, y que obligan en muchas ocasiones a  comerciar en condiciones  muy restrictivas. El libre comercio internacional tiene por objeto encontrar el mejor precio para obtener productos para el consumo o para abaratar costes en la producción. El mercantilismo, por tanto, es un lastre para desarrollar la complejidad de las estructura productiva y para desarrollar instituciones que permitan ser más eficientes. Las dos primeras condiciones se han conseguido, en mayor o menor grado, en todo lo que se denomina primer mundo, la tercera de las condiciones, está representado por los acuerdos entre países, o las creaciones de mercados comunes, quecon dificultades pretenden seguir la línea de libertad de intercambios. Pero el cuarto principio es el que definitivamente ni de lejos parece que se avance.
En cuarto lugar, lo que definitivamente imposibilita aumentar la riqueza o crear la falsa ilusión de creación de riqueza, es la manipulación de los bienes más líquidos que actúan o deberían actuar como dinero. En este asunto apenas hay seguridad jurídica, y las buenas costumbres están completamente veladas por instituciones que se han apropiado de las acciones que crean valor. Por ejemplo, la expasión del  crédito, por instituciones capaces de "crear valor" hace que los procesos productivos se alarguen artificialmente, el comercio aumenta, pero también aumenta el precio de las mercancías en la medida que el bien que debe indicar el verdadero valor de cambio es masivo y la manera de remediar es con más crédito. Lo que queda más dañado en este proceso no es ni los procesos de producción ni intercambio comercial, lo que queda más dañado y que da sentido a las otras dos son las instituciones principalmente de orden moral (las que permiten confiar en una comunidad de productores, consumidores, mercaderes, y de todos aquellos que contribuyen a mantener el sistema...), porque las conductas que se ha llevado a cabo de repente resultan ser falsas, dañinas, y ello porque el origen del valor no está, ni en la producción, ni en el valor de cambio eventual de una moneda, sino en las acciones singulares de los individuos que con sus usos dan valor a lo producido, e indican cuáles de esos productos pueden actuar como moneda de cambio.
(Para explicar el origen de la imagen que encabeza el texto sigue el enlace)
http://www.ted.com/talks/lang/es/thomas_thwaites_how_i_built_a_toaster_from_scratch.html

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