Revista Medio Ambiente

De las quejas a las soluciones

Por Valedeoro @valedeoro

mendingImagínate lo siguiente: estás en Washington junto con un montón de otras personas de color. Estamos en 1963 y el cambio se siente en el aire. Os habéis reunido aquí para reivindicar el derecho de igualdad para todos los ciudadanos, independientemente de cual sea el color de su piel. El portavoz del movimiento, Martin Luther King sube al podio y empieza su discurso:

“Los blancos nos tratan fatal. Nunca nos dejan sentar en los asientos delanteros del autobús. Siempre tengo que esperar más cuando voy al banco. Y eso que ellos ni siquiera saben como vestirse. ¿Habéis visto el chaleco del presidente el otro día? Ridículo. Realmente es una situación deplorable. Nadie nos escucha y siempre nos pisotean…”

¿Cuánta gente crees que se habría sentido inspirado por una charla así? Cuánto cambio habría generado este discurso de quejas?
Afortunadamente Martin Luther King se decidió por otro discurso. Invocó a la imaginación de todo un pueblo con su famoso discurso “Yo tengo un sueño” para generar cambios reales inspirados en una alternativa real.

El secreto: las quejas no cambian nada

Martin Luther King, Madre Teresa de Calcutta, Gandhi, Benazir Bhutto… la lista de los personajes que han cambiado el mundo tienen algo en común: no se quejaron, actuaron. Soñaron con una alternativa, un mundo más libre, más igualitario, más justo y se pusieron manos a la obra. No son las quejas que traen el cambio, sino tus ideas de cambio frente a las situaciones que no te gustan.

Vivir 21 días sin quejas no significa que no podrás pedir cambios en las situaciones que te molesten. Tan solo tendrás que dirigirte a la persona apropiada que te pueda ayudar para buscar una solución para tu problema. No siempre es fácil mantener la calma cuando se trata de rectificar una factura telefónica o reclamar un cargo equivocado en el banco. Lo más normal es desahogarte con tu mejor amiga o tu pareja. Solo que esto no cambiará la situación (y os deja a los dos de mal humor). Así que dale la vuelta a la situación y enfócate en buscar una solución. Los cambios nunca se basan en dándole vueltas al problema, sino en la creación de sueños.

¿Qué necesitas? ¿Quién puede ayudar?

Para re-dirigir las típicas situaciones de quejas, lo primero es saber lo que necesitas. ¿Qué alternativa resolvería el problema para ti? ¿Qué solución te gustaría obtener? Si sabes explicar con calma lo que necesitas, es más fácil para la otra persona ayudarte.

Si la otra persona no puede ayudar, no te enfades. Pide que te indique con quién tienes que hablar. Enfadarse en sí ya cuesta mucha energía, enfadarse con alguien que ni siquiera puede ayudarte es un desperdicio todavía más inútil. Cuando trato con empresas grandes suelo imaginarme que el problema es del sistema, no de la persona. De esta forma convierto la persona en mi socio en la búsqueda de un problema técnico. ¿Y quién se va enfadar con un ordenador?

La próxima vez que cambies de pulsera intenta imaginar cómo podrías mejorar la situación. En vez de quejarte, empieza la frase con “Tengo un sueño que…” y experimenta que es lo que pasa.


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